CAPÍTULO 20

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Días después/ Marzo

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Días después/ Marzo.

Italia.

Shara.

Ni siquiera se cuanto tiempo llevo aquí encerrada, desde que me enteré que alexander fue quien me mandó a secuestrar no lo he visto, y eso lo agradezco, en parte.

Llevaba todos esos días encerrada con ganas de tirarme del balcón, ¿cómo estará mi madre?, debe estar buscándome por cielo y tierra, algo me decía que no debía pasar tierras italianas y aquí las consecuencias.

La puerta de la habitación dé abrió y no me inmute en ver quién había sido el causante, sentí como la cama se hundió detrás de mí y unas suaves manos acariciaron mis mejillas, no hacía falta voltear para saber quién era.

—No has comido nada, ¿porque tiraste la bandeja por el balcón.—preguntó volteando mi cuerpo para que pudiera observarme con determinación.—Dios nena, te ves muy mal.

No le respondí y él suspiró con casación cargándome en sus brazos.

—Alexander basta.—dije con voz débil, no tenía fuerzas ni para empujarlo.

—La verdad no se en que estas pensando.—Musito en un tono molesto en cuanto llegamos a la cocina.—Sabes perfectamente que si dejas de comer tu condición empeora.—Sacó algo de la despensa.

¿Cómo lo sabe?.

—¿Como sabes?.—Arrastre mis palabras.

—No importa cómo lo sé, lo importante es que comas.—Puso un plato de pasta con salchichas fritas.

Lo miré con disgusto.

—No quiero.—dije girando mi cabeza a otra dirección y empujando el plato.

—¡No es que quieras!.—Levantó la voz haciendo que me exalte.—Come.—Habló con voz neutra.

Me le quedé mirando como una tonta.

Se ve sexy ¿no?.

Si, digo ¡no!, esta bien feo.

—Ya se que me quieres comer, pero primero esto.—Señalé el plato.

—¿Sabes que?, si me dejas ir, como.

—¿Me crees estúpido—dijo enarcando sus cejas.

—Pues...¿no es obvio?. Alexander me secuestraste.—Resople.—No se por que los mafiosos siempre tienen ganas de secuestrar.

Me miró sin expresión alguna, ahora veo por qué Luciano dijo que él estaba peor que nunca.

—Veo que ahora eres modelo.—ignoró mis palabras.—Que bien.—Rodea la isla para posicionarse delante de mí.—Ahora tendré que mandar a construir una fosa.

—Alexander, solo déjame ir.—Volví a repetir.

El se acercó y acarició mi mejilla.

—Tu no te iras hasta que vuelvas a amarme.—Lo mire sorprendida.—Cuando volvamos a estar como antes, te dejare ir.

CADENAS DE PLACER. [#1]Where stories live. Discover now