KAPÍTULO DOZ: RESAKA

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No recuerdo lo que pasó la noche anterior, en realidad no recuerdo lo que sucedió todo el día antes de esa mañana, la cabeza me dolía, todo daba vueltas como si estuviera en un helicóptero que se precipitaba incontrolablemente contra el suelo, y podría haberlo creído de no ser que sentía que mi lecho era cómodo y algo desbalanceado, con cada mínimo movimiento parecía que mi "cama" cedería y caería, ¿a dónde? Ni puta idea. Hice mi mejor esfuerzo para abrir los ojos, no estaba en el "kruzero" eso era seguro, hedía a alcohol. ¿Qué había bebido? ¿Dónde estaba? El lugar tenía paredes de plastiacero, humedad provenía de las cañerías sin mantenimiento, una lámpara de luz amarilla se tambaleaba sutilmente, el foco estaba manchado con materia traslúcida reseca, los bordes tenían hollín, había una gran mancha negra en la pared colindante; observé mi cama, hay cobijas multicolores y sábanas marrones con grandes manchas negras, eso definitivamente era sangre, me incorporé hasta sentarme de un impulso, esto provocó que la cama al fin perdiera su frágil equilibrio, caí de bruces contra un piso húmedo y viscoso.

Me levanté asqueado, esa cosa se me había pegado en la cara, su hedor era tan penetrante que mi propio olor de borracho se desvaneció, con mi olfato funcional de nuevo olí algo rotundamente repulsivo, horrorizado observé una bestia amorfa, mórbida y purulenta debajo de la cama en la que hace un instante me encontraba. Mi primera reacción fue temblar y la segunda vomitar, expulsé con violencia todo lo que mi estómago guardaba, mis costillas y abdomen se contraían con fiereza, sentía como si mi carne se desprendiera de los huesos y que mis intestinos se escaparían por mi garganta. Retrocedí hasta la puerta, estaba cerrada y por más que intenté abrirla esta no cedió, con más calma al ver que esa masa yacía inmóvil, le eché un vistazo inquisitivo, tenía un enorme orificio en un costado, un solo ojo sanguinolento mirándome inerte y una hilera de dientes filosos y aserrados, del hoyo carbonizado salía un pus amarillento y verdoso que fluía lentamente.

De pronto la puerta se abrió bruscamente golpeándome en la espalda y cabeza, arrojándome otra vez contra ese suelo asqueroso.

— ¡Ah! ¡Mirad, Kapitán! — gritó un orko deforme cuyo perfil izquierdo tenía una cuestionable cirugía, grapas metálicas mantenían su piel y huesos juntos.

— ¿Ke ha hallado joven maeztro Spookums? — una voz gutural y carismática se oyó por los pasillos.

El Kapitán Bluddflagg apareció por la puerta, su enorme anatomía le impedía el ingreso, no obstante lo resolvió al destrozar la pared con su martillo.

— ¡Míreze Kuenta kuentoz! — sus manos me levantan en el aire mientras sus monstruosas mandíbulas forman una sonrisa — Ez la primera vez ke un rozado paza la novatada, todoz loz anteriorez fueron unoz enklenkez y kobardikaz.

— ¿Novatada?

—Azí ez, pa zer parte formal de mi tripulación devez matar a un garrapato karnívoro dezpue de tomar cerveza de hongoz— mencionó el Kapi poniéndome de nuevo en el suelo.

— ¿Por qué no me lo dijeron? — indagué todavía temeroso.

— ¿Dónde ta lo flipante en ezo? — comentó Spookums —. Enkontramoz maz divertido hallar loz novatoz con las tripaz de fuera o apachurradoz por el garrapato, el mizterio ez parte de la diversión.

—Vazta de ezte varullo, ez hora de celevrar— dijo al empujarme fuera de la habitación —De regrezo al Kruzero, y traigan eze garrapato, zerá la cena de celevración.

Al oír esto último mis tripas crujieron en desaprobación.

¡ALLÁ VAMOZ!: LAZ TRIPIANTEZ AVENTURAZ DEL KAPITAN BLUDDFLAGGUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum