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Como cualquier otro día para un funeral, llovía. Un ambiente completamente apropiado para un luto, especialmente para los hijos Hwang. O al menos eso era lo que se aparentaba. La prensa aún permanecía en las afueras del edificio, siendo intervenida por los guardias de seguridad de Yeji. Ella no quería que la muerte de su padre fuera un tema que revelar a la televisión coreana. No aún.

El salón yacía en completo silencio, con sollozos flotando y esparciéndose en los oídos de los presentes. El color negro protagonizaba las vestiduras, así como el gran vacío en los corazones de todos aquellos que estimaban al hombre. La pelirroja contemplaba el altar y el retrato de su padre mientras sus hombros eran suavemente apretujados por dos pares de manos masculinas, los socios de su progenitor; estos venían acompañados de sus esposas e hijos que permanecían con la mirada baja, ofreciendo su más sentido pésame y mostrando respeto ante la pérdida.

Hyunjin parecía no asimilar toda la escena: su padre muerto, las lágrimas derramadas, el aire en el lugar que se hacía pesado. Se preguntaba si valía pena permanecer ahí aún después de que Yeji lo convenciera. Él era sincero, no tenía ningún vínculo especial con su padre y todo aquello que lo unía eran las desagradables imágenes del hombre golpeando a su madre, o él mismo menospreciando a su hermana o su padre amenazando con golpearlo si cometía algún error. Todo recuerdo lo llevaba al odio. Porque él realmente lo odiaba. Pero ese día, aquel sentimiento no estaba.

Minho, viendo con disimulo al rubio quien permanecía inexpresivo en un rincón lejos de la multitud, se acercó sigilosamente.

— Deberías ir a consolar a tu hermana. — habló por lo bajo, evitando llamar la atención. — Al menos finge que te importa.

— No me nace hacerlo por alguna razón. — respondió dirigiendo su mirada monótona. El mayor giró los ojos.

— Pero eres su hermano. — Félix llegó a sus amigos. Suplicó con la mirada.

Pasos comenzaron a emitirse en todo el salón, haciendo que el trío y algunos de los presentes se giraran a ver por la entrada.

Chaeyeon y los hermanos Park habían hecho acto de presencia. Había pasado pocos días desde que Minju le vió a Hyunjin con un sentimiento anormal de miedo, ahora le veía con tristeza, aquella que decoraba con el dichoso vestido negro. Era una princesa de la aflicción.

El rubio sintió un enorme pesar en el pecho con solo notar que las irises de la fémina lucían muertos, carentes de alguna luz. Se culpaba a sí mismo por haberla asustado, de igual forma había cumplido con su palabra de romper vínculo con Sarah. Ese había sido el trato. Ahora él tenía que enmendar el daño causado. Sin embargo, se cuestionaba una segunda razón por la que aquella chica había se había vuelto tan marchita. Debía haber alguna otra, rogaba por que así fuera.

Los tres recién llegados se acercaron a los otros amigos, Seonghwa había sido el primero en abrazar a Hyunjin. No era un sentimiento, era una cortesía. Era algo propio de Seonghwa al no considerarse un conocido de los Hwang. Además de que estaba tratando con el tipo que agredió a su hermana menor. El debía limitarse por ella. Seonghwa, a como pudo, ofreció sus condolencias.

— Siento mucho por esto, Hyunjin. — el mencionado no dijo palabra alguna.

En cuanto se deshizo la unión, Chaeyeon imitó su acción de manera breve.

— No dudes en acudir con tus amigos, recuerda que no estás solo en esto.

Sus palabras comenzaron a tomar acción en Hyunjin. Todo lo que había vivido le había enseñado a que él estaba solo, su padre se había quedado encargado de manchar su mente con aquella idea si no seguía sus pasos.

𝙎𝙥𝙞𝙙𝙚𝙧𝙬𝙚𝙗. - 𝙃𝙃𝙅. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora