Capítulo 10

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Su cuerpo sufría espasmos, señal de que estaba llorando, Miray se mantenía de rodillas sobre el suelo mientras se abrazaba a sí misma. Podía sentir la mirada molesta y decepcionada de la sultana, pero se negaba a verla a los ojos, no tenía el valor para eso.

—¡Confíe en ti! —bramó molesta Hurrem, tomándola del mentón, obligándola verla a los ojos. Miray sollozó fuertemente, mientras ignoraba el dolor de las uñas de la sultana enterrándose en su piel. —¡Te confíe a mí príncipe y me traicionaste! —soltó bruscamente el agarre en el mentón de la rubia. —¡Él todavía no esta en una provincia, esto podría hacer que pierda la confianza del sultán! ¡MALDITA TRAIDORA!

—No... Mi sultana, por favor, perdóneme —suplicó Miray, sabiendo en el fondo que ella no era la única culpable ahí, pero no podía decir nada más.

Hurrem soltó un suspiro mientras sentía lastima al ver el rostro demacrado de la rubia, la pobre muchacha estaba en el suelo de rodillas, con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, con marcas en su mentón y... Y llevaba a su nieto en su vientre, pero ese niño no podía nacer.

—No le dirás a nadie de esto, mucho menos a mí príncipe —ordenó, tomando asiento mientras observaba frívolamente a Miray. —Esto es lo que pasará, abortarás y te irás del palacio, te daré dinero y un lugar donde vivir y jamás volverás a aparecerte frente a mí, ¿entendido?

Miray tembló, eso significaba no ver a Alyssa nunca más, ni a Mehmed. ¿Cómo podía dejar a Alyssa sola?, ¿qué sería de ella después de que se fuera? No quería alejarse de ella.

—Lo haré, a cambio, por favor, cuide de Alyssa —alzó su rostro, debía asegurarse que podía confiar en la sultana.

Hurrem observo neutral a la rubia, ella no tenía la culpa, fue de ella por permitirle a su príncipe tener una mujer, pero lo hecho hecho estaba y ahora tendrían que afrontar las consecuencias. Le dolía tener que separar a dos jóvenes enamorados pero era necesario.

—Bien, el aborto será realizado esta noche, asegúrate de guardar silencio.

Sí, ella lo haría, todo con tal de que Alyssa pudiera seguir viviendo a salvo en el palacio. Confiaría en que la sultana cuidaría de ella, lo haría, no importaba si eso significaba no volver a ver a Mehmed.

Con tal de mantener a Alyssa a salvo despertaría del dulce sueño en el que estaba, dándole fin a la fantasía que solo permanecería como recuerdos hermosos, inmortalizados en su mente.


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Mehmed frunció su ceño ante las palabras de Sümbul-ag, ¿Cómo que Miray no podía vernir a sus aposentos?

—Sümbul, he dado una orden —el aga tembló, se supone que su príncipe no debía saber nada. —¡Trae a Miray, ahora! —bramo con furia, dejando su posición y agarrando del cuello de sus ropajes al pobre hombre que solo seguía órdenes de su sultana.

—S-su alteza, yo no puedo... No sé donde esta ella, no la he visto en todo el día —mintió.

—¡Maldita sea! ¡Que busquen a Miray! —gruñó, soltando al hombre y comenzando a correr directo al harén, ¿Dónde se encuentra su amor?

Mientras tanto, Miray estaba completamente aterrada, el dolor que sentía era demasiado, dolía y sentía que a cada segundo que pasaba la vida se le iba. Su visión estaba nublada debido a las incontables lágrimas que salían sin cesar, su pecho subía y bajaba con dificultad, apretaba con fuerza el pañuelo en su boca, evitando que los gritos de dolor salieran.

El ángel del príncipe            ❝Sehzade Mehmed❞حيث تعيش القصص. اكتشف الآن