Jack

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La esencia de Adowal estaba por toda la habitación. Era igual que la mía, pero su aroma lo cambiaba todo. Escuche a Adowal cerrar la puerta y me gire para mirarla. Era preciosa. Su piel oscura resplandecía de manera leve con el resplandor de las velas. Su figura era perfecta.

- ¿De que querías hablar Jack?- El sonido de su voz era tan hipnótico que por poco no entendí lo que me decía. Miré a sus ojos oscuros intentando encontrar las palabras adecuadas. Normalmente no era tan difícil, pero con ella... Con ella era todo tan diferente. - ¿Jack? - dijo de manera suave. Mi nombre en su boca sonaba tan ridiculamente bien. Quería que lo repitiera. Quería que lo gimiera, joder. Suspire.

- Adowal, ¿Yo te intereso? - Dije fijando mis ojos en los de ella. Ella frunció el ceño.

- Jack...- dijo con una leve advertencia en su voz.

- Porque tú a mi sí. - Dí un paso hacia ella. Ella se mantuvo en el sitio, pero se cruzó de brazos.

- No creo que sea el mejor momento para hablar de esto. - Dijo girando el rostro. Quien frunció el ceño esta vez fui yo.

- ¿Porque?- pregunté. A mí me parecía tan buen momento como cualquier otro.

- ¡Porque estas borracho, idiota! - Casi me gritó. Yo me acerqué a ella. Ella no retrocedió. Estábamos tan cerca que nuestras respiraciones se entrelazaban. Notaba como mi corazón palpitaba y sabía que el calor que estaba sintiendo ahora no era por el alcohol.

- Llevo pensando en ti mucho tiempo Adowal, pero cuando te veo, nunca estás sola. Esta es mi oportunidad y no pienso desaprovecharla. - Ella jadeo levemente, abriendo levemente esos labios voluminosos que había deseado besar tantas veces.

- Jack...- repitió mi nombre casi como un susurro.

- Dime que no y me marcho. Dime que me vaya y te dejo aquí tranquila. - Ella no dijo nada durante unos instantes, sus ojos clavados en los míos, pero tras lo que parecía una eternidad, sus ojos cayeron sobre mis labios. Espere un poco más. No quería hacer nada que ella no quisiera. Volvió a clavar sus ojos en los míos. En ellos había un deseo que antes no estaba. Se acercó más a mí y sus labios se encontraron con los míos. Jadee sorprendido, no me esperaba que me besará, pero enseguida me repuse y se lo devolví. Sus labios devoraban los míos y la deje marcar el ritmo. Rodee su cintura con mis brazos y ella se acerco más a mí. Sus manos acariciaban mis mejillas. Bajaron hasta el cuello y ese leve movimiento encendió un nuevo fuego en mí. Le acaricié la espalda y de sus labios se escapó un leve suspiro. Se separo levemente de mí y me miró. Sus mejillas estaban algo ruborizadas y su mirada lleno de deseo, pero también de algo más.

- Jack... No sé exactamente lo que siento... - Sonreí levemente.

- Está bien. No quiero hacer nada que no quieras hacer. - El alivio invadió su mirada y me separe de ella, deshaciendo nuestro abrazo. Aún separados, sentía el leve roce de sus caricias en mis mejillas y en mi cuello. Ella me miró algo avergonzada. - Me parece que es mejor me vaya a mi habitación. - Ella asintió levemente y me marché de su habitación. Una vez en la mía, me deslice por la puerta cerrada y cubrí mi cara con mis manos. Nos habíamos besado, no me lo podía creer. Acaricié mis labios, recordando lo bien que se habían sentido los suyos contra los míos.

A la mañana siguiente lo primero que sentí fue el tremendo dolor de cabeza. Maldecí entre dientes y me levante. Note un retortijon en el estómago y me levante en seguida. Me dirigí a la letrina de mi habitación. Vomite todo lo que había ingerido el día anterior y una vez que termine me senté en el suelo cuestionándome mis decisiones vitales, pero retazos de la noche pasada inundaron mi mente. La pequeña taberna. Las bebidas. Yo cantando. Los coros de la gente. Adiel trayéndome. Yo confesándome a Adowal.

-¡Joder! - maldecí. - No podía haberla cagado más. - Me frote la frente. No podía ser más gilipollas. Me levanté y me cambié. Cuando mi pecho estuvo al aire me miré en el espejo de cuerpo que había en una esquina. La imagen que me devolvía no era la mía, o al menos no era la que yo quería. Mis pechos, aunque pequeños y fáciles de esconder, colgaban de mi cuerpo. Mis curvas me generaban rechazo. Pase mi mano por mis abdominales y por las cicatrices que adornaban mi vientre. Apreciaba mis músculos. Me hacían parecer más grande de lo que había sido cuando había huido de aquella casa. Intente parar mi tren de pensamientos pero era incapaz. No podía parar de recordar todos los malos momentos de mi infancia. Los golpes. La negación de mi identidad. El futuro qu me hubiera esperado si me hubiera quedado. Alguien golpeo a la puerta.

- Jack, el guarda al que tenemos que interrogar ya está aquí. - Era Adiel. Agradecí internamente que no hubiera abierto la puerta.

- Termino de vestirme y me reúno ahora con vosotros. - Le dije. Oí como sus pasos se alejaban. Antes de que mis pensamientos se volvieran a descarrilar, sacudí la cabeza y me aleje de ese reflejo que no me pertenecía. Cogí las vendas de la bolsa que había traído y me las puse en el pecho. Su presión familiar me reconfortaba algo, pero aún así hoy era un mal día. Termine de vestirme y salí de la habitación. El resto ya estaba esperando en el pasillo. Adowal hablaba con un guarda, me imaginaba que con el que nos iba a guiar. Cuando escucho la puerta de mi habitación cerrándose, giró su mirada hacia mí. Pero apenas alcanzó mi mirada, la retiró, con un gesto tenso. Roja también me miro, pero ella parecía más molesta que otra cosa. Estaba acostumbrado a esa mirada, no me afectaba. No obstante, el gesto tenso de Adowal me dolió en el alma y el no saber si había hecho algo que la hubiera dañado me rompió por dentro.

Adowal terminó de hablar con el guardia y miro a nuestro grupo.

- El guarda ya está en la zona de guardas, preparado para la interrogación. El príncipe Samuel está allí también. - Dijo. Evitaba mi mirada. El guarda se giró y nos guió. Roja y Adiel le siguieron inmediatamente. Adowal esperó un poco y cuando los otros estuvieron a unos metros, me miró. Yo tragué saliva.

- Jack... - Comenzó. Mi corazón palpitaba. Aquí estaba. Su rechazo. Intente mantenerme calmado.

- Creo que ayer bebí demasiado, porque no me acuerdo de lo que paso. - Mentí. Puse una de mis mejores sonrisas y cruce los dedos esperando que ella se creyera lo que había dicho. La vi fruncir el ceño levemente. - Creo que deberíamos continuar, antes de que esos dos nos echen la bronca. - Me gire y cuando nos separaban unos pasos inspire. Oí sus pasos detrás de los míos. Sabía que lo que había hecho estaba mal, pero no estaba preparado para perderla antes de haberla tenido si quiera. Estaba jodido. Todo por ella. Nunca me había sentido así por nadie más. Estaba muy jodido. 

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