Ella me tiene a su disposición...
Soy completamente suyo...
Ella es la única que me puede pedir y decir lo que ella quiera...
Cuando me llama a las dos de la madrugada, voy directamente hacía ella.
Ella es la única persona que me tiene a sus pies...
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Estar con Izana cada vez se volvió más complicado, el cada vez se volvió más protector y en ocasiones demasiado celoso. Supongo que ha sido por el abandono de su madre y el miedo que alguien lo vuelva a abandonar.
Cada noche mientras dormíamos el mencionaba el nombre de Karen, le pregunté a Sumire-san y ella me dijo que así se llamaba la madre de Izana.
Qué no debía ponerme celosa o preocuparme, que él había sido así hace que ella lo había dejado, cada vez que le pasaba eso, le acariciaba el cabello y eso le traía mucha paz para que pudiera seguir durmiendo.
El se había vuelto exesivo conmigo, había veces en las cuales me revisó el celular.
-porque lo haces- él se quedó helado al oír mi voz.
-N-no, no es nada- él me miró bastante avergonzado.
-no confías en mí acaso?- él me miró Y se acercó a mí abrazándome.
-para nada, confío mucho en ti- suspiro- me da miedo que me dejes, es lo único qué sucede- lo abracé de vuelta.
-sabes que no te dejaré- eso pareció aliviarlo.
Estábamos en el centro comercial, el invierno nos había abrazado ya, y estábamos buscando abrigos.
Izana se me había perdido de vista, no sabía dónde estaba, sí buscando lo que me pidió Shinichiro y ahí ví a mi Izana entrar con una bolsa en sus manos.
-qué es eso- pregunte mirando la bolsa.
-algo para ti y para mí, Pero te lo daré cuando estemos en el auto- seguimos las compras con normalidad.
Después de llevar como 20 bolsas, en todos los lugares daban bolsas, no importa si tú decías "no, no, que aquí tengo una bolsita para meterlo", te daban bolsa. Dando por resultado de que llevarás 20 bolsas.
En el auto, me sente en el asiento del copiloto, estaba concentrada en mi celular, cuándo sentí algo caliente alrededor de mi cuello.
Era una bufanda azul.
Busque la mirada de Izana, él también tenía una bufanda azul en su cuello.
Así que esté era el regalo.
Le di un beso en la mejilla, porque sabía que no hablaría Por pena.
-me ha encantado- sus mejillas tomaron color carmesí.
-me alegra que te haya gustado, cuando lo vi pensé en ti- él me miró alos ojos- y quise darte un regalo-
-Gracias, ha sido lindo gesto de tu parte-
Ninguno dijo nada más en el resto del camino.
Estás en facetas que Izana no mostraba tan a menudo.
Estaba sentado en la cama junto a Tadao, en cuanto Izana entró, vino directamente hacia mí y me robó un beso, nunca me había besado.
Ya éramos una pareja desde hace unos meses, y nunca había tenido el valor de besarme.
Pero no fue un beso común y corriente, utilizó la lengua.
Mis mejillas están coloradas y mi respiración estaba agitada.
