Después de años de relación Pete decide terminar con Ed, al no tener a dónde ir decide quedarse unos días en casa de su jefe, sin imaginarse que ahí comenzaría a vivir el placer más grande que jamás había sentido.
Después de comer Macao salió con unos amigos, y yo me dirigí casi corriendo a mi habitación, aunque no logré llegar muy lejos porque unos brazos me atraparon y acorralaron contra la pared
-¿Estás molesto?-Dijo Vegas con su rostro muy cerca del mío
-¿Parezco feliz?-Le contesté sin bajar la mirada
-No sé por que razón verte así me prende
-No estoy para juegos Vegas-Trate de huir de ahí pero fue inútil.-¿Que quieres?
-Se lo dije porque no quería que nos estuviéramos escondiendo, creí que era buena idea
-Lo es... Solo que acabábamos de hablar de irnos conociendo y tú de repente haces esto... hubiera preferido que me lo comentarás antes, quizá él no hubiera reaccionado así y yo no estaba preparado.
-Tienes razón, no volverá a pasar-Acunó mi rostro en sus manos y me dió un besito-¿Sabes que es lo mejor?, Podrás dormir en mi habitación sin miedo a que nos vean
-Mmm...No lo creo-Después de decir eso quise ir a mi habitación pero me lo volvió a impedir
-¿Por qué no?
-Porque nos estamos conociendo
-Puedo conocerte en mi recamara
-Eres insoportable-solté una pequeña risa
-¿Eso es un si?
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Sentí los rayos del sol dándome directamente en el rostro, así que comencé a removerme tratando de despertar.
Al abrir mis ojos me encontré con la mirada de Vegas sobre mi, tenía su cabeza sobre la palma de su mano, apoyado en la almohada, y por si no es obvio, si, me convenció de dormir con él
–¿Dormiste bien?
–Si... Aunque quisiera seguir durmiendo
–Hazlo, puedes quedarte todo el día aquí si quieres–Dijo con una sonrisa
–Me encantaría, pero tengo que salir–Dije mientras me sentaba en la cama
–¿A dónde irás?, ¿Quieres que te lleve?
–No es necesario, iré a... Mi antigua casa, todavía necesito recoger unas cosas–Posé mi mirada sobre Vegas y pude notarlo tensarse
–Esta bien, entonces si ire contigo–Se levantó de la cama y fue directo a su clóset
–No, en verdad no es necesario, él ni siquiera estará ahí
Se acercó a mi y tomo mi rostro entre sus manos–No puedo dejarte ir solo, no me quiero arriesgar a qué te haga llorar como la última vez
