XII. Sentir

597 106 6
                                    

Un beso que nos lleve a descubrir en la boca del otro lo que con palabras no te he podido nunca decir...

***

Desperté al sentirme sola y en movimiento, por lo que no tardé en darme cuenta que Mike se encontraba dirigiendo el yate a algún lugar que no sabía y tampoco me había dicho la noche anterior. Me levanté de la cama, tomé una ducha rápida y salí con él una vez estuve lista. Con un día tan caluroso, entre menos ropa traiga encima, mucho mejor. Opté por ponerme un pantalón corto y una blusa de tirantes. Dejé mi cabello atado en una coleta a lo alto de mi cabeza y preferí no usar ni una pizca de maquillaje, al igual, nunca había sido amante de usar tantos productos que pueden arruinar la piel.

—Buenos días — me miró de reojo y sonrió—. Qué hermosa estás.

—Buenos días, adulador — me acerqué a él y deposité un beso en su mejilla—. ¿A dónde vamos?

—Es otra pequeña sorpresa.

—No sabía que eras un hombre de dar tantas sorpresas, así, cualquiera se enamoraría de ti.

—No quiero a cualquiera, quiero que lo hagas tú — redujo la velocidad del yate y abrió espacio entre sus piernas—. Ven aquí, mi amor, hagamos esto como en los viejos tiempos.

No lo pensé ni un poco y me senté en el medio de sus piernas, apoyando mi espalda en su pecho. Tomamos el mando los dos, como cuando me enseñaba a pilotar en embarcaciones pequeñas en el puerto y pasábamos mucho tiempo juntos.

—¿Recuerdas cuando estuve a punto de estrellar el barco con uno de los buques?

—Eras un desastre, pero ya no lo haces tan mal.

—Por supuesto que no — reí, guiando el yate a la derecha tan solo un poco.

—¡No hagas eso! — me reprendió y reí aún más fuerte—. Aún no quiero morir, me falta todavía cumplir varios sueños.

—¿Cómo cuáles?

—Casarme, tener hijos, ser feliz, amar a mi esposa de pies a cabeza todos los días de mi vida hasta la muerte.

—¿Quieres formar una familia?

—Por supuesto que sí, solo que el tiempo se no está yendo de las manos, mi amor.

Me sonrojé al entender sus palabras. Pero tenía razón, cada día la edad nos está pasando factura, sin contar que hemos desperdiciado tiempo en otras cosas, unas más importantes que otras, pero hemos perdido el tiempo por miedo al salir herido. Y, aunque él intentó formar una vida con Cloe, quizá si lo hubiera hecho, no habría sido feliz con ella. O quizás si nunca me hubiera amado, sería un hombre feliz junto a una buena mujeres.

—Tengo miedo, pero sería muy bonito tener todo lo que nuestros padres tienen. Tío y tía se aman con locura, y mis padres son demasiado tiernos cuando están en brazos del otro.

—Conmigo podrás tener amor, locura, ternura y felicidad cada día. Te haré el amor y te amaré siempre — besó mi hombro descubierto y sentí una corriente atravesar por mi piel—. Solo es cuestión de que me aceptes.

—Deja de jugar, idiota — el calor me gobernó y, aunque traté de levantarme, no me lo permitió.

—Era una broma, mi amor. Quédate ahí, me gusta tenerte aquí cerquita de mí.

No dije nada y tampoco me atreví a moverme. Mientras seguía acelerando el yate, esparcía besos húmedos y suaves por mi hombro y cuello, donde estampó sus labios por largos segundos y me puso a temblar. Su respiración acelerada chocando contra mi piel me provocó cosquillas. Sentía corrientes atravesar en mi interior, una sensación de cosquillas y calor que ahora siento con mayor frecuencia cada que me besa y me presiona contra su cuerpo.

June Blaze[✓]Where stories live. Discover now