XVIII. Entrega

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Sus palabras me dejaron con la boca abierta y el corazón en la mano. No esperaba una revelación de ese tamaño justo ahora, aunque muchas veces me ha dicho que lo quiere todo conmigo. Tal vez sea la sensibilidad del momento lo que me hace reaccionar de esta manera. No pierde oportunidad para ser un hombre tierno y capaz de enamorar cada vez más con sus palabras o acciones.

Con la misma calma en la que hace un momento me devoró a besos, quitó una a una de las prendas que cubrían mi cuerpo, dejando uno que otro beso sobre mis pezones, lamiendo mi ombligo o simplemente repartiendo besos muy húmedos por mi piel expuesta. sus caricias, sus besos y la forma de quitarme la lencería me puso caliente muy rápidamente. Sus manos acaparando cada centímetro de mi piel es todo lo que percibo, siento y veo. Mis sentidos están llenos de él y de su ardiente amor. 

—Eres muy hermosa — susurró, apoderándose de mi boca una vez más, pero esta vez, acomodando su hombría en mi entrada—. Atesoraré este dulce momento para toda mi vida. Quedará como el día en el que dejé de soñar para vivir una realidad que creía imposible — se presionó un poco, llevándose consigo todo de mí—. Te amo, mi más bello y dulce sueño. 

Las palabras quedaron atrapadas en su boca, en ese beso que me dio justo en el instante en que se presionó lentamente en mi interior y una especie de calambre se instaló en mi parte baja. Era una especie de ardor que me hacía querer detenerlo, pero sus besos y sus suaves caricias hacían que el tolerable dolor se transformara en placer. Esa combinación me tenía con la mente en blanco. 

Entrelacé mis piernas en su espalda y mis brazos alrededor de su cuello, besándolo con la misma intensidad en la que él lo hacía. El dolor y el calambre desapareció poco después entre sus labios y las caricias que dejó en mi rostro, borrando mis lágrimas y llenándome por completo de su amor. 

Se movía lentamente en mis adentros sin dejar de besarme y morder mis labios. Sus manos me recorrían entera, apretando esos puntos sensibles y que prolongaban el placer y el goce de los dos. 

Me uní a sus movimientos, guiándome por ellos y por sus manos en mis caderas que me sostenían firmemente. Nuestros cuerpos chocaban entre sí, creando un sonido que se asemejaba al del salpicar de una mano en el agua. Nuestros gemidos llenaban la habitación y se mezclaban con la música suave que de fondo sonaba. No dejábamos de querernos ni un solo segundo, aclamando amor y pasión en cada beso y caricia que nos propiciamos. 

M i cuerpo se vio levantado por el suyo, quedando debajo de mí y asegurando mi espalda con sus brazos. Simuló abrazarme y hundió el rostro en mi cuello, dejando besos y mordidas a la par que guiaba mi cadera y se unía a mí en un ritmo más lento y sensual. E n esta posición lo sentía más profundo, podía sentir con claridad la manera en la que llegaba a fondo de mí y me hacía temblar. 

—Te amo con todas las fuerzas de mi ser, Sr. Blaze — tomé su rostro entre mis manos y lo besé, dejándome llevar por el movimiento de mi cadera y que cada segundo exigía más—. Quiero casarme contigo. No veo mi vida con otro hombre que no seas tú. Perdimos tanto tiempo amándonos en la lejanía, que no soporto la idea de amarnos a escondidas y cohibirnos de querernos en la calle. Quiero que, así como tú y yo sentimos este amor, que el mundo se entere lo mucho que nos amamos y nos hacemos bien. 

Mis palabras lo tomaron por sorpresa, pero lo convirtieron en un hombre más salvaje y apasionado. Enredando su mano en mi pelo, me miró a los ojos y presionó su otro brazo en mi espalda baja, sometiéndome a recibirlo por completo. Esa mirada tan oscura y profunda me puso temblar, más por esas cosquillas que su acción provocó. 

—¿Me estás proponiendo matrimonio, Srta. Blaze? ¿No crees que esa pregunta debería hacerla yo? — succionó mi labio inferior, manteniéndose firme en mis adentros y mi cabello en su mano—. Era la mujer más ardiente, ¿lo sabías? acabes de terminar de enamorarme con tu atrevida proposición y más en un momento tan sensible como este. 

—No veo nada de malo en pedirte matrimonio, además, no quiero seguir escondiéndonos de todos — logré decir. 

—Acepto casarme contigo, mi pequeña glotona — me besó, aligerando mi cadera y retomando el movimiento de nuestros cuerpos—. Te prometo que, al salir el sol, ya no tendremos que escondernos por más tiempo. Amarnos no es ningún mal, ¿o sí?

 —No lo es... 

Nos abrazamos mucho más fuerte, nos besamos con toda la intensidad del momento y del mismo amor que sentimos el uno por el otro. Hicimos el amor en medio de la cama, siendo iluminados por la luz de las velas hasta que estas se agotaron y fue la luz del amanecer el que nos avisó que la noche ya acababa y un nuevo día se asomaba. El comienzo de una nueva etapa en nuestra relación se alzaba hermosa y victoriosa por sobre nosotros, asegurándonos de que no había nada en este mundo capaz de romper con este amor tan fuerte y solido que ha existido entre los dos desde que éramos un par de niños. 

Con el cuerpo cansado y sudoroso, caí rendida en sus brazos mientras me colmaba de besos mi cuello y me apretaba muy fuerte contra su pecho. Nos amamos con palabras dulces y llenas de amor durante la noche y parte del amanecer, dejándolas tatuadas en la piel y el corazón del otro. 

No hubo intención de volver al pasado, ni mucho menos esas pesadillas atacaron el mejor momento de mi vida. Me sentía llena de vida y felicidad, amada y deseada en su totalidad y con muchas ganas de seguir explorando un mundo lleno de pasión y amor junto al hombre que más amo sobre este mundo.

Mike abrió mi esperanza ante todo aquello que creía como un imposible y que no merecía, me hizo renacer de entre las cenizas y me reconstruyó con ese dulce amor y esa protección que siempre ha tenido para mí. Este tipo de amor, en donde la piel queda tan expuesta y el corazón se vuelve tan sensible, es más puro, real y sincero cada palabra, cada acto y cada caricia que se entrega con el alma y no por una necesidad fisiológica del cuerpo humano. 

No quiero que esta dicha y esta felicidad se acabe por nada del mundo, menos cuando acabamos de iniciar en un nuevo camino y los dos estamos dispuestos a todo pafra que nuestro amor no desfallezca nunca. 

June Blaze[✓]Where stories live. Discover now