XXI. Inquietud

596 95 9
                                    

Esto debe tratarse de una jodida broma. En cada fotografía, Cloe se veía con un vientre bastante notorio. No entendía lo que pasaba, pues ella aseguró que solo se trató de una falsa alarma.

—¿Qué tan cierto es que conociste a otra mujer y por ello la dejaste? — mi padre volvió a hablar ante mi silencio—. Eres libre de decidir con quién estar o no, pero lo que no debiste hacer fue abandonar a tu hijo. Dime, Mike, ¿qué demonios estabas pensando?

—Jamás abandonaría a mi propio hijo, papá.

—¿Entonces?

—Cloe me mintió, a no ser que ese bebé no sea mío — no le quité la mirada de encima a la fotografía—. Ella aseguró que solo se trató de una falsa alarma.

—¿De qué estás hablando?

—En efecto sí fue por alguien más que rompí mi compromiso y relación con Cloe, pero lo hice porque al final el amor de mi vida me había aceptado y ya no podía seguir junto a alguien que no amaba e íbamos a ser infelices por el resto de nuestra vida. Ese día en el que todo terminó, Cloe me comentó que tenía un retraso y que se había realizado una prueba de embarazo. Independientemente del resultado desconocido en ese momento, le aseguré que siempre estaría para ellos sin importar nada. No podría ser capaz de hacerle lo mismo que me hicieron a una personita que viene de mí — suspiré—. Tan pronto tuvo los resultados en sus manos, me envió un mensaje diciéndome que solo se trató de una falsa alarma. Así que... es normal que tenga dudas, ¿no? Quizá consiguió a alguien más y no usó protección.

—¿Qué necesidad tiene esa señora de mentir? Ella estaba muy segura en cuanto dijo que le habías sido infiel y que no te interesaba ni un poco la vida de tu hijo.

—No sé qué necesidad tiene de decir todo eso, pero está más que claro que es para generar discordias. Papá, yo jamás podría dejar a la deriva a mi propio hijo. Tú mismo lo dijiste, aunque no nos una un hilo de sangre, ustedes me dieron la vida en cuanto me abrigaron en su hogar y me dieron lo que tanto necesitaba.

—Tremendo lío es esto — resopló, frotando sus sienes—. Perdóname, hijo, me dejé llevar por el enojo del momento. No debí reaccionar así, lo sé, mucho menos desconfiar de ti que eres mi hijo.

—No hay nada que perdonar, papá. Tal parece que la señora logró su objetivo...

—¿Qué vas a hacer ahora? ¿No la volviste a ver más?

—No nos volvimos a ver luego de ese día en su apartamento. En cuanto a este tema, investigaré primero antes de acercarme a ella.

—Cuenta conmigo para lo que necesites.

—Gracias, papá.

Hubo un corto silencio entre los dos. Mi padre se veía avergonzado y no podía culparlo. Sé lo sensibles que son con el tema de los hijos.

—¿Puedo saber quién es la mujer que amas y que te hizo cambiar de decisión a último minuto? No lo pregunté en el momento porque pensé que no estabas listo para asumir un matrimonio y conformar una familia, pero tampoco sabía que había alguien más.

«¿Cómo explicar que esa mujer a la que tanto amo es mi prima y su sobrina consentida».

No supe qué decir de momento, por lo que me quedé pensando por largos minutos si debía decirle o no. Mi madre y tía lo asumieron de buena manera, pero no creo que mi padre y tío lo tomen tan bien que ellas. Su lado protector es más fuerte que cualquier otra cosa. Además de que, al poner en su lugar, tampoco lo aceptaría tan fácilmente.

Con este lío que tengo, que se sume el de un embarazo oculto, termina por enredarme la cabeza.

—Pronto la conocerás, papá. Solo puedo decirte que a ella la amo desde mucho antes de conocer a Cloe.

—¿La conozco? Jamás te he visto cerca de otra mujer.

«Si le digo que sí, ¿sospechará como mamá de June?».

—Probablemente — me encogí de hombros.

—Bien. Tendré que esperar a que decidas presentar tu chica misteriosa — sonrió ladeado—. Debo ir a casa, pero no puedo dejar de pensar en este problema con Cloe.

—No tienes nada de qué preocuparte, papá. Si ese bebé es mío, puedes estar tranquilo, yo me haré cargo de mi hijo. No tengo corazón para dejarlo solo en la vida.

—¿Y si no es tu hijo? — su pregunta me llevó a mirarlo fijamente—. Dijiste que era una posibilidad, ¿no? Después de todo, hace meses que se dejaron.

—Es una posibilidad.

—Bueno, no te quito más tiempo — se levantó de la silla y lo vi titubear—. Mike, hijo, realmente no puedo irme así contigo.

—¿Así cómo? — no entendí sus palabras.

—Siento que cometí un grave error al dejarme convencer de otra persona y dudar de mi propio hijo. No merezco el perdón, pero...

—Papá — me levanté de mi lugar y me acerqué a él, dándole un fuerte abrazo que correspondió enseguida—. Jamás podría llegar a odiarte en esta vida. Todos, en algún momento de nuestra vida, sentimos desconfianza del otro.

—Pero eres mi hijo.

—¿Y eso qué tiene que ver? Si te soy sincero, también sentí desconfianza de ti y mamá en un principio, pero día a día me demostraron que podía confiar en ustedes.

—Te quiero, hijo.

—Y yo a ti, papá. Ve a casa con mamá, ¿sí?

—Está bien. Cuídate mucho, hijo.

—Saluda a mamá.

Asintió con una sonrisa en los labios y se marchó de mi oficina.

Saqué el teléfono de mi bolsillo y le envié un mensaje a Francis, pidiéndole que investigara todo acerca de Cloe. Necesito saber qué demonios está pasando y si ese bebé es mío, aunque una parte de mí me dice que lo es.

¿Para qué mentir? ¿Qué razón tuvo de ocultarlo si le había dejado en claro que estaría ahí para mi hijo? Siento la cabeza pesada y a punto de estallar con todo lo que está pasando.

Pero lo que más me preocupa y me inquieta es la reacción de June, después de todo, ella es una mujer de buen corazón y muy noble para ver más allá de la mala intención de las personas. Porque de algo sí estoy muy seguro si el bebé es mío, es que Cloe ocultó su embarazo adrede.

June Blaze[✓]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt