XIV. Plan

614 106 6
                                    

Vivo amándote, deseando el momento en el que tu corazón abrigue el mío y se unifiquen en uno solo hasta la eternidad... sé que estoy deseando mucho, mi amor, pero incluso en sueños he saboreado la dulzura de tu amor que, cuando despierto, me veo en la obligación de necesitar de el...

***

Los días que estuvimos en la isla recordamos muchas cosas que creía haber olvidado con el pasar de los años. Recordé por qué me enamoré de él, por qué mi corazón lo eligió y nunca pudo soltarlo, por qué en mi mundo solo existe él y de todas esas razones por las cuales me siento plena a su lado. Si bien no ocurrió nada entre los dos, íntimamente hablando, pero sus besos y sus caricias se sintieron como un acto de amor único e incomparable, como si en realidad nos hubiéramos unido en cuerpos.

El temor se ha ido poco a poco de mi mente, no solo por las terapias que decidí retomar y me han servido mucho, sino con la compañía y ayuda de Mike. Sin él nada de esto sería igual.

Mi doctora me recomendó no acelerar un momento que se dará naturalmente y en el instante que menos me lo espere; sin embargo, últimamente sus besos me hacen sentir más. La piel me arde con un leve roce, el corazón me late de ansiedad e incluso en mi mente se crean imágenes indecentes de los dos, algo que nunca antes me había pasado ni siquiera con él mismo.

Considerando que en mi familia la sexualidad siempre ha sido un tema abierto, mis reacciones aún siguen siendo las de una adolescente avergonzada, aunque es normal ya que nunca he experimentado algo como lo que estoy viviendo con Mike. Sus besos y sus caricias tienen la capacidad de calentarme en una mínima fracción de segundo, no obstante, él sigue deteniendo todo acto según todo sube de intensidad.

Joyce entró en mi oficina, sacándome de mis cavilaciones y aun estando enojada conmigo. Por más que he querido pedirle una disculpa, no me da oportunidad de hablar. Me duele ya que la considero como una amiga, quizá la primera y la única después de Mike.

—El Sr. Price llamó con la intención de saber cuándo está libre para recibirlo.

—Quizá la siguiente semana pueda atenderlo, mientras tanto que siga esperando.

Una sonrisa burlona quiso aparecer en sus labios, más se mantuvo seria frente al escritorio.

—Le pasaré su mensaje, Srta. Blaze — dejó un par de carpetas sobre la mesa de madera—. Le dejo la nueva contratación para que la revise, aunque su padre ha dado el visto bueno, dice que quiere contar con su opinión.

—¿Podrías dejar de hablarme de esa manera tan informal?

—Estoy dirigiéndome a usted con el debido respeto, Srta. Blaze. Le recuerdo que soy su secretaria y usted mi jefe.

—Eres mi amiga, Joyce — mis palabras lograron que al fin me mirara a los ojos—. Lo siento, no debí comportarme de esa forma tan grosera contigo, pero hay cosas que desconoces de mí y que yo lucho por olvidar. Sé que cometí un error y no me estoy escudando, pero realmente me ha costado mucho hacer amistades a lo largo de toda mi vida. A ti, más que mi mano derecha, te considero como una gran amiga y con la cual puedo contar siempre. Perdóname, ¿sí?

—Mi mamá tenía razón — comentó, esbozando una sonrisa ladeada—. Soy demasiado fácil y no puedo guardar rencor por algo tan insignificante.

—No es insignificante. Me excedí en mis palabras cuando tú intención era ayudarme.

—Bueno, las amigas tienen sus altos y bajos, ¿no? Hagamos borrón y cuenta nueva — se sentó con efusividad frente a mí—. Ahora sí quiero saber cómo fueron tus vacaciones con el amor de tu vida.

—Fueron maravillosas. Mike es un caballero en todo el sentido de la palabra. Podría decir que nuestra relación se afianzó mucho más.

—¡Qué emoción! Me siento tan feliz por ti. Salir de este lugar te hacía mucha falta — me miró con una sonrisa maliciosa—. ¿Y qué tal estuvo tu hombre?

—No pasó nada entre los dos, solo paseamos, nos divertimos en la playa, pasamos mucho tiempo juntos hablando y bebiendo.

—¿No hubo nada de aquello?

Aunque lo quise, porque una parte de mí se sintió que flotaba en una nube con cada beso y caricia, él no cedió a sus deseos. Se mantiene firme en esperar el tiempo correcto.

—No — negué, riendo por como lo llamó—. Mike quiere esperar hasta que sea el momento indicado, pero yo he sentido que ha habido muchos momentos.

—No entiendo — frunció el ceño—. Eres hermosa, tienes un cuerpo precioso y un corazón maravilloso, ¿y me dices que ese hombre no te tocó ni un solo pelo? Algo debe andar mal con él.

Cerré los ojos y tomé la fuerza necesaria para revelar mi secreto. No quise ahondar más de lo necesario, pero sí solté todo lo que viví y he vivido a causa de esas marcas que no me permiten ser una persona común y corriente. Entre más recordaba mi pasado y contaba un suceso tan traumático y frustrante, sentía que esa carga se iba de mis hombros. No me sentí tan mal como lo había imaginado en un principio; todo lo contrario, se sentía liberador y podía ver que, a pesar de todo, había sido una mujer muy fuerte y capaz de seguir adelante. Pero ¿por qué me costaba socializar y amar? ¿Por qué me gustaba más la soledad que la compañía de otra persona?

Cuando terminé de contar una parte de mi niñez y de ese trauma que aún me sigue atando al pasado, lágrimas brotaban de sus ojos. Pensé que me vería con lástima, pero no fue así. Su mirada transmitía muchas emociones que no lograba entender del todo.

—Fui una estúpida — limpió sus lágrimas con el dorso de su mano—. Perdóname por haber sido tan desconsiderada y no haber pensado que...

—No pasa nada, Joyce. Tú no sabías nada y tampoco te iba a explicar del porqué de mi actitud en ese momento donde tu comentario me abrumó. Si te confié todo esto, es para que entiendas un poco más de nuestra situación como pareja y del porqué Mike espera el momento indicado — suspiré—. Pero siendo honesta, yo no quiero que el momento se dé por lo planeado. Ni siquiera sé cuándo es el momento indicado.

—El momento puede ser hoy o mañana, es incierto — se encogió de hombros—. Pero déjame decirte que tienes a tu lado a un hombre maravilloso y que te ama con todas las fuerzas de su ser. No cualquiera tiene fuerza de voluntad.

—Entonces, ¿cuándo se dará el momento? ¿Debo hacer algo, quizá tomar la iniciativa y pedirle directamente que lo quiero?

—Tampoco funciona así, el momento se da cuando menos te lo esperes. Puede que él quiera un momento más romántico e inolvidable, uno en el cual te sientas cómoda y no te traiga malos recuerdos. Deja que el tiempo se haga cargo de que su momento llegue.

No entendía nada del funcionamiento de una relación, ni mucho menos comprendía de cómo dar el siguiente paso. ¡Todo es tan frustrante!

—No entiendo nada de esto — resoplé—. Es tan difícil comprender lo que debo o no debo hacer.

Su risa me hizo reír a mí también. Debo parecer una adolescente insegura y que no sabe sobre nada de la vida.

—Deja que llegue la hora de la cena — sonrió ladeado—, pero eso no quiere decir que no tengas que estar lista para cuando llegue la hora.

—¿A qué te refieres?

—Puedes darle una grata sorpresa a tu amor y no hay necesidad de que vayan más allá.

—Explícate mejor porque no te estoy entendiendo nada.

—¿Hace cuanto no sales de compras?

—Hace unos meses, no sé, no lo recuerdo.

—Hoy tomaremos una tarde de chicas — la miré con la ceja encarda y sonrió—, ¿verdad, jefe? Después de todo, la ayudaré con un trabajo muy especial.

—Joyce no entiendo a lo que te refieres.

—Con que yo entienda todo, es más que suficiente. Esta noche sorprenderás a tu novio cuando llegue a casa, no importa si no cenan o no, lo importante es que te sientas a gusto y estés segura de dar ese paso tan importante en tu relación — sonrió—. Muchas veces los juegos previos son más placenteros que el mismo acto.

Emocionada, avergonzada y con cierto temor, acepté ir de compras con ella. Su plan no es tan descabellado, ¿o sí? ¿Me estoy precipitando o estoy haciendo bien al dar el paso yo? Me siento lista, aunque no sé cómo vaya a reaccionar si llegase a suceder la unión de nuestros cuerpos... 

June Blaze[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora