Especial: Basta de juegos Dione

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Dione

- ¿Podrías por una maldita vez comportarte como un ser pensante? - Oliver llegó soltando frente a mi su espada carbonizada, parte de su rostro también estaba negro y su ropa quemada.

Ahogué una risa.

- Dile a tus vampiros que si no saben seguirme el ritmo no se acerquen. Lo mismo va para ti.- Le lancé un pañuelo.- Ve y busca un lugar para llorar lejos de mi tienda. Tengo trabajo que hacer.

Oliver Arscorth se acercó y puso ambas manos con fuerza en mi escritorio, ensuciandolo. Lo miré mal.

- Si no comienzas a entender cómo se supone que va un equipo, entonces... - Comenzó a amenazar, pero ese era un terrible error.

- Entonces tendrás que aprender a hacer tu testamento, porque yo no le salvo la vida a quien no vale la pena.- Me alcé sobre él.- Además, soy duquesa para ti. Menciona mi título cuando vengas a quejarte.

Oliver Arscorth me enseñó sus colmillos de mestizo vampiro, me burlé y le enseñé los míos, mucho más grandes.

- Retame a un duelo si quieres ver como arrastro el suelo contigo, niño.- Le provoqué antes de rodearlo y salir de la tienda. Necesitaba un momento para respirar aire fresco.

¿Un mestizo medio humano como comandante de un escuadrón? que no jugaran conmigo. ¿Cómo se supone que mantendría mi vida si tenía que preocuparme por la suya? Pero no llegué muy lejos porque sentí como algo blando golpeaba mi espalda. Supe que era por las expresiones de los soldados y oficiales al verme, me di la vuelta y recogí el guante que pedía un duelo. Lo levanté con burla.

- ¿En serio? ¿Quieres ser humillado? Pues bien.- Señalé la arena de entrenamiento y tomé mis cuchillas. Normalmente solo usaba fuego para pelear, pero también era buena con mis dagas favoritas que se unían a una cadena que me ayudaba a mejorar la conducción del fuego entre ellas. Oliver solo sacó una espada menos quemada.- Estás a tiempo para rendirte.

Vi al mestizo sonreír antes de lanzarse a la ofensiva. Lo detuve y encendí mis dagas lanzando una en su dirección que alcanzó a rodearlo y quemar su cintura, logrando un corte profundo en el costado. Sonreí con cinismo, la batalla ya estaba ganada.

Ataque tras ataque que bloqueé y algunos que él lograba evitar, pero seguía siendo superior. Me aburrí y decidí terminar apuntando a su cuello, pero de repente Oliver hizo un movimiento que no esperaba tratando de realizar un corte transverso de mi cabeza, retrocedí muy apenas registrando su velocidad y seguí haciéndolo con los siguientes golpes que sucedieron. Me lo tomé en serio después de pensar que había retrocedido, pero aun así comenzaba a sentir que mi cuello sangraba. ¿Cómo un mestizo mitad humano podía ser tan rápido? Seguí a la defensiva sin encontrar ninguna oportunidad de cambiar las cosas. Bloqueaba y volvía a empezar, justo cuando pensé que me acostumbraba a su manera de pelear cambiaba algo que me desestabilizaba. Preocupada por el final encendí el suelo bajo sus pies forzandolo a retirarse. Me frunció el ceño e iba a hablar cuando percibí por el rabillo del ojo la seña de mi segundo al mando de que se acercaba un general.

Maxell Arscorth no tardó en aparecer, junto a mi padre, el responsable de mi división. Me sostuve un pañuelo junto al cuello para disimular el sangrado.

- ¿Qué sucedió aquí? - Preguntó al ver el suelo con rastros de fuego.

- Practicamos para la guerra. Es indispensable seguir probando técnicas de combate, general.- Dijo Oliver y Maxell asintió con seriedad tragandose la mentira.

Yo miraba hacía cualquier otro lado evitando la suspicaz mirada de Aiden Eckhart, quien conociéndome no se creía la mentira.

- Acompáñame, duquesa Edlor.- Ordenó y yo lo seguí obedientemente no sin antes lanzarle una mirada de rencor a Oliver y señalar que la pelea no había terminado.

DescendientesWhere stories live. Discover now