Especial: Cara de angel y actitud de demonio

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Rose

Lucius había tomado el control de los vampiros de nuevo por tiempo indefinido y eso solo podía significar una cosa: Aguantar la presencia de Aaron Arscorth.

Dejé los papeles en su oficina y salí, él hablaba por teléfono, así que solo agradeció con un gesto, asentí y me marché. Yo usaba la de Lucius solo por comodidad y tenía su permiso para hacer lo que quisiera así que tomé una de sus cafeteras y me preparé un expresso, me lo tomé de un trago sin azúcar y de nuevo me sumergí en el trabajo.

A las doce de la noche recibí un mensaje y sonreí.

Era mi novio Marcos.

"¿Ya terminaste, hermosa? Te espero afuera" Decía el mensaje.

Sonreí.

"Si, bajo en un momento" Apagué los monitores, tomé mis cosas y salí. Pasé a una de las plantas intermedias para dejarle unos papeles al jefe de departamento y me encontré a un rubio peleando con una impresora. Sonreí reconociendolo, era el mismo que se había caído el otro día.

Me acerqué y lo vi presionar el botón de imprimir varias veces. Tomé su mano y sacudí la cabeza.

- Dice que tiene el papel atorado.- Le dije.

- Yo no lo veo.- Contestó.

Suspiré y abrí el compartimiento, revisé el papel que estaba mal acomodado y todo arrugado, lo saqué con cuidado y cerré el compartimiento. Le entregué el papel al rubio.

- No deberías teñirte tanto el cabello, parece que el tinte afecta tu capacidad cerebral.- Me reí.

- Es natural.- Dijo.

Sacudí la cabeza, era más blanco que rubio, era imposible, pero no me pondría a pelear con él así que solo asentí y me alejé. Él rubio me daba la impresión de un niño mimado que nunca había hecho trabajo mundano en toda su vida... Sacudí la cabeza, no me molestaría en pensar en él.

Bajé y me encontré con Marco, él me abrazó y me extendió un té de mi cafetería favorita. Sonreí y me subí a su automóvil.

- ¿Cómo estuvo tu día? -Le pregunté.

- Bien, las exposiciones de arte se vendieron como había predicho.- Dijo.- ¿Y el tuyo?

Lo había conocido en una exposición de arte en el aniversario de la muerte de mi madre, ella había sido una excelente artista y aunque yo no podía hacer su arte, me gustaba observarlo. Marco era un humano, pero yo no me arriesgaba con inmortales, suficiente había visto con mi madre lo que pasaba si tenían que elegir entre un maldito vínculo y el amor. Aparte, era mucho más sencillo algo tan libre como una relación humana, eso de pertenecer y ser vulnerable no iba conmigo.

- Bien, un imbécil no sabía leer las instrucciones de una copiadora.- Me reí y sonrió.

Mi teléfono vibró y contesté al ver el apellido Arscorth.

- ¿Si, señor? - Pregunté.

- Los reportes de Andrew's...- Escuché a Aaron Arscorth comenzar. Puse los ojos en blanco.

- A la derecha de su escritorio, debajo de los de Valton & Jonh's.- Dije.

- Ah, ya los vi, gra...- Colgué.

Sonreí, si me preguntaba algo le diría que fue la interferencia.

- ¿Odias a tu jefe? - Preguntó Marco.

- A mi verdadero jefe no, pero ahora tiene cosas más importantes que hacer.- Murmuré.- A este sí.

- El otro día lo busqué en internet, aunque no había fotos disponibles.- Me miró brevemente antes de fijar sus ojos en el camino.- Adel Arscorth, treinta años, casado, sin hijos y el CEO de su propia cadena de hoteles. He escuchado que los Arscorth siempre mantienen su imperio pasando su dinero de generación en generación.

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