APRENDE A DIVERTIRTE (PARTE 2)

16 2 0
                                    


―¡¡Conejos!! ―Gritó la guardiana luego del ataque de risas que tuvo con sus amigos tras el gas que soltó la extraña amenaza mecánica con forma de rinoceronte.

―¡¿Pero qué~?! ―Era lo que preguntaba Howard al ver tan espantada a quien conocía por su valentía y siempre calmada sonrisa.

―Muy bien~ ―Decía el ninja con extrañeza al verse resguardado por su temblorosa compañera, pero sintiendo la empatía trató de sujetar por los hombros a su protectora y hacerla a un lado para encargarse de la amenaza presente. ―No te preocupes, pero yo me haré cargo de ellos. ―Sin dares cuenta de que ahora él era apuntado por el cuerno.

―¡¡Ninja, cuidado!! ―Gritaron maestro y guardiana, pero era demasiado tarde, la descarga en el cuerpo del ninja era mala señal.

―Oh-oh~ ―Se lamentaron luego de ver a ninja y guardiana abrazarse con pavor en medio del siniestro mar de gallinas y conejos.

―¡Sólo golpéenlos! ―Gritó Howard mientras el maestro estaba atrás de ellos para retirar algunos cuantos sin ser disparado por el cuerno de la bestia mecánica.

―¡Son horrendos! ―Gritó la guardiana, siendo secundado por el ninja.

―¡¿Sabías que tienen más huesos en el cuello que una jirafa?! ―El ninja casi lloraba en el hombro de su protectora.

―¡Un conejo bebé puede tomar tanta agua como un pitbull adulto! ¡¿Dónde le cabe tanta agua?! ¡Ya es horrible que sus dientes no paren de crecer como si fueran castores! ―Mantenía la guardiana su espada apuntando a las criaturas para mantener la distancia segura entre ambas crías del mal y su protegido.

Fue entonces que, sin siquiera imaginarlo, una ráfaga de luz roja brilló sobre los guerreros espantados, el rinoceronte y la manada de "monstruos sangrientos" para elevarlos hasta la nave del culpable indiscutible.

―Esto no me gusta. ―Dijo Howard mientras el maestro lograba evitar ser abducido, pensando en una estrategia para seguir esa nave y salvar a esos dos, pero el rinoceronte fue más inteligente y disparó desde arriba al maestro.

―A mí me gusta menos... ―Reconoció al ver la flatulencia rosada que salía del rango de la luz roja, un montón de arañas cayeron y fue entonces que lo supo, era mejor correr que congelarse. ―¡¡Arañas!! ¡¡Arañas!! ¡¡ARAÑAS!!

―Parece que no todos pueden temer a cosas grandes. ―Pensó Howard comparando la araña gigante que vio hace rato y ahora viendo al maestro correr directo a la escuela, buscando algún escondite, las arañas siguieron al maestro, como entendiendo que fueron hechas para eso, pasaron frente a Howard y él por instinto saltó para evitar que se le suban, pero rápido corrió en dirección a la escuela, siguiendo a la nueva amenaza.

.

Echo un ovillo y temblando, el maestro murmuraba en el interior de un casillero, donde encontró un rollo de cinta y lo usó para tapar las ranuras. Recordando los espantosos últimos años en que McAntfee lo dejó en su ático para no perder la máscara y estudió en primera persona el infierno de ocho mil patas, agradecido únicamente de que no eran capaces de morder y envenenar un libro.

―¡Caminan sobre mí! ¡Pelean sobre mí! ¡Se reproducen sobre mí! ¡¡Nacen sobre mí!! ¡Algunas especies nacen devorando a su madre! ¡Las hembras comen a sus parejas como las mantis religiosas! ¡¡Desde bebés son capaces de comerse entre ellas!!

Pero de entre todos esos amargos recuerdos; la escena más espantosa fue ver que un día, una serpiente se coló al ático; y un telaraña fue capaz de retenerla el tiempo suficiente para que la dueña se le subiera y picara hasta la muerte, fue entonces que el resto devoró al cadáver en una eterna hora, no pudo ser más que una cruel pesadilla hecha realidad. Y ahora sentía que todo eso podía repetirse con él de carne y hueso, teniendo oficialmente la oportunidad para picarlo y entonces envenenarlo, así de peligrosas eran estas verdaderas bestias de la naturaleza que le superaban en número, compensando el tamaño.

El Trío TotalWhere stories live. Discover now