Una nueva jóven llegaría al instituto japonés más codiciado por los aspirantes a héroes desde generaciones antiguas entre ellos los actuales miembros del curso 2-A. Ella era tan solo un ser más, entonces...
¿Por qué causaba tanta conmoción?
¿Quién...
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— ¿Shoto-kun? — le miró, el se negó y siguió pendiente al televisor — ¿deku?
— lo siento ___-chan, no puedo — susurra con la mirada en el suelo ignorando la presión constante en su pecho.
— ¿Kat-chan? — busca al rubio cenizo, este tan solo limpio su oído para seguir cortando verduras.
— ___-chan, nadie te puede ayudar a salir — la castaña se mantiene firme cruzando sus brazos indiferente, o al menos aparentando serlo.
Llevaba dos horas de encierro en una jaula de acero a mitad de la sala principal, tras haber sido encontrada moribunda al lado fuera del campamento el profesor titular la sentenció con un castigo ejemplar, no sólo por haber utilizado su peculiaridad, sino además de ello, por exponerse al riesgo tras insistir en ir sola a un lugar no explorado sin el permiso y escapando de sus actividades designadas.
____ suspiró más cansada de lo usual acomodándose para tomar una siesta nuevamente cuando un hombre de traje oscuro ingresa de imprevisto alertando a todos los presentes. Vestía ropas oscuras algo maltratadas pero elegantes, sus cabellos eran semejantes a la sangre y su fría mirada anhelaba consumir cada gota de su clara alma en aquel oscuro mar muerto que llamaba ojos, aunque lo más destacable eran los rasgos idénticos de la atacante.
— tardaste — susurra la rubia afirmada entre las rejas con desdén, una actitud poco visible en ella desde su estadía en la U.A — tanto tiempo, Shiro.
— vaya, me recuerdas — el hombre se acerco bajo la atenta mirada del profesor con una sonrisa mal fingida, incomodando así a los aspirantes.
La rubia alzó la vista con pesadez mirando de pie a cabeza con repudio, su mirada se detuvo en la placa que decoraba su cinturón negro e inmediato desvió la mirada sintiendo el picor en sus ojos azules.
— tranquilos, es un agente a cargo del caso #0013 — habla el peli negro tras leer el tenso ambiente.
— estoy castigada — susurra la rubia excusándose haciendo un ademán con su mano, juntó sus párpados y fingió dormir apoyando su espalda entre los barrotes — que lamentable.
— pero podemos hablar — con una mirada insistente el peli rojo se acerca a la jaula ignorando la incesante sensación de alerta de los demás jóvenes.
— ¿con ellos presentes? — con su dedo indice señaló al grupo de alumnos a su alrededor antes de sonreír — ¿Qué no era un caso confidencial? — parafrasea las palabras que hace dos años escuchó de los labios del peli rojo.
— lo era, hasta que la dejaste en coma — sus ojos brillaron e inmediatamente la rubia conectó por instinto miradas — te pasaste.
— Touya, muchas gracias por dejarla vivir — piensa, su mente se quebró por segundos antes de sentir el agudo dolor emerger de esta — ¿estas dudando? Hermanito — susurra con dolor.
