Una nueva jóven llegaría al instituto japonés más codiciado por los aspirantes a héroes desde generaciones antiguas entre ellos los actuales miembros del curso 2-A. Ella era tan solo un ser más, entonces...
¿Por qué causaba tanta conmoción?
¿Quién...
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Callado el peli dorado se sienta de rodillas al suelo frente al peli negro, apenado alza la vista dando la mala noticia que esperaba jamás dar.
— Las chicas están perdidas, lo lamento — susurra bajo bastante presión.
— ¿Qué? — molestó el peli negro deja alzar sus cabellos lacios para distorsionar su mirada.
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Las tres féminas alzaron la vista entre la arena, no sabían que tanto alboroto le causaría su visita al pueblo de otro país.
— ¿hay alguien adentro? — un hombre de barba mal afeitada y sonrisa contagiosa se asoma por la ventana.
— ¡si somos nosotros! — la amable rubia quien fue la única en entender responde.
— ¿están heridas? — pregunta amable dejando su diablo de lado.
— no por suerte, ¿sabe donde estamos? — cuestiona la rubia con una sonrisa amable.
— Colcura, una ciudad de la octava región — su mirada se centró en las posibles heridas de las demás chicas, sonrió — tienen la edad de mi hija.
— ¿su hija? — pregunta ahora la peli rosa mientras la rubia le traducía en japonés mentalmente claro.
— si, ella es aspirante a psicologa, vengan las llevaré al cuartel — ofrece aún con una orgullosa sonrisa.
Las féminas asienten bajando del automóvil, se lamentaban no tener una forma de comunicarse con su tutor gracias a las grandes distancias. Aquella tarde pasaron la noche en unas casas playeras, por suerte la rubia tenía dinero.
— ustedes deben ser las pérdidas — Ríe una chica de castaños cabellos, mirada pequeña castaña, cejas rebeldes y labios medio delgados — hace mucho que no recibíamos gente asiática.
— dijo asiática — murmura la peli rosa, la castaña frente a ellas sonríe ampliamente.
— ¡son de Japón! — exclama en japonés con fallas en la gramática.
