𝟎𝟐

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La mitad de la noche fue tiempo de pensamientos y planes para cuando empiece la mañana, tanto fue su pensamiento que por una vez después de tanto tiempo, la causa de su despertar fue el irritante sonido de las campanillas en su pared. Las apagó casi de inmediato dejando salir un suspiro de desánimo que cambió al instante al recordar su lista de intenciones de ese día.

Se presentó a sus padres como normalmente lo hacía cada mañana al desayunar, sin evitar sentir nerviosismo al saber que les ocultaría un segundo secreto mucho más arriesgado. Trató de aparentar estar lo más sereno posible y respiró hondo un par de veces.

—¿En qué piensas Sandy?

No era de negar decir que lo tomó desprevenido, dando un brinco de asombro y susto bien disimulado excusó.

—Hoy comienza mi primer mandato oficial coordinando y verificando los resultados del equipo real para el torneo de este año. Solo son nervios inofensivos.

—Oh, lo harás bien, mantén a tus hombres trabajando y cumpliendo sus deberes, cuando veas que hayan problemas serios interfieres. Recuerda que la palabra del príncipe es ley y la deben cumplir.

—Entendido madre, lo tendré en cuenta.

El momento de las inscripciones se anunció con una ola de hombres casi empujándose entre sí para ser inscritos lo más pronto posible. Sandy esperó a que cayera la tarde cuando el lugar quedase para ser mejor concurrido.

Al rato un empleado tocó la puerta de la gran carroza en la que se encontraba el príncipe, entregando el pedido de su alteza dentro de una caja amplia. Ya tenía casi todo listo para comenzar, equipó el contenido de la caja en su perteneciente yegua real de nombre Monaliza. Y dando la orden de que saldría sólo a recorrer el pueblo, subió a su caballo y se fue elegante y radiante a la vista de los demás, aunque por dentro sudaba de nervios y de un trago fuerte se encaminó lejos de la carroza y sus soldados.

Llegó a un lugar apartado dentro del bosque, realmente se había alejado más de lo esperado pues era la primera vez que salía sólo más allá del castillo. Dejó a Monaliza libre, le quitó todo tipo de evidencia que delataba ser un caballo perteneciente a la realeza, y a si mismo también. Seguro de que nadie estaría viéndolo, se quitó su traje característico y se vistió con las ropas más comunes en el pueblo que pudo traerle su empleado.

Admitía sentirse de algún modo liberado, más cuando vió como Monaliza corría y saltaba alrededor del bosque festejando estar apartada de los cinturones y bozales apretados, realmente el primogénito se sintió representado en su actitud. Despeinó su cabello lo más que pudo con las manos, dejando unos notorios risos que apenas eran visibles con el peinado obligatorio que siempre llevaba.

Luego de ocultar su anterior vestimenta y las monturas de la yegua entre arbustos y ramas, dio paso apresurado al sitio de inscripciones para participar en el pequeño torneo de su pueblo. Obviamente sus intenciones estaban lejos de siquiera pensar en ganar, sabía perfectamente cual afortunado sería el ganador perteneciente al sector menos rico del Reino. Toda la noche lo pensó bien, y este engaño de una semana / lo que duraría el torneo del pueblo/ no era más que su oportunidad para darce merecido descanso que llevó deseando tanto tiempo.

Para su suerte las calles desde una altura mucho más baja a comparación con estar sobre su caballo, le revolvieron la mente. Cuando se quiso dar cuenta, estaba perdido.

El universo sin querer dejar de divertirse guió al joven príncipe a unas calles de lo más comerciales, gente caminando por aquí y gente corriendo por allá, hasta se le hacia complicado preguntar alguna dirección. Finalmente en un intento de esquivar una carretilla de frutas, chocó contra una persona que venia a pasos apresurados y sin terminar de reaccionar sintió ser sostenido por dicha persona.

Tomándolo de sus antebrazos y apenada le ayudo a ponerse de pie.

No recordaba haberse chocado con alguien alguna vez en su vida, y menos con esa magnitud. Aún con ayuda y estando de pie tardó segundos en que su cabeza volviera en sí junto a su vista.

—¿Estás bien?

Escuchó decir al único rostro que veía ahora, y así como todo pasó en un instante también recordó lo que estaba haciendo.

Con el miedo a ser reconocido retrocedió pasos a alejarse, tratando de no cruzar miradadas dado que en esos momentos esa campesina lo inspeccionaba de arriba a abajo.

—N-no te preocupes, quiero decir, estoy bien. Gracias.

Al segundo vistazo se tranquilizó soltando un silencioso suspiro. Su apariencia le decía que ella estaría lejos de siquiera llegar a vivir en alguna casa de la ciudad central. Y al segundo siguiente el rostro de aquella joven que le acababa de ayudar, le pareció extrañamente familiar.

—¡Ah! No puede ser, yo ocasioné esto. Déjame ayudarte.

Fue lo que dijo al darse cuenta de las monedas de oro abandonadas en el suelo. Flexionó las rodillas para recuperar y devolverle sus pertenencias.

Aprovechando el ángulo de su vista desde abajo por un momento, pues este imitó la acción para recuperar el dinero, recordó en donde había visto ese rostro con cabellos rebeldes, y lo admitía, se veía más linda de lo que imaginaba.

Sacudió un poco su vestido y rascó su nuca aún apenada por un instante aquel extraño sujeto le llamó la atención y no pudo evitar supervisar cada parte de el desde las puntas de los pies hasta su cabeza. Conocía a cada persona del pueblo en tan poco tiempo y si su memoria no le fallaba nunca le había visto por aquí antes.

Por lo visto el joven azabache se le hacía simpático intentaba no mirarlo demasiado puesto que era de mala educación, pero, le era imposible su mirada estaba inquieta. Cabe destacar que sus rasgos físicos eran locamente familiares, es como si, apenas ayer se toparon cara a cara.

—No es nada tranquilo, no miraba por dónde iba.

Enterneció una risita e hizo la misma acción de su compañero, arrodillándose con una pierna mientras la otra servía de apoyo para sostenerse con su talón.

Su mente hizo un tic al darse cuenta del cumplido mental que le había hecho a la joven, y pensó en ese sentimiento que estaba provocando en su pecho en esos momentos. Nunca antes se había encontrado avergonzado frente a alguien, menos delante de una campesina.

Tan extrañado estaba que se congeló apenas sintió la mano ajena tocar la suya por accidente, su compañera nuevamente imitaba su acción ahora en no moverse.

El príncipe en cubierto alzó la vista llevándose un brinco del susto al ver los ojos penetrantes de la contraria, quiso evitar mirarla otra vez por lo muy raro que se sentía con todo lo ocurrido.

Se incorporó de pie rápidamente dando un respiro profundo y actuando como si eso no hubiese pasado.

—A-aún así, pido me perdones, soy nuevo en esta zona del reino y creo que perdí el rumbo. No imaginaba que la civilización en las calles fueran tan brutas.

Optó por continuar con su plan así tenga que superar a esa desconocida en lo que sea que le haya hecho. Al finalizar sus palabras dejó el resto de monedas en las manos contrarias aún esquivando sus ojos brillantes.

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☾░◞𝘿𝙪𝙡𝙘𝙚𝙨 𝙨𝙪𝙚𝙣̃𝙤𝙨 | ᔆᵃⁿᵈʸ ˣ ᴺⁱᵗᵃ 𔘓̶  ͗◞ 🌹Where stories live. Discover now