Tres días - Luke Patterson

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—Es solo que... no quiero dedicarme a la música profesionalmente —hablé casi en un susurro.

Luke se detuvo en seco y se giró hacia mí con el ceño fruncido. —¿Qué?

—N-No me malinterpretes. Amo la música tanto como tú, pero no es a lo que me quiero dedicar el resto de mi vida —al mantener su semblante serio de "¿de qué diablos estás hablando?" tomé sus manos. Él las miró y relajó su expresión—. Mira, la música es parte fundamental de mi vida. No sé que haría sin la banda, sin los chicos... sin ti.

Me miró con los ojos cristalinos, como si estuviera a punto de terminar con él.

—¿Pero? —murmuró y esperó una respuesta por mi parte.

Negué un poco mirando al suelo. —Me voy a mudar Luke, a Inglaterra —dije tratando de que mi voz no se quebrara mientras contactaba nuevamente con sus hermosos ojos, que parecían intentar descifrar si aquello era una broma o no.

Soltó una risa sin gracia, probablemente deseando que no fuera cierto. —Si es una broma juro que...

Una lágrima rodó por mi mejilla, y eso fue más que suficiente para que entendiera que todo lo que le acababa de decir era verdad. Infló su pecho y miró hacia el cielo unos segundos. Decirle aquello me rompía el corazón, y era aún peor ver su reacción.

—Mierda... ¿cuándo?

—En tres días.

La primera y última vez que había visto a Luke llorar, fue cuando se escapó de su casa luego de una fuerte discusión con su madre. Llegó a mi casa empapado y me preguntó si podía quedarse a dormir. No solo fue la primera vez que lo vi romperse de tal manera, sino que también fue la primera vez que dormimos juntos.

Ahora, sus ojos vidriosos intentaban retener las lágrimas, que poco a poco fueron saliendo, dejando un rastro húmedo por las mejillas de Luke a la vez que miraba hacia la nada.

—Hey —tomé su rostro entre mis manos y lo obligué a mirarme a los ojos.

Su mirada estaba apagada, como si le hubieran quitado una parte crucial para poder ser feliz... y tal vez así era. Cerró sus ojos y se dedicó a sentir como acariciaba y limpiaba sus mejillas.

No estaba muy segura, pero probablemente yo estaba igual o peor que él. Sentía mis mejillas húmedas, por lo que estaba claro que también estaba llorando. Aunque no sabía con exactitud si era por su reacción, o porque realmente él me haría falta, junto a la banda y la música en la nueva etapa que estaba por comenzar a vivir.

Lo abracé. Dejé descansar mi cara en su pecho que comenzaba a subir y bajar por toda la situación. Él tardó unos segundos antes de envolverme entre sus grandes brazos y apoyar su cabeza sobre la mía. Aunque no lo veía, sabía que tenía los ojos cerrados e intentaba simplemente disfrutar el momento.

Agradecí que no me atormentara de preguntas sobre el tema como me lo había imaginado antes de decirle la verdad. Creí que se enojaría por decirle que me iba a tan pocos días de hacerlo. De seguro la noticia le cayó como un balde con agua helada.

Esos últimos tres meses habían sido los mejores para la banda. Logramos tocar cada fin de semana en un local diferente, y los lunes y jueves en un pequeño escenario que había cerca de la playa, donde las personas que disfrutaban nuestra música nos dejaban algo de dinero. La razón por la que les oculté el hecho de que me mudaba era justamente esa. Sabía que si les contaba antes las cosas no terminarían bien sobre el escenario. La química que teníamos como banda se debía principalmente al hecho de que todos teníamos en claro que aquello era lo que queríamos hacer el resto de nuestras vidas y que ninguno se iría. Si se enteraban, probablemente pasarían la mayor parte del tiempo intentando convencerme de que me quedara, o se sentirían traicionados, y eso era lo último que quería. Así que, decidí guardar el secreto hasta el final para evitar cualquier tipo de problema.

—¿Por qué no lo dijiste antes? —preguntó sin moverse.

—Estos tres meses han sido muy importantes para la banda —comencé y me alejé para mirarlo a los ojos—. Si les hubiera dicho, habría arruinado todo.

—Eso no es cierto.

—Luke... ¿de verdad crees que si se los decía, las cosas no cambiarían?

Él pareció pensarlo unos segundos. Ambos sabíamos que aquello hubiera cambiado todo en la banda. Más allá de si me apoyaran o no, no sería lo mismo al saber que me iría y los dejaría en menos de tres meses.

Él suspiró con pesadez y me atrajo a su cuerpo de nuevo, abrazándome aún más fuerte que antes, como si no quisiera dejarme ir y su vida dependiera de ello.

Julie and the Phantoms ||| One Shots Where stories live. Discover now