Capítulo 2

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Karol
Logan se adentró a la cocina mientras Teo nos sujetaba a ambas, una de cada lado aseguradas por su fuerte agarre de mano. Me sentí débil por primera vez en la vida, no es que fuese imponente o la típica guerrera valiente de las películas de acción, pero tampoco me doblegaba ante otros. Y ahí estaba yo, parada en el mismo sitio durante quince minutos que sentí interminables sin posibilidad de escape.

Una lágrima se me escapó y la limpié con el torso de mi mano derecha lo más rápido que pude, pensé que nadie lo notaría —pensé—, pero segundos posteriores una risa arrogante me hizo tropezar con el rostro divertido de Logan.

—¡Oh, vaya! La psicóloga está asustada ¿O no? —pronunció cada palabra con desprecio y sacó del refrigerador dos cervezas que destilaron hilos de humo frío.

Lamí mis labios y negué con la cabeza sin apartar la mirada de sus redondos ojos pardos.

—¿Asustada? Sí, un poco —solté intentando que mi voz no temblara tanto, fingiendo una fuerza interior que en aquel momento no tenía.

—Muy bien, así debe ser.

—Logan, deja a la chica en paz, es la segunda vez que te lo digo, no habrá tercera —interviene Frank sentado sobre el brazo de un sillón.

—Toma —le dijo Logan a Teo y le extendió una cerveza—, suéltalas y ve a por aquella soga —le indicó señalando una cuerda fina que colgaba del alsfeizar de una ventana.

—Todo lo tengo que hacer yo —agarró la bebida y se encaminó al objeto.

Parada junto a Helen presioné nuestras manos y le brindé apoyo en silencio. Ella bajó su cabeza asustada y redujo sus quejidos, sustituyéndolos por suspiros profundos. Teo regresó y con cuidado nos amarró las manos, ordenó que nos sentáramos en el piso y obedecimos.

—¿Podría alguno de ustedes ponerme las gafas? —pregunté. Mi cabello se había dispersado por parte de mi rostro y los lentes estaban resbalándose por mi nariz.

—Teo... —pronunció Logan.

—¡Haslo tú! —gritó Teo y le dió un sorbo a su cerveza.

Logan rodó sus ojos y los hoyuelos de su nariz se dilataron. Maldijo en voz baja y se levantó de su silla para ayudarme. Una vez frente a mi dobló sus rodillas y se tumbó a mi altura. Levantó sus manos para tomar mis gafas y antes de ejecutar mi pedido extendió sus labios en una sonrisa reluciente.

—¡¿Qué?! —escupí fastidiada.

—Shhh, ¿Por qué me alzas la voz, psicóloga? —musitó mientras recorría mi rostro con la vista.

—No... no soy psicóloga, deja de llamarme así.

—Ya sabemos que no tienes familia —contestó, sujetó mis gafas en una de sus manos y con la otra comenzó a retirar los mechones de cabello que tenía pegados en la cara—, nadie podría buscarte, ni a ti ni a ella, por tanto, me perteneces mientras estés viva. Te llamaré como me venga en gana —culminó y se puso de pie.

—Primero muerta que pertenecer a alguien que no conozco, y menos a un asesino como tú —dije entre dientes con la mirada en lo alto.

Al decir aquello me agarró por el cuello y me levantó con él. Un dolor asfixiante se instaló en mi garganta y escuché a Helen soltar un grito de horror ante mi sufrimiento.

—¡Imbécil suéltala! ¡¿Pero qué haces?! —intervino Teo a espaldas de mi atacante, pero este continuó mi castigo. Frank por su parte observó y rodó los ojos.

—Escúchame bien... —y diciendo esto presionó sus labios y soltó una carcajada. Quitó su mano de mi cuello y aproveché para tomar aire luego de caer de rodillas al suelo.

La Casona [Pausada]❌🔥Where stories live. Discover now