CAPÍTULO 2

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Con mucho cuidado y devoción, Luck colocó un mechón de cabello castaño sedoso detrás de la oreja de su novia, mientras la miraba a los ojos y le regalaba una sonrisa cargada de complicidad, disfrutando de esa carcajada cantarina que retumbaba en la sala.

Elizabeth no podía contener las lágrimas que brotaban de sus ojos, ante las carcajadas que no conseguía detener. Ya le dolía el estómago y las mejillas; sin embargo, seguía riendo abiertamente.

Eso era lo que más le gustaba de Luck, que la hacía reír como nadie, sabía estar a su lado asegurando momentos inagotables de diversión.

—Tuve que salir del estudio, estaba seguro de que si te miraba, tendrías esta reacción —dijo Luck, partícipe de ese momento que habían vivido.

Estaban recordando el episodio gracioso del día anterior, cuando en la grabación de un comercial para una famosa marca de perfume, parte de la extravagante escenografía se vino abajo, cayéndole encima al productor, silenciando sus estúpidas exigencias.

En ese momento no pudieron burlarse abiertamente como tanto anhelaban, pero ahora nada se los impedía.

El instante de diversión entre los novios fue interrumpido, debido a la algarabía de Violet, corriendo escaleras abajo, siendo perseguida por un furioso Oscar.

—¿Qué sucede? —preguntó Elizabeth, siguiendo con la mirada a su hermana, quien se paraba justo detrás de Luck.

Los estrepitosos pasos de Oscar eran seguidos de cerca por Samuel, que aún excitado, tuvo que salir de la habitación para poner orden entre sus hijos.

—Dame eso enana del demonio —exigió Oscar con sus ojos avellanas destellando de rabia.

—Solo quiero ver lo que haces —dijo, escondiendo tras ella las partituras de una de las canciones que estaba componiendo su hermano. Usaba a Luck como escudo, porque sabía que Oscar no la buscaría detrás de él.

—Papá, ¿se las quitas tú o se las quito yo? —advirtió el joven, desviando la mirada hacia su padre.

Samuel se abotonaba la camisa, dejándosela por fuera, para poder esconder la erección, a la que no le dejaron cobrar vida completamente.

—Violet, entrégale las partituras a tu hermano —pidió el padre, dejando libre un pesado suspiro, armándose de paciencia para lidiar con sus comunes problemas familiares.

—Pero papi, solo quiero ver lo que está haciendo. —Hizo un puchero, renuente a entregar lo que mantenía escondido; aún sin salir de detrás de Luck.

—Ve con papá —pidió Elizabeth, sintiéndose avergonzada ante el espectáculo que su familia estaba protagonizando delante de su novio.

La niña solo bajó la cabeza y negó, mientras seguía aferrada a las hojas.

—Violet —intervino Rachell con contundencia—. Le entregas eso a tu hermano o mañana te quedarás con tu tío Thor y nosotros nos iremos a Brasil. Y pasarás las vacaciones cuidando de tus primos.

Violet, ante la amenaza de su madre, corrió y le entregó de mala gana las partituras a su hermano, sacándole la lengua.

Prefería dejar su curiosidad de lado y no tener que pasar sus vacaciones con los quintillizos. Quería a sus primitos, pero no podía imaginar pasar tanto tiempo con ellos, porque eran muy inquietos.

—¿Mañana? —preguntó Elizabeth, poniéndose de pie casi automáticamente, pero fue ignorada totalmente cuando Oscar protestó.

—La próxima vez que te metas con mis cosas, te voy a...

MARIPOSA CAPOEIRISTA (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora