CAPITULO 4

115 14 9
                                    

"BODA"

Nunca imaginó que el día más feliz de su vida sería así. Nunca pidió que las cosas pasaran de esa forma. Pero ahí estaba, vistiendo el Shiramuko: un kimono blanco tradicional, alistándose para su boda, preparándose para realizar aquel momento con el que soñaba desde niña, completamente entristecida.

La vistieron, la peinaron y la maquillaron. Usaba una pequeña flor blanca en su cabello que desprendía un aroma ligero pero delicioso y dulce, perfecto para la ocasión. Su labial rojo resaltó sus labios, su maquillaje ligero la hizo verse más bonita y sus ojos perla brillaban por las lágrimas que querían caer.

—¡No llore! ¡El maquillaje se va a correr, Hinata-sama!

—G-gomene —se disculpó rápidamente.

Aquella mujer con los mismos ojos le dió una servilleta y la obligó a secarse las lágrimas, no iba a arruinar el excelente trabajo de varias horas solo porque estaba... ¿Feliz?.

No. Triste.

Ninguno sabía la verdad sobre ese matrimonio, a excepción de los principales integrantes de ambas familias, todo se había mantenido en secreto por conveniencia de ambos clanes.

—Terminamos. ¿No está feliz, Hinata-sama?

Aquella mujer de la rama secundaria le medio sonrió desde atrás de ella al espejo.

Hinata se vió a sí misma, notando cada detalle bien hecho y bien trabajado, y al final, notó sus ojos inexpresivos y grises. No, en ese momento no era feliz, quería irse corriendo, quería huir, quería rogarle a su padre que detuviera todo esto. Pero no era capaz, ya no había marcha atrás.

Naruto, ¿Qué pensaría en esos momentos?

¡Hinata, felicidades!

Seguramente le diría algo como eso. Después de todo, Naruto nunca la vió como algo más que una amiga, o incluso una compañera. Naruto estaba enamorado de alguien más, alguien mucho más bonita, alguien valiente y decidida, aquella chica que no tenía miedo a hablar y expresarse, aquella chica que podía decidir a quién amar, que no estaba atrapada en un falso matrimonio, y que tenía el amor del rubio. Envidiaba a Sakura, desde su belleza hasta su libertad. Si tan solo fuera como ella... No estaría en esa situación, a punto de ser esposa de un desconocido para vivir el resto de su vida atrapada.

No sabía que el compromiso duraría menos de un año. Solo los patriarcas y Sasuke sabían de ello, así en el momento parecería algo natural sin ser premeditado. Para Hiashi no era conveniente que su hija supiera del lapso de tiempo, o de lo contrario, según él, no aprendería la lección. Quería hacerla recapacitar. Además, Hinata no sabía guardar secretos, y en algún momento por su culpa los chismes correrían.

Hiashi no confiaba en su propia hija.

—¡Ah! Lo olvidaba, debo ir por el gorro. Ya vuelvo, Hinata-sama.

La peliazul no dijo nada, al igual que la última vez, dejando salir una lágrima que no hizo mucho en su maquillaje. Su garganta le dolía mientras trataba de reprimir sus sollozos. Su cara quería arrugarse, la unión de sus cejas lo estaba y sus ojos estaban cristalizados.

No era feliz, no iba a ser feliz. Desde el momento en el que su madre murió dejó de ser feliz. Su padre se había encargado de ello.




Matrimonio por Conveniencia Where stories live. Discover now