CAPÍTULO 6

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"¿CAMBIO?"

¿Alguna vez imaginaste en lo hermoso que sería pasar tus últimos días con el amor de tu vida? 

Lo feliz y completa que te sentirías estando a su lado, rodeada de sus cálidos brazos que lo único que entregan a tu corazón es amor. 

Cuánto frío tenía. 

Pero el imaginar su mirada cálida... la ilusionaba de nuevo. 

Sentía culpa, mucha culpa. Era una mujer casada que solo debía vivir por y para su marido. Pero no tenía marido. 

Tenía a un hombre frío y seco que no hacía más que evitarla. 

¿Si quiera podía decir que lo tenía?, no era dueña de nada. Pero él tenía el derecho de llamarse dueño de ella. Aunque nunca lo hacía. 

A él no le interesaba nada que tuviera que ver con ella, con su relación o con su falso matrimonio. 

Estaba resignada. Había caído en cuenta apenas unos meses atrás que la habían atado a un cuervo para toda la vida. 

Nadie podía negar que ella no lo intentaba. Trataba de salvar la relación que no tenían, al menos intentaba llevarse bien con él. Dejó de tratar de ganarse su afecto desde la primera vez, muy al contrario sucedió después que ahora lo único que yacía sentimentalmente hacia ese cuervo era el miedo. 

Miedo a su negra y escrupulosa mirada que vigilaba cada movimiento para luego lanzarle una helada con los mismos ojos negros. 

¿Por qué desconfiaba? ¿Acaso creía que lo iba a lastimar? ¿O solo es por el odio que le tiene?

Huía de él cada vez que podía, se dedicaba a hacer las tareas del hogar y a ocupar su tiempo libre en otras cosas, no salía, no se divertía y más que nada se comportaba a la ultura de una esposa perfecta. Hacía por él lo que hubiera hecho por el amor de su vida, aunque le temía. 

No podía olvidar aquella primer noche juntos, aquella donde le lastimó el mentón por sostenerla con fuerza, donde le gritó diciendo que nunca la amaría. No esperaba eso. Aquella noche donde se desmayó y que al despertarse se dió cuenta que aún seguía en el suelo, sin nadie que se preocupara, sin nadie que la procurara, nadie había preguntado si estaba bien; era medio día y nadie sabía que apenas se movía después de haber quedado inconciente. 

Si hubiese muerto... nadie se habría dado cuenta.

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—No me esperes para la cena —Mencionó de repente y a secas mientras ella apenas reaccionaba.

Fue todo lo que dijo y no dió más explicaciones, aunque ya no era extraño.

Todos los días salía por la noche y no volvía hasta muy tarde, cuando ella tratando de dormir no dormía y pensaba en dónde estaría, preocupada. 

Bueno, así fue el primer mes. Después comenzó a irse todos los fines de semana y no volvía a verlo hasta el lunes. Nunca se enteraba de nada, pero su padre sí, y la reprendía cada vez siendo más grotesco.

Le preguntaba “¿Por qué tu esposo visita este lugar?”, mostrándole una fotografía del pelinegro entrando a una clase de bar que no conocía pero por el tipo de mujeres entendía de qué trataba.

No negaba haber sentido un pinchazo al ver al que era su esposo siendo retratado en otras fotos mientras alguien más lo acariciaba y él lo permitía. No se permitía a sí misma sentir algo hacia aquello, pero a veces, como esa vez, fue inevitable.

Se esmeraba por no desmoronar la imagen que debían tener, se dedicaba en cuerpo y alma a que nada le faltara, cumplía su promesa a Mikoto-san de ser la esposa digna pero a cambio... se sentía traicionada.

Pero no tenía por qué. No debía. No tenía permitido sentirse así.

Solo agachaba la cabeza diciendo que aquello no volvería a ocurrir.

Y ocurría de nuevo.

Hasta que un día su padre, que ya no soportó más, le hizo entender las consecuencias de sus actos.

Ese día su familia la escoltó directo a su hogar, una enorme y vacía casa, dónde la dejaron sin que nadie, a excepción de su esposo que llegaba de no sabía dónde y fingió no ver, notara las marcas moradas en sus ojos y mejilla.

Desde ese día curiosamente, Sasuke dejó de faltar a casa, al menos los fines de semana, y su padre no volvió a llamarla.

Pero el pelinegro parecía odiarla más.

Sabía que no debía preocuparse por que ahora él estuviera permitiendo caricias de otra mujer, y no le preocupaba por ser celosa, muy al contrario, ella prefería divorciarse; sin embargo, agradecía internamente que el Uchiha dejara ese mal hábito.

Al menos ahora, junto con el hecho de que su padre no la llamaba, eran sus últimas preocupaciones.

—Entiendo —No había más que decirle. Sin embargo... —P-por favor, lleve algo para la lluvia. P-parece que el clima ha empeorado.

Quizá se arrepentiría de haber mencionado aquello. Quizá, pensó, él le gritaría que no tenía por qué mandarle pues ni siquiera era su madre para hacerlo. Pero todo quedó en una simple idea pues lo único que él hizo fue mirarla como siempre.

Quizá no asintió con la cabeza, pero ella sabía que él había entendido el mensaje.

Incluso se sorprendió cuando, al salir, él llevaba consigo un abrigo y una sombrilla.

Y esa, fue la primera vez que él la escuchó sin criticarle ni reprocharle nada.

Se negaba a sentirlo pero... Estaba aliviada.

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Holaaaa!!!!!

Ayyyy, heme aquí de nuevooo

¡Lamento tanto haberme ido por casi un año entero! 

Mis vacaciones se extendieron ¿Eh?

No, lo que pasa es que como ya había mencionado entré a la universidad, y bueno, ¡estoy lista para escribir de nuevo! 

Cómo verán el cap de hoy es corto, pero prometo volver con más.

Les agradezco su paciencia *hace una reverencia*

Por favor, no olviden comentar (me alegran el día) y compartir si es que pueden 🤍

Muchas gracias! Los leo pronto ⭐

Atte: Autora-chan 🌷

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