Capítulo 11. 💎

51 3 0
                                    

Mentiras

Los demonios se hacen fuerte con el miedo. -Anónimo.



Alessandro

Mi mañana comenzó temprano. Apenas la luz del sol salió desperté y estuve más de una hora con mis hombres de seguridad revisando las cámaras de Dimora. Lo único que logramos captar es un auto blindado y sin placas de color negro estacionado por más de media hora en la parte posterior del hipódromo. A las doce en punto la pareja se bajó del auto con armas en las manos y subieron por uno de los muros con ayuda del auto. Ambos cayeron dentro y estuvieron más de diez minutos en el piso por el dolor de la caída. Se pusieron las máscaras en el momento que notaron la cámara. Esto lo sé por qué ella señaló al lugar.

Se pasearon por los establos por menos de quince minutos hasta que los soldatos notaron su presencia. Lograron capturarlos sin inconvenientes y los encerraron en mi oficina. Para cuando llegué, ellos se habían soltado de las sogas. Un punto ciego de la cámara no capto eso.

A pesar de que las cámaras captan audio, ellos no dijeron ni una sola palabra, por qué lo que me hace pensar de tenían todo muy bien planeado y también me hace pensar que alguien, o ellos mismos ya estuvieron en Dimora antes de este incidente.

También revisamos todas las llegadas de Albania a territorio italiano. Muy parte de los jets privados resguardados por los militares, que en total fueron tres, dos vuelos llegaron entre las doce y tres de la tarde. En el primero llegó la mujer, en un vuelo comercial, donde ella solo es una turista más. No hubo nada sospechoso en ella.

Muy al contrario del hombre, quien desde que llegó al aeropuerto de Palermo actuó de manera extraña. Mis hombres lo investigación, pero no tenía nada raro con él. Lo dejaron ir...

Creo que, si quiero evitar más inconvenientes de este, es mejor que cambie las reglas con respecto a sospechosos que utilizan mi aerolínea.

Quizá no pueda, con toda es mierda que quiere hacer el gobierno...

—Nos vamos a la escuela —mi vista se levanta hasta la puerta de mi oficina donde Alessia me mira con una sonrisa. Gian se adelanta hasta donde estoy.

—Yo ya no quiero ir —él se queja mientras me abraza. Gian es todo un niño consentido cuando se pelea con Alessia, pero supongo que ya están de a buenas. Si no fuera el caso, Gian no accedería a ir a la escuela con Alessia.

—Su madre les dijo para que reciban clases en casa. Pero deben acabar este año en la escuela ya no falta mucho.

—Yo no quiero estudiar desde casa —Alessia también se me acerca y me abraza.

Es que es igual a su madre. A partir de ahora hasta que levante su castigo ella será caroñosa y no va a dudar en obedecer cada cosa que digo...

—La escuela es divertida —Alessia mira a su hermano con una sonrisa— pero no me gusta que me traten como si fuera una princesa.

—Eres una princesa —miro acomodo el cabello de mi hija.

—¡Y yo el príncipe de la mafia! —Gian sale corriendo mientras yo me río—. Adiós papá.

Alessia solo se ríe y niega con la cabeza antes de también salir de mi oficina y despedirse. Incluso escucho decir adiós a ambos cuando Gianna aparece en la entrada.

Mondo Mafia © |ITALIA 3|Where stories live. Discover now