Secuela de The Darkness Within
Elizabeth intenta adaptarse a su nueva vida sin Voldemort. Pero a veces tu pasado se niega a permanecer en el pasado. Libro dos de la trilogía de la princesa oscura.
Esta historia no es mía, sino de Kurinoone.
Trilogía...
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━━ CONCECUENCIAS ━━
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—¿Qué?
Elizabeth miró a Damien con atónita sorpresa. No había esperado eso. Damien logró calmarse lo suficiente para contarle a ella lo que había sucedido.
—Malfoy quería hablar conmigo. Estábamos junto al Gran Lago y empezamos a discutir. Reconocí el anillo que llevaba puesto y pensé que te lo había robado. Traté de recuperarlo y, no lo sé. No sé cómo, pero de alguna manera, ambos fuimos arrojados a tu pensativo.
La mirada de ira en el rostro de Lizzy se intensificó pero Damien siguió adelante.
—Fue un accidente, Eli. Nunca tuvimos la intención de entrar en tu pensadero. Malfoy trató de salir, pero el hechizo que nos había arrojado adentro nos estaba bloqueando. No pudimos salir hasta que los efectos desaparecieron. Solo estábamos esperando, Malfoy y yo, y no sé cómo, pero de repente fuimos transportados a tus... tus recuerdos—Damien se detuvo, una mirada de dolor brilló en su rostro al recordar lo que había visto del pasado de su hermana.
—¿Cuáles viste?—preguntó Elizabeth, su voz tranquila y fallando de controlar su ira.
—Los primeros eran de ti y... y Voldemort—Damián respondió en voz baja—Pero luego recuerdos de... de ti y... y...—Damien no pudo terminar. Nuevas lágrimas brotaron de sus ojos y apartó la mirada de Lizzy para secarlas.
Estaba claro qué recuerdos había visto por su reacción llorosa. Ver a Damien tan desesperado hizo que Elizabeth se calmara casi instantáneamente.
—Está bien—Lizzy dijo con voz tensa—No tienes que decírmelo. Entiendo lo que debes haber visto.
Damien miró a Elizabeth, sus ojos color avellana ahora estaban inyectados en sangre por todo el llanto. No sabía qué decir. Se sentaron en un incómodo silencio hasta que Damien reunió el coraje para hablar.
—No sé cómo sucedió. Malfoy dijo que todos tus recuerdos estaban bloqueados. No sé cómo logramos verlos. Te lo juro, Eli, nunca quisimos verlos, simplemente aparecieron.
