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Te quiero como para escuchar tu risa toda la noche y dormir en tu pecho, sin sombras ni fantasmas

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Te quiero como para escuchar tu risa toda la noche y dormir en tu pecho, sin sombras ni fantasmas. Te quiero como para no soltarte jamás.

mariano benedetti

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EL SOL BRILLABA en lo alto del cielo azul, iluminando el último día de primavera con su cálido resplandor. En el patio del instituto Aoba Johsai, los estudiantes se habían reunido para la graduación. Los chicos lucían impecables en sus trajes, mientras que las chicas habían elegido hermosos kimonos.

La ceremonia había comenzado con un discurso del director, quien habló sobre el arduo trabajo y los logros de la clase graduada. Los padres y familiares de los estudiantes se habían sentado con orgullo en la audiencia, sus cámaras listas para capturar cada momento especial.

Los estudiantes subieron al escenario uno por uno para recibir sus diplomas de manos del director y los profesores. Cada nombre fue anunciado con reverencia, y los aplausos resonaron en todo el lugar.

Alice se puso de pie con cierta timidez cuando llegó su turno, sintiendo la mirada de todos los presentes posándose sobre ella. Sin embargo, cuando volvió la vista hacia sus amigos, vio las sonrisas alentadoras en sus rostros y algo cambió dentro de ella. 

En ese momento, los ojos de los demás alumnos perdieron importancia y se sintió respaldada por la amistad y de quienes la conocían mejor. Con paso firme y la cabeza en alto, subió al escenario.

Después de la ceremonia y la entrega de diplomas, los estudiantes y sus familias se reunieron en el jardín del instituto para inmortalizar el momento con fotografías. El aire estaba impregnado de alegría y emoción, aunque también se podía sentir un sutil matiz de melancolía por la inevitable despedida. Aquel evento era un hito trascendental en la vida de los jóvenes, marcando el cierre de un capítulo importante en sus vidas.

—¿Te he visto llorar antes? —inquirió Iwaizumi con su característica franqueza, sabiendo que no tenía sentido ocultar lo que él y Oikawa ambos sabían. 

Los dos amigos se encontraban al margen de la multitud de padres, profesores y estudiantes. Oikawa desvió la mirada por un momento, apartando sus ojos del sitio donde Alice charlaba animadamente con su tía. 

La brisa suave movía ligeramente los mechones de cabello de Oikawa, mientras él luchaba por encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que sentía. Era un momento complicado en su vida, y la decisión que Alice y él habían tomado pesaba sobre él.

—No estaba llorando, Iwa. Pero, ya sabes, esto con Alice... me hace pensar en muchas cosas.

Iwaizumi observó a Oikawa con una mirada seria y penetrante, como siempre hacía en los momentos como aquellos. Habían compartido tantos años de sus vidas, habían crecido juntos, y no había lugar para las falsedades entre ellos.

El silencio entre nosotros || Tooru OikawaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant