Capítulo 2

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Fue muy sencillo elegir al Obsequio del Ángel, como mi primera opción para un trabajo de medio tiempo.

Era uno de los negocios más concurridos de la ciudad. Cosa más natural para el negocio que comercia todo el catálogo del mejor vino del país. Pero era también un establecimiento serio y respetable que no admitía ningún tipo de malas conductas. Cero tolerancia para borrachos violentos o inmorales.

También estaba el asunto del dueño. Diluc Ragvindir. Si bien el llamado "Rey sin corona de Mondstandt" tenía fama de ser indiferente y calculador; yo sabía que bajo esa máscara de seriedad había un filántropo, quien en secreto era benefactor de muchos emprendedores y pequeños negocios de la ciudad.

Y estaba bastante segura de que una persona así no rehusaría a mi solicitud laboral. Especialmente... porque algún tiempo atrás Lumine nos presentó durante una aventura... Y sé que le pidió de favor que me echara una mano en caso que alguna vez tuviera yo una crisis financiera.

Así que tenía buenas expectativas cuando fui a pedir trabajo ese día a la taberna. Era miércoles, el día en que casi seguro, uno puede encontrar al dueño de la taberna haciendo de bartender. Aunque claro, solo pro precaución, hice una predicción esa mañana para estar segura de que podría encontrarlo en la taberna.

Imagina mi sorpresa entonces cuando al abrir la puerta del establecimiento no encontré una melena de fuego, sino una barba ocre atendiendo detrás de la barra. Intenté ocultar mi desconcierto y decidí proseguir con lo que había venido a hacer.

―Buenos días, Señorita. ¿Se le ofrece algo?

Charles era un hombre afable, característica necesaria para su línea de trabajo, sin duda. Le dediqué una sonrisa antes de responder.

―En realidad, me preguntaba si podría hablar con el patrón.

―¿Oh? ¿Tiene asuntos con el Señor Diluc señorita?

―Negocios, es lo que me gustaría decir― dije con humor ―Esperaba que pudiera contratarme y darme un trabajo de medio tiempo―

No tenía caso ocultarle mis intenciones a Charles, a fin de cuenta, estaríamos trabajando juntos si en efecto obtenía algún empleo.

El hombre me miró algo confundido, pero no con falta de respeto. Seguro no se esperaba que ese fuera el motivo de mi visita.

―Pues sí, creo que eso solo podrá discutirlo con el patrón, señorita― dijo él, al tiempo que se volteó la vista a hacia una puerta que decía "Solo personal autorizado".

Entonces la puerta se abrió y apareció el hombre que había ido a buscar. Charles no perdió tiempo en llamar su atención.

―Disculpe, Jefe.

―Hm. ¿Qué pasa, Charles?

―La señorita quiere hablar con usted.

Y entonces, el patrón dirigió toda su atención hacia mí.

Había pasado algún tiempo desde que estuve cara a cara con el dueño de Viñedos Amanecer. Había olvidado lo abrumador que puede llegar a sentirse estar en presencia de alguien tan imponente.

Hablamos de 185cm de puro músculo. Una espalda ancha y recta, con hombros perfectamente alineados. Su melena de león roja, inconfundible en Mondstandt. Sus ojos carmesí con matices de naranja y dorado, que los hacía ver como el corazón de un incendio. Casi podías sentir el calor abrazándote cuando te miraba fijamente...

¡Pero yo no estaba nerviosa! ¡Na-ha! No solo me había preparado mentalmente de ante mano para ese encuentro. Es algo muy normal para una mujer tan hermosa y talentosa como yo estar en presencia de hombres apuestos y poderosos. ¡Sería una vergüenza si me pusiera nerviosa por algo tan trivial!

―¿En qué puedo ayudarla, señorita Magistus?

El que recordara mi nombre me produjo cierto alivio. Al menos así no tendría que iniciar desde cero.

―B-buenas tardes Amo Diluc. Lamento tener que molestarlo, pero me encuentro en una situación difícil con la que esperaba usted pudiera ayudarme.

Nuevamente, quiero que quede claro que yo NO estaba nerviosa. Si tartamudeé fue a propósito para hacerme ver vulnerable y apelar a los instintos masculinos de Diluc. ¡Porque no hay hombre que se pueda resistir a su instinto de ayudar y proteger a una dama en apuros!

Por desgracia para mí, el hombre en cuestión solo se quedó parado como un roble sin decir nada. Mi única confirmación de que escuchó siquiera lo que dij fue que levantó las cejas después de un momento.

―Vera usted... Requiero... Mora...

―Oh, ya veo― fue su única respuesta.

Inmediatamente dejó el portafolio de cuero negro que estaba cargando sobre la barra y extrajo una chequera del bolsillo interno de su chaqueta.

―¿Cuánto necesita?―

―¡N-no!

Mi reacción pareció confundirlo. Además de llamar la atención de la clientela de lugar.

―¡Amo Diluc, se lo agradezco mucho, pero no he venido a pedir limosna! Pretendo ganarme la mora. Esperaba que pudiera darme un empleo.

Escuché a Charles reírse un poco al lado mío pero mantuve mi vista fija en Diluc, quien bajo las manos aún con chequera y pluma en mano.

―Comprendo tu situación. Pero no estoy buscando más empleados en este momento.

―Eso está bien. La verdad, estaba buscando más bien un puesto de medio tiempo.

Mi respuesta no pareció fascinarle. Ahora si comenzaba a ponerme nerviosa. Si bien mi predicción me había mostrado que podría encontrar al dueño de la taberna con tiempo libre para atenderme, no podía ver mi propio futuro y saber si lograría hacerme con algún tipo de empleo bajo su cargo.

―Eso... Me hace las cosas un poco más complicadas.

Escucharlo decir eso tal vez me hizo entrar un poco en pánico. Diluc era mi mejor opción para asegurar un segundo empleo y no quería quemar ese puente. Comencé a hablar de cuales eran mis habilidades y aptitudes y cómo podría ser útil en diferentes puestos. Incluyo llegué a sugerir que si no había ninguna vacante en la taberna, tal vez podría trabajar en la mansión o en los mismos viñedos.

También comencé a hablar de las aplicaciones de mi visión en el área de servicios y cuidado. Lo que será que pudiera hacerme ver más útil.

Fue entonces que me percaté la forma en que Diluc me miraba. ¿Qué digo mirar? Me estaba observando meticulosamente, con los nudillos de su mano derecha rozando su barbilla.

De pronto los 20cm de diferencia entre nosotros se volvieron más aparentes que nunca. Lo que me hizo sentir incómoda bajo el escrutinio de su mirada.

―Señorita Magistus, ahora que lo pienso hay un trabajo que podría interesarle. Pero tendremos que hablarlo en mi oficina.

Guardó por fin su chequera y volvió a tomar el portafolio negro que había estado cargando cuando bajó al bar.

Voy a ser sincera, me sentí nerviosa cuando me invitó a ir a su oficina. Sabía de los rumores menos alentadores del dueño de Viñedos Amanecer. Que la razón de su falta de pareja es porque satisface sus necesidades masculinas en las bellas sirvientas que trabajan en su mansión.

Yo por supuesto sabía que esos rumores eran falsos. Que Diluc Ragvindir era un caballero. Pero la forma tan transparente en que había analizado mi cuerpo con su mirada... Una chica tiene que cuidarse.

Aún así, decidí aceptar su solicitud. Necesitaba el empleo a fin de cuentas. Y aunque sabía que no era rival para él, si ocurría lo peor siempre podía usar mi visión para escapar instantáneamente de ahí.

Porque si había una brecha que absolutamente no estaba dispuesta a cruzar, no importa lo muerta de hambre que me encontrara, era a nunca jamás, por ningún motivo vender mi cuerpo.

―Charles, envía una carta al gremio, pide a Yanfei que venga.

―Entendido, señor.

―Señorita Magistus― dijo, para que lo siguiera al segundo piso.

Trague saliva y lo seguí por las escaleras. 

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