Capítulo 5

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Cuando pude volver a abrir los ojos desperté de cara a un techo desconocido. Levanté mis dos manos para poder tallarme la sien, mitigando lo que parecía el dolor residual de una jaqueca.

Giré mi vista a los alrededores notando rápidamente que estaba en una habitación pequeña que solo contenía un par de asientos, una mesa de noche y la cama en la que estaba. De inmediato deduje que me encontraba en algún tipo de habitación de hospital.

―¿Qué estoy haciendo aquí?

Noté que no había luz de sol entrando por las ventanas, por lo que debían ser más de las siete de la tarde. El interior de la habitación solo estaba iluminado por una lámpara de luz cálida de poca intensidad, ubicada sobre la mesa de noche.

―¿Hola?― pregunté a la oscuridad, esperando que alguna enfermera o hermana de la iglesia acudiera en mi ayuda.

Antes de que una hermana apareciera, noté que llevaba mi ropa normal conmigo en vez de una bata de hospital. Solo hacían falta mi capa, mi sombrero y mi visión.

―Buenas tardes, señorita. Me alegra verla despierta― dijo la hermana, con una cálida sonrisa.

―Buenas tardes hermana. Disculpe, ¿Cómo llegue aquí?

―Lord Ragvindir la trajo al hospital de la iglesia de Barbatos. Al parece sufrió un desmayo.

Al escuchar el apellido de Diluc los recuerdos de esa mañana golpearon mi cerebro como olas de un mar embravecido. Y cada ola destacaba un detalle en particular. La oferta de trabajo. La deseo de Diluc a ayudarme. Su reconocimiento a mi belleza. Y claro, la causa de mi desmayo, $1,000,000 de moras en regalías por mis servicios en su empresa.

―¿Señorita?― recuerdo escuchar a la hermana preguntar. Pero no podía responderle en ese momento.

Mi magnífico cerebro comenzó a trabajar en todas las variantes posibles de tener semejante capital a mi disposición.

Seguro, yo siempre dije y mantengo que un astrologo preferiblemente debería librarse de excesos y cualquier tipo de lujos u opulencia que lo distraigan de su trabajo.

Pero tener mucho dinero a tu disposición guardado en el banco no le hace daño a nadie, ¿verdad?

Las cosas que podría hacer y dejar de hacer si tuviera ese dinero.

Dejaría de mortificarme todo el tiempo de si tendré a no dinero suficiente para comprar libros o material necesario para mis investigaciones.

No tendría que perder el tiempo administrando mis limitados recursos en cubrir mis costos de vida.

No tendría que ir al bosque en busca de hongos, fruta y hierbas para poder completar mis comidas de la semana.

No tendría que vivir con miedo a enfermarme y no tener dinero para medicinas ni consulta de un profesional de la salud.

No tendría que volver a preocuparme más por la renta. ¡Que va! ¡No tendría que pagar renta! ¡Mona Megistus compraría su propia casa! Con una habitación especialmente designada como mi estudio y otra para el laboratorio.

Todos esos problemas se volverían inexistentes o trivialidades inconsecuentes. ¡Y sin tener que dedicar tanto tiempo y esfuerzo a resolverlos, podría dedicarme completa y despreocupadamente a mis estudios!

Claro, ahora tendría un trabajo al qué responder con Diluc, pero él y Yan Fei me habían asegurado que tendría mucho tiempo libre. ¿Y por qué me iban a mentir al respecto? Evidentemente Diluc era tan magnánimo, que estaba por encima de la necesidad de mentir.

Tampoco tendría que seguir con mi trabajo para El Ave de Vapor. Bueno, podría seguir en contacto y de vez en cuando publicar mis hallazgos.

¡No! ¡Estaba pensando chico! Con mis nuevos ingresos ya no estaba confinada a una mísera columna de una revista. ¡Mona Megistus iba a poder publicar sus propios libros y tesis y ofrecerlos al mundo!

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