Capítulo 8

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Con Diluc fuera de la habitación y Eula fuera de servicio, el silencio sirvió como espacio perfecto para perderme en mis cavilaciones.

No puede ser. No es posible. Era lo que me decía a mí misma.

¿Cómo no hacerlo? Sabía que en términos de lógica era positivamente imposible que una mujer de mi edad y cultura se enamorara en un solo día. Ni que fuera una princesita risueña de cuento de hadas.

Así es. No estoy enamorada. Solo estoy... un poco encaprichada. Sí eso. Una simple reacción a la multitud de eventos de las últimas 24 horas. Es natural Mona, claro que sí. Te sientes agradecida con Diluc quien solo es tu nuevo jefe que te va a cambiar la vida. Tu jefe que casualmente es alto, millonario, malditamente guapo y... ¡Y estamos en la capital del reino de la libertad! Las relaciones poliamorosas no están precisamente prohibi...¡Arhg!

Me puse de pie revolviéndome el pelo con desaprobación conmigo misma.

―¿Está todo en orden?― se escuchó la voz de Diluc venir desde abajo.

―S-sí. Descuide amo Diluc, fue solo el piquete de un insecto.

―¿Eula está bien?

Volteé mi mirada a la capitana de los caballeros. Eula suspiró entre sueños y se dio vuelta sobre el sofá cama, dándome la espalda.

―Sí, ya se durmió. Voy para abajo.

Me di cuenta que debía dejar de pensar en el asunto o terminaría en una profecía auto cumplida, en que mis propios intentos de racionalizar la situación serían los causantes de mi enamoramiento.

Cuando bajé Diluc estaba de pie recargado en la barra. Se incorporó cunado cerré la puerta a las escaleras.

―¿Estás bien?

―Claro.

―Lamento que hayas tenido que ver eso.

―No te preocupes. No fue tu culpa.

―Espero comprendas que no debes hablar nada de lo que viste o hablaste con Eula.

―Sí, por supuesto. Soy una tumba.

―Bien. Ahora...― Diluc se rascó la barbilla con su mano derecha, parecía estar pensando en qué decir ―Eula suele hablar demasiado cuando el alcohol se le sube a la cabeza. Me disculpo si dijo algo que te ofendiera o incomodara.

Contuve mis ganas de tragar saliva al recordar mi breve conversación con la capitana.

―N-no exactamente. Más que nada, me dejó confundida respecto a la naturaleza de su relación.

Con el ceño fruncido y la mirada hacia un lado, Diluc respondió ―Es... complicado.

Me emocionó la posibilidad de desviar la conversación de mi hacía él. Así que decidí hacer un poco de presión.

―Fue muy inesperado verlos tan cercanos. En las calles se dice que ustedes no se llevan bien, sobre todo teniendo en cuenta el historial de sus familias.

Diluc se cruzó de brazos y por un momento pensé que había cometido un error al intentar indagar en su relación con Eula. Pero su postura era de hombros relajados y una sonrisa en los labios.

―Me habría imaginado que alguien como tú entendería la importancia de desconfiar en rumores callejeros.

Me puse roja de la vergüenza. Por supuesto. ¿Quién mejor que él que tenía ojos y oídos en toda la ciudad para saber la importancia de no confundir rumores con hechos? Pero yo también tendría que haber tenido algo así presente, con todos los desagradables rumores que circulan sobre mi por la ciudad por ninguna otra razón que mi forma de vestir.

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