ᴛʀᴇs

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𝘛𝘰𝘥𝘢𝘴 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘪𝘤𝘢𝘵𝘳𝘪𝘤𝘦𝘴 𝘣𝘪𝘦𝘯 𝘤𝘶𝘳𝘢𝘥𝘢𝘴 𝘷𝘶𝘦𝘭𝘷𝘦𝘯 𝘢 𝘥𝘰𝘭𝘦𝘳 𝘥𝘦 𝘷𝘦𝘻 𝘦𝘯 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰.

Pov's Maite

Al caer la noche, empecé a amasar las pizzas con forma de corazón, queriendo darles un toque especial. Pero mientras trabajaba, sentí un par de manos en su cintura y escuche una voz desconocida que me preguntaba: "¿Necesitas ayuda, linda?". Reaccione con rapidez, dando un codazo al intruso "Mantente tus sucias manos de mi cintura, así me re contra ayudarías, idiota".

Me di la vuelta y vi a Holder, en un instante ya estaba acompañado de Martina, su amiga. Preocupada, Martina se acercó a Holder. "¿Estas bien? ¿Qué te hizo esta?". Refiriéndose a mi. Deje todo lo que estaba haciendo, mire a Martina a los ojos y hablé con firmeza: "Tengo un nombre, y es Maite. Acordatelo bien si no queres salir lastimada para la próxima, estupida". Martina respondió con arrogancia "Seguí ocupándote de las asquerosas pizzas que estás haciendo mejor, si no matas ni a una mosca vos, morocha idiota".

Justo cuando iba a dar el primer golpe, sentí que alguien me agarró. Era Marcos. "No vale la pena". Habló. "Tenes razón, la próxima semana se va". Marcos sonrió y asintió ante mi comentario y me relaje. "¿A mi si me dejas que te ayude con las pizzas? ¿O también me vas a pegar?". Preguntó fingiendo miedo en su voz". "Fijate y averigualo". Hablé sonriendo y pusimos a levar la masa.

Después de la comida, me acercque a Nacho y le pregunté: ¿Y Nachito? ¿Como están las pizzas?. Con la boca llena, Nacho exclamó: Son las mejores pizzas que probé en mi vida. No pude aguantar la risa  al escucharlo. "Perfecto, gane la apuesta y te toca pagar, pero te tengo que cambiar la prenda". Nacho me contestó obedientemente: "Estoy a tus órdenes".

Le dije a Nacho que acá no podíamos hablar, así que nos fuimos al patio, donde una de las cámaras estaba rota. Aprovechando la ocasión, me saque el micrófono y saque también el de Nacho. "Por favor, necesito que nomines a Martina la semana que viene, es insoportable y va a terminar haciendo que pierda la cabeza, obligándome a pegarle y que me expulsen. Odio que encima haya ganado la prueba de el líder".

Nacho respondió: "Si, obvio que si, yo también la odio, se cree la gran cosa y flasha una banda".

"Dios si, te juro que si salimos de acá y me la cruzo le rompo la cabeza contra la verde no sé". Nacho se rió y me respondió: "Sos tremenda eh". Solo sonreí, sabiendo que tenía razón y estaba orgullosa de eso.

Volvimos a ponernos los micrófonos y entramos en la casa. "Bueno chicos, yo me voy a dormir, les voy a pedir por favor si pueden lavar todo que yo estoy matada, espero que descansen". Y me dirigí hacia la habitación, me tire a la cama.

Juli se me acercó y me preguntó: "¿Puedo preguntarte algo?". "Ya lo hiciste, pero si, pregúntame".

Juli río mirándome y preguntó: "¿Te jode si se queda a dormir Marcos conmigo hoy? Me da miedo dormir sola esta noche, pero tampoco quiero que te sientas incómoda o algo por lo que pasó."

No quería incomodarme por lo que me había pasado en el pasado y lo valoraba, pero el recuerdo de el abuso que había sufrido de nena invadió en mi memoria, pero con un nudo en la garganta, respondí: "No hay problema Ju, yo me voy a dormir con Agus".

Desde ese día, no había tenido ningún contacto sexual ni romántico con ningún hombre, pero Agus me hacía sentir segura y realmente no quería ver a Julieta durmiendo con Marcos.

Fui al cuarto de los chicos y desperté a Agustín. "Agus, perdona que te despierte. ¿Pero me podría quedar a dormir con vos?". Agus, medio dormido, sonrió y levantó las sábanas para que me metiera en la cama con él y nos dormimos. Al recordar lo que me había pasado comencé a tener una pesadilla y me desperté abruptamente levantándome de el susto.

Agustín se despertó, con los ojos cargados de sueño y preocupación. "Maite, ¿estás bien?", me preguntó.

Me mordí el labio y mi voz tembló ligeramente al responder: "No puedo dormir, Agus. Las pesadillas... no me dejan en paz".

Agustín me acercó más, sus brazos fuertes y protectores a mi alrededor. "Tranquila, acá estoy yo para cuidarte", susurró, su voz era una melodía tranquilizadora en la oscuridad.

Apoyé la cabeza en su pecho, sintiendo el ritmo constante de los latidos de su corazón bajo mi oído. El sonido era una suave canción de cuna que aliviaba la tensión de mi cuerpo. "Gracias, Agus", murmuré, con voz apenas audible. "No sé qué haría sin vos".

Me dio un tierno beso en la coronilla, y las yemas de sus dedos trazaron delicados círculos en mi espalda. "No tenes que darme las gracias, Maite. Siempre voy a estar acá para vos, pase lo que pase".

A medida que pasaban los minutos, el silencio entre nosotros se convertía en un santuario que me permitía soltar el miedo y la ansiedad que me consumían. La presencia de Agustín me dio una sensación de seguridad que no había sentido en mucho tiempo.

Por fin me armé de valor para hablar, con la voz cargada de vulnerabilidad. "Agus, ¿alguna vez... has deseado intimidad? ¿Sentir el tacto de alguien que se preocupa por vos?".

Se detuvo un momento y sus dedos dejaron de acariciarme suavemente. "A veces, Mai. Es natural querer esa conexión con otra persona".

Un escalofrío me recorrió la espalda cuando sus palabras resonaron en mi interior. "¿Alguna vez extrañas ser deseado, Agus? ¿Que las manos de alguien exploren tu cuerpo, encendiendo un fuego vos?".

Su respiración se entrecortó ligeramente, con una mezcla de sorpresa y deseo parpadeando en sus ojos. "Maite... ¿me estás... preguntando si quiero eso con vos?".

Asentí, con las mejillas sonrojadas por una mezcla de vergüenza y anhelo. "Perdón si es demasiado atrevido, Agus. Es que... Llevo tanto tiempo privada de ese tipo de intimidad que me está consumiendo".

Agustín me agarró la cara entre las manos, con un tacto suave pero firme. "Maite, no puedo negar que lo pensé. Pero no quiero lastimar a Marcos".

"Entiendo, no te preocupes". La vulnerabilidad en mis ojos se hacía notar.

Agustín me dio un suave beso en la frente, con voz llena de ternura. "Descansa, Mai".

Con una sonrisa cansada pero satisfecha, cerré los ojos. El peso de mis preocupaciones y temores se disipó y me invadió una sensación de paz y satisfacción. Cuando el sueño se apoderó de mí, supe que podría descansar tranquila, sabiendo que Agustín estaba a mi lado.

¿Solo un juego? - Marcos GinocchioWhere stories live. Discover now