3. Henry gafas rotas.

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Leah

Llegar a este lugar en una posición completamente distinta nubla mi mente. Soy la nueva dueña, por ende, la mayoría de los trabajadores bajan su cabeza cuando paso, como si fuese la reina de Inglaterra. Les sonrío a cada uno de ellos, para que intuyan que haré lo mejor que pueda con este puesto.

Aunque en realidad ni siquiera vine a algo concerniente a la empresa.

— Tyler, la reunión es en 10 minutos. – Repongo y asiente con la cabeza. – ¿Alguna de las salas de juntas está disponible?

— Si, podría encontrarte una. – Se encoje de hombros. – Pero Michael solía hacer las reuniones personales en su oficina.

Respiro, desde que falleció no he querido entrar a su oficina.

— Si no te sientes preparada podría buscarte una sala de juntas, o podrías ocupar mi oficina. No hay ningún problema con eso, Leah.

— No, ocuparé la oficina de Michael. Está reunión es importante y debe ser secreta. – Niego con la cabeza. – Está bien, puedo hacerlo.

Su mirada melancólica hace que baje la cabeza. Frunzo el ceño cuando se saca el pañuelo de su traje y me lo ofrece.

— ¿Qué pasa?

— Estás llorando, Leah.

Recién me percato de las lágrimas que corren por mis mejillas, recibo su pañuelo y me las limpio rápidamente.

— Lo siento, debería ser más profesional. – Bajo la cabeza para que los trabajadores no vean mi cara.

— No, no deberías. Tu esposo murió hace menos de un mes, entenderán por lo que estás pasando.

— Yo, debería entrar...

— ¿Quieres que te acompañe?

— No, muchas gracias, Tyler.

El hombre asiente con la cabeza, entendiendo lo que quiero decir.

— Llámame si necesitas algo.

Tomo el pomo de la puerta cuando lo veo desaparecer por el pasillo. Respiro antes de girarlo, tratando de hacer desaparecer el nudo en mi garganta; Cuando se abre veo todo en su lugar, tal y como solía estar.

La cierro detrás de mí, dejando en estas cuatro paredes mi momento de soledad. "Es como si todavía estuviese aquí", cada artículo de esta oficina mantiene con vida a Michael. Camino por el lugar hasta llegar a su escritorio, sigue decorado con fotos de todos nuestros hijos por separado, mientras que la foto de nuestro matrimonio está justo en medio. Cierro los ojos al pensar que nos veía todos los días.

Su oficina es el vivo retrato de nuestra relación, la pared del lado derecho está llena de todas las imágenes de nuestros hijos conforme fueron creciendo y la del lado izquierdo tiene una gran pintura de mí, una que odiaba en principio, pero que ahora me mantiene más cerca de él. El cuadro está rodeado de fotografías de nosotros, cada viaje, fiesta, y nacimiento. No es una oficina fría, está llena de recuerdos, a los que busco aferrarme, porque siento que moriré si no lo hago.

Me siento en el sofá colindante a su escritorio, buscando rememorar cada caricia repentina que surgía en pequeños momentos libres.

02 de septiembre del 2027

— Ven aquí, miss insoportable.

— Déjame en paz. – Frunzo el ceño y niego con la cabeza. – Eres de lo peor.

— La doctora dijo que no más chatarra, Leah. Sabes que lo hace por tu bien, por el bien de los dos.

Me llevo las manos a mi vientre hinchado. El segundo embarazo está siendo mucho más tormentoso que el primero. He tenido problemas de salud, por lo que la doctora me prohibió salirme de su dieta especial, eso significa no más comidas deliciosas que mi hijo pide a gritos.

Que la ley nos repare | Tom Hiddleston [LIBRO 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora