Pagliacci

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Mientras, Alice y yo, corríamos por el atiborrado aeropuerto, tecleé un rápido mensaje para Jacob, cuya respuesta fue una foto de mi gata comiendo.

Como necesitaba pruebas más fehacientes de que efectivamente estaba cumpliendo su promesa, opté por hacer una videollamada. Sin embargo, por andar de desconfiada, perdí de vista a Alice.

Parada en medio del aeropuerto, con gente caminando con prisa, de aquí para allá, me estiré todo lo que daba mi escasa altura, para divisar entre la multitud a la chica pálida de cabello en punta.

—¿Alice? —Llamé convencida de que era inútil.

Estaba perdida, en el aeropuerto de un país desconocido, con un pasaporte en blanco, un teléfono móvil sin saldo y medio sobre de Clonazepam.

Igual que como había llegado a pueblo tenedor.

Pero, aquí no tenía a mi hermano para recibirme.

Aquí en el mejor de los casos me recibía alerta aeropuerto...

La vampira de andares de bailarina, se materializó antes, de que mi cerebro sobre-estimulado siguiera enumerando escenarios.

Cuidando de que ni me tropezara con mis propios pies, por seguirle el ritmo, me llevó consigo hasta una salida, poco transitada.

Rápidamente, nos subimos en el único auto aparcado. Un deportivo amarillo pajarito.

—Vaya... no sabía que alquilaran autos deportivos. —Comenté a propósito del amplio y elegante vehículo.

Apenas me había puesto el cinturón de seguridad, cuando Alice arrancó, llegando a los cien kilómetros por hora, en un par de segundos. Y fracción.

—No lo hacen. —Respondió, esbozando una sonrisa. — Supongo que a estas alturas no te importa que robe un coche...

—¡Que graciosa eres! —Espeté, con un ademán despreocupado.

Alice siguió sonriendo, desviando la vista al frente.

—¿No es broma? —Mi expresión pasó a ser de terror.

—Necesitábamos un coche rápido... —Se justificó encogiéndose de hombros.

— ¡Alice, la conchadelalora!

La vampira me miró con desconcierto.

Pasé las manos por mi cabello, maldiciendo en mi fuero interno.

Aprecien la astucia de esta cínica.

En mi defensa, puedo decir que cuando yo tomé prestado el cuadro en casa de los Cullen, sin su autorización, estaba en las más desesperada de las necesidades...

Ok.

Acá igual estábamos desesperadas por llegar a tiempo.

Mal argumento...

—¡Y si nos encuentra la policía!

Ahí estaba una de las principales diferencias entre el robo de Alice y mi justa compensación por daños y perjuicios.

Podíamos ser arrestadas. Y aquí no conocíamos al jefe de policía.

Además, estábamos en la sede oficial del papa.

¿Y si nos arrestaba la guardia suiza?

—¡Alice!

—No te preocupes por banalidades.... lo solucionaremos.

—¿Con un pollo con papas fritas?

Las facciones agudas y delicadas de Alice se contorsionaron con extrañeza.

(Fanfic de Luna Nueva) Temporada de corazones rotosWhere stories live. Discover now