Los juegos de Kreiger

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Al abrir mis ojos, había perdido por completo la noción del tiempo y del espacio ya que para aquel instante aún me mantenía con los recuerdos muy presentes respecto a aquellos últimos instantes en los cuales aun me encontraba consciente y acomodada en el asiento del copiloto junto a Dominieck, así que al despertar al no saber dónde me encontraba me dispuse a observar todo lo que se mantenía esparcido a mi alrededor.

Al hacerlo realmente no pude evitar perderme contemplando los detalles rústicos que en su interior se mantenían y que daban vida a toda aquella recamara, dándole a la misma un aire especial y algo distinguidamente atractiva, pero sin dejar de ser obvio el hecho de que no le conocía, lo que la hacía ante todo un espacio totalmente nuevo para mí.

De ella de igual manera, emanaba un aroma muy característico bastante masculino, aroma que no muy bien se adentró en mi olfato hizo que de alguna manera la sangre en mis venas empezara a hervir, la energía empezó por ello a acumularse instantáneamente en mi cuerpo despertando aquel viejo deseo que tiempo antes había experimentado.

La sensación de vacío nuevamente se acumuló en la zona baja de mi ombligo ahogándome en un mar de sensaciones incesantes y atroces que buscaban consumirme sin darme tregua alguna.

Ante la inestabilidad que experimentaba, me vi obligada a dirigir mi mano derecha hasta aquella zona como lo había hecho mientras estaba en lo alto de aquel edificio junto a Dominieck buscando intentar deshacerme de aquella sensación, pero sin importar lo que hiciera aquella no cedía.

En tanto, fue justo cuando aún me mantenía de pie allí, que tras llevar mis ojos hacia abajo me percate de la presencia de mi tal majestuoso anfitrión, quien dispuesto justo próximo a donde yo me encontraba de pie presumiblemente dormido se mantenía recostado plácidamente como si nada estuviese sucediendo, completamente boca arriba mientras mantenía dispuesto su brazo izquierdo en dirección a la parte posterior de su cabeza permitiéndole esto hacer algo de altura.

Al verlo una idea perspicaz se hizo sentido en mi cabeza al entender una vez ante aquel, las palabras dictaminadas por Kreiger resumidas en la tan simple frase — " lo siento, luego me lo agradecerás ".

Por lo que sintiéndome algo estafada por el falso altruismo dispuesto por ella al darme de la nada tal libertad, al sentirme algo enojada tras habérseme olvidado por un momento de la presencia de aquel hombre dije casi sin pensar en un tono de voz medianamente alto — eres una tramposa.

Al haber replicado aquello, aquel hombre balanceo un poco su cuerpo sobre aquella superficie lo que provocó que quedara posicionado en dirección mía, pues aparentemente el ruido proveniente de mi, había despertado tal vez su sensible oído, aunque realmente no daba señal alguna de encontrarse algo espabilado.

Valla susto aquel me infirió en tanto yo me encontraba ni con la más mínima intención o deseo de molestarle, así que sintiéndome algo evidentemente tonta intente marcharme y así buscar salir de allí para permitirle finalmente descansar un tiempo más de mí.

Con cuidado y en puntillas di los primeros dos pasos que me ayudaron un poco a alejarme de Dominieck y tras dar el segundo proporcional al primero giré mi cabeza rumbo al suelo buscando tener bajo la mira cualquier cosa que me pudiese hacer tropezar y que por ende lo hiciera despertar a consecuencia del estrepito que se hiciese sentir, buscando de manera evidente huir de allí, cosa que no conseguí.

Dominieck claro que me descubrió y claro que hizo una de las suyas tras capturarme, pues habiéndome permitido dar aquellos dos pasos, con sigilo se despertó, con rapidez me sostuvo por la mano izquierda de la cual tiró y por ende me llevo hasta él y desde allí, bueno... la historia se balanceó en un ir y venir entre el placer ligado a la locura.

Destinos Entrelazados: El Alfa y la Omega (Terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora