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La gatita grisácea ronroneaba a gusto mientras descansaba plácidamente en su acogedora cama, sintiendo en medio de su sueño, como una bolita de dudosa procedencia se metía en la misma, con seguridad, para molestarla. Abrió con desgano uno de sus pequeños ojitos, estirando luego ambos como platos al sentir como el aire de sus pequeños pulmones se escapaba.

— ¡SooSoo, ya despierta! — Saltó Rosie sobre la cama, llegando a aplastar sin ninguna suavidad a la minina — ¡Quiero jugar! —Chilló histérica.

Ji Soo se levantó mirándola con plena irritación, bajando al suelo y salió del comedor lejos de la vista del otro animal, echándose en el sillón.

— Porfaaa — Suplicó la blanquecina.

Y aun después de tres meses de convivencia con la otra minina, Ji Soo ni había aprendido la lección de que la menor podía llegar a ser uno de esos gatos energéticos he intentos.

Según Soo, un gato notable y disciplinados solo tenia la necesidad de llevar a cabo tres cosas: Comer, dormir y engordar, para recibir más mimos y demás. No obstante, Rosie no respetaba ninguna de esas normas, despertándola desde temprano todos los benditos días solo para jugar.

¡Y claro! La blanquecina también conocía que no tenia que rogar, aprovechando sus largos bigotes moviéndolos mientras ladeaba su cabecita con felicidad, para asi mejor que con un chasquido, aunque no podía hacerlo puesto que era una minina, tuviera a Ji Soo ante sus felpudas patas aceptándole.

Al igual que ahora, mientras jugaban con ovillo de lana, para luego jugar juntos en la grande y misteriosa caja.

— SooSoo — maulló llamándola, algo ya agotada.

La grisácea se giró mirándola, controlando su agitada respiración por el cansancio. Nunca se ejercitada y ahora con la blanquecina todos los días tenía que moverse de alguna forma diferente.

— ¿Qué? — Dijo desganada

— Me dio hambre — comentó la blanquecina quejándose.

La grisácea contuvo la inmensas ganas de contestar con sarcasmo o de forma grosera, mas tuvo presente que la minina frente a ella era más delicada, asi que mordió su lengua.

— Busca en las repisas, allí deja la comida cuando se le olvida. — Contestó, regresando su atención al reburujón de lana.

Oh, pero también, recordando el pequeño detalle que la menor no contaba con garras. Siendo imposible subir a donde le decia a no ser que escalasen la gruesa cortina.

Rosé lo miró, haciendo unos ojitos parecidos a los gatos con botas, le había servido de algo prestarle atención a la película.

— Me vas a obligar a subir, ¿Verdad?

Y aunque la grisácea hubiese preguntado, ya sus patas se hallaban sobre el lugar mencionado. Buscó con sus gatunas mirada la taza, arrastrando de ella con su cabeza y patas hasta llevarla al borde del mesón, empujando de ella con su naricita de botón color negro.

Se bajó de un brinco, aterrizando a un lado del alimento y sintió como un áspero lamido fue dejado en su mejilla.

— ¡Gracias! — Le maulló Rosie con tal felicidad, meciendo su cabeza y bigotes.

Fue hasta la comida, comenzando a masticar.

La grisácea se detuvo un rato para observarlo, notando la molestia en su pancita la cual se había acostumbrada a tener, y bostezó cansada subiéndose al sillón, acurrucándose en un intento de olvidar la desesperante sensación dentro de ella.

Intentado, claramente sin lograrlo. Puesto que su blanca amiga después de comer la notó ronroneando, sintiéndose el cansada al haber comido recién, fue directo hasta ella, haciéndose un espacio y se acurrucó junto a su gatuna mayor, cerrando sus ojitos hasta caer en los brazos de Morfeo, sin darse cuenta de las náuseas de la minina a su lado al sentir tantas cosas mezcladas en su estómago.

𝐆𝐀𝐓𝐎 𝐆𝐑𝐔𝐍̃𝐎𝐍 ›  ࣪  ( 𝖼𝗁𝖺𝖾𝗌𝗈𝗈 )  ׂ  ♡ ⃞    !Where stories live. Discover now