tres: gatitos.

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La sala de reuniones del instituto se podía describir usando unos cuantos adjetivos despectivos y alguno positivo si se trataba de señalar la ventilación abierta y los armarios nuevos que hacían un feo contraste con el resto de estructuras, sobretodo con el suelo de cerámica amarilla y desteñida que en su día fue tan blanca como la nieve. TaeHyung odiaba estar en la sala de reuniones desde la primera vez que estuvo allí, cuando era el nuevo entre los demás jefes de departamento y cuando era más parecido a un cachorro asustadizo. Recuerda que estaba un tanto alejado del resto de profesores, queriendo ser invisible entre ellos y sintiéndose como un conejillo de Indias al estar vestido con un traje fino que SeokJin compró para él.

Y ahora no era muy diferente, la sala siempre se usaba para dar avisos graves, para regañar a una parte del profesorado, poner sanciones, reclamar daños en las clases, y para dar el discurso de inicio de curso.

Era el segundo año de JungKook en la institución pública dando clases a alumnos de secundaria, las cosas no le iban mal el año anterior y había cogido un buen ritmo en las sesiones, tanto así que la jefa de departamento estaba muy emocionada el primer día de juntas por el número tan elevado de aprobados en un grupo que siempre mostró dificultades para aprender matemáticas. Le halagó delante de todos los demás departamentos que se reunían ese primer día, desde el jefe de biología, Kim NamJoon, hasta el jefe de filosofía, Byun BaekHyun. Y es que fue lindo para el Alfa de conejito ser nombrado de esa forma delante de TaeHyung, el tigre de bengala que se mantuvo muy atento desde que la señora de pequeños ojitos mencionó el nombre de JungKook.

—Ahora bien, siempre hemos rotado los despachos y salas de profesores según el número de maestros para cada departamento y este año no será diferente. —Agrupó un par de folios repletos de nombres subrayados con colores fosforitos distintos para juntar distintos profesores en un mismo despacho— Tenemos un gran número de profesores en el departamento de lengua este curso así que está más que claro que la sala diez será concedida a dicho departamento...

Varios profesores y unas cuantas maestras se vieron entre sí con sonrisitas cómplices, felices por tener el lujo de estar en la sala nueva y recién remodelada, y además de ser la más amplia de todo el edificio, también contaba con espacios individuales para cada persona, de esa forma no se pelearían por el espacio. De hecho no se molestarían con nada de aquella Preciosa sala, ellos no tendrían que romper los cristales de sus ventanas para ventilar el despacho, no lidiarían con el frío mortal del invierno y muy difícilmente se encontrarían discutiendo por el mal estado de la sala.

Las orejitas de TaeHyung se menearon suavemente, algunas veces se sentía muy abrumado y presionado porque se encontraba en un foco de fuertes estímulos sensoriales, como lo era esa sala de reuniones. Todos hablando, todos haciendo ruido, todos molestándole indirectamente. Su ceño se fue frunciendo sin querer, sus pupilas se volvieron pequeñas al contraerse y estar sumamente distraído por tanto ruido. Era fácil notar esos cambios, sobretodo cuando pasabas mucho tiempo con él.

Y era el caso de JungKook.

Se le quedó viendo desde lejos algo preocupado y tuvo que abstenerse a ayudarle en cuanto el director alzó la voz otra vez, pero en esta ocasión no llegó a llamar la atención de TaeHyung.

—Como el departamento de música y baile siempre están juntos, este año se les ofrecerá el estudio uno a los de música y el gimnasio a los de baile, de este modo no tendrán que dividirse el espacio.

—Pero... —La profesora de música alzó la mano al hablar y JungKook se fijó en ella— El gimnasio está ocupado ya por el profesor de educación física.

La chica de pelo corto y negro había entrado con él el año anterior, fueron de los pocos que lograron entrar al sistema e incorporarse así que fue como reencontrarse con una vieja amiga. Aunque no hablasen mucho en un pasado, sí que tienen algunas conversaciones triviales. Era un poco mayor que él, una Alfa dominante que olvidaba su faceta de cara a la sociedad y doblegaba todos los estereotipos adjudicados a las Alfas. Era linda y tierna, con una forma de ser delicada y suave, como si no quisiese ser identificada como una temible Alfa dominante.

tae's giggles | kooktaeWhere stories live. Discover now