epílogo

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[esto se corresponde entre los capítulos siete y ocho de esta temporada]

TaeHyung falta dos días seguidos a su trabajo y es JungKook el que se encarga de informar a su jefe su estado, aunque se ahorra detalles privados y resume de mala manera sus síntomas para hacerlos parecer a los de un resfriado común pero tan fuerte como para meterlo en la cama por cuarenta y ocho horas. En verdad ha estado en cama, algunas veces se atreve a probar los supresores con un trago de agua y mantiene la Fe en que le harán efecto, casi reza a los dioses para que sus erecciones dejen de aparecerse así tan de repente y que el deseo sexual que nunca mostró en todos sus años como Omega le azoten así de la nada.

Le preocupa que su jefe le pida reportes médicos o justificantes de recetas cuando se incorpore nuevamente a su trabajo, tiene las que JungKook le ha estado trayendo pero todo corresponde a la compra de supresores y condones. Y se niega a darle una oportunidad más a su jefe para que pueda burlarse de él, no tardaría ni media hora en esparcir el rumor de su celo precoz.

Pero en ese preciso momento, justo cuando la puerta de la habitación de JungKook se cerró, TaeHyung dejó de darle vueltas a los problemas y por un largo y merecido lapso de tiempo, olvidó todo lo que le rodeaba.

Porque JungKook había vuelto del trabajo temprano, adivina que dejó todo tirado para regresar a casa. La noche anterior no recuerda bien lo que hicieron, tiene las imágenes borrosas por el deseo y el placer, sabe que hicieron el amor unas cuantas veces pero no tiene presentes los recuerdos nítidos que le gustaría conservar.

Pero ahora se centró en esos labios suaves y conocidos que se meneaban sensuales sobre los suyos, en la mano que se deslizaba por su piel hasta el lugar donde está predestinada, por una profunda injusticia del universo, a encajar a la perfección. Siente cómo explora su cuerpo con mimo, repasando por encima de la ropa todo aquello que luego marcará con sus labios y lo desea tanto que se pierde en el tacto y en los besos.

JungKook lo besa tantas veces y lo hace a su gusto, llevándolo a la cama casi cargado.

TaeHyung no puede oponerse a sus movimientos, ni a la forma tan jodidamente atractiva de arrancase la ropa y concederle un deseo de tantos. Su piel es blanca y brillante por las gotas que se le desprenden, los músculos se marcan y TaeHyung no logra organizar sus pensamientos, ni siquiera puede enfocar bien y teme que en un momento se le llegue a escuchar gemir. Y es que estaba delirando ante el cuerpo del Alfa.

Pero cualquier esfuerzo que pretendía hacer se borra de su sistema cuando los dedos del otro toquetean juguetones los botones de su camisa, mientras mantiene el contacto visual de forma diferente a las demás. Como si buscase provocar algo distinto en él, como si quisiese descubrir lo que era de él en ese ámbito.

Y si Jeon se lo proponía, lo conseguiría.

Desabrochó los primeros botones con cuidado sin despegar sus luceros negros de los claros del mayor. Subió una de sus manos una vez más, acariciar la consistencia de sus labios se había vuelto un hábito que repetía tantas veces como veía necesario. TaeHyung se abrazó a su brazo, acomodando sus piernas en la cintura del Alfa para atraerle a su cuerpo. Le abrazó cuando pudo y rápidamente se apropió de sus belfos con devoción, con sed de su sabor.

Buscaba sacar algo de partido a esa naturaleza sumisa que se compensaba a la perfección con la dominancia de sus genes, debía enseñarle a JungKook que le amaba tanto como para demostrarle su lado más dócil.

tae's giggles | kooktaeWhere stories live. Discover now