ocho: ositos.

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El departamento de JungKook y TaeHyung era de un tamaño pequeño y solo contaba con un par de habitaciones no demasiado pequeñas pero tampoco amplias como para acoger a mucha gente en una sola. La cocina y demás zonas comunes no dejan de ser de tamaños similares, pues todo se reduce en pocos metros cuadrados. A TaeHyung le encantaba. Era un pequeño tigre curioso que exploró tantos estantes y armarios cómo pudo la primera vez que JungKook le dejó solo, optando por curiosear todo lo posible antes de su llegada. Fue como un lindo minino metiéndose en cualquier hueco existente en la casa, lo gracioso y curioso es que nunca se quedaba atrapado y Jeon llegó a decir que se debía a su flexibilidad diabólica porque le vio entrar y salir del armario de las ollas, un espacio diminuto.

Las experiencias con un felino adulto eran graciosas de contar, pero las de cuatro enanos eran como relatar las tragedias más espantosas de la historia.

JungKook no supo en qué momento aceptó invitar a JiMin y YoonGi con sus cinco crías de gato, revoloteando por doquier y armando el mayor escándalo que el edificio haya presenciado jamás. El conejito ya esperaba alguna queja de parte de algún vecino suyo, nunca logró congeniar con ninguno de los demás inquilinos pues sobrepasaban su edad por mucho y todos ellos le veían con cierto desdén y tosquedad.

YoonGi se disculpaba todo el rato por el ajetreo que los gatitos hacían en presencia de ambos padres, les explicó que siempre se portan mejor cuando ellos no están.
Conocieron a la pequeña y monísima Ryujin, una bebita de cabello blancuzco con destellos anaranjados por la parte del flequillo y algunas mechas verdosas le caían en la nuca, una mezcla extrañamente linda para una bebe de nueve meses. Sus ojos no dejaban de sorprender a JungKook y TaeHyung se mofó un poco celoso.

Ella era como la mezcla de todos sus hermanos mayores, con tonalidades oscuras y profundas en el lucero izquierdo y un hermoso tinte claro en el derecho.

—El médico dijo que era una condición extraña de ver y, aunque es muy lindo de apreciar, si sus ojos no cambian de color al llegar a los cuatro años, posiblemente pierda la visión. —La sonrisa anonadada de JungKook se rompió en pedazos y la ilusión que había nacido en su pecho al ver a la bebe crecer comenzó a darle miedo.

—Pensamos que se debe a que ella heredó todo sola, no tuvo hermanos con los que compartir tantas características como los cuatrillizos.

—Teorías estúpidas de YoonGi. Eso solo lo piensas tú.

—¡Tiene sentido! —Espetó con cierto bochorno.

—Es diferente a sus hermanos... —Murmuró el tigre jugando cuidadosamente con la cola pomposa de la bebé mientras esta emitía pequeños bufidos y gruñidos— Todos eran muy imperativos y lloraban todo el rato cuando tenían esta edad, incluso chillaban y tiraban cosas... Ryunjin es más...

JungKook vio volar sus calzoncillos por detrás de JiMin.
Pero prefirió ignorarlo.

—Es que no tiene con quién pelear, los cachorros la cuidan celosamente cuando no estamos pendientes de ella así que no se le acercan demasiado. —Habló YoonGi, sus ojitos gatunos y verdosos veían con dulzura al Omega de tigre, siempre le emocionaba que TaeHyung recordara tan nítidamente a sus bebés y que hablase bien de ellos.

Y es que tiene siempre muy presente el gran amor que el tigre de bengala les tiene a sus bebés desde el momento en el que JiMin le soltó un corto "voy a tener cuatro gatitos". Algunas veces olvidaba detalles como los meses que tenían o qué les gustaba a cada uno, pero siempre les dedicaba ratos de juegos y cariño. A los niños y a ellos. Cuando los padres de JiMin le dieron la espalda, cuando todos sus amigos decidieron evadir sus mensajes e ignorarlo, TaeHyung se presentaba en su pequeña casa a acompañarle y a ayudarle con los cuatro pequeños. Es una figura muy importante, tanto para los mininos pequeños, como para ellos. No saben qué harían sin TaeHyung.

tae's giggles | kooktaeWhere stories live. Discover now