trece: seokjin.

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Los días de verano regresaron antes de tiempo y por los marcos de las ventanas se veían asomar los primeros tintes amarillos de la estrella más grande, alumbrando al completo la habitación de la pareja. Las noches seguían siendo frescas, acompañadas por esas suaves brisas heladas llegadas del norte, y por eso TaeHyung decidió buscar un refugio para resguardarse del frescor nocturno junto a sus cachorros a mitad de la madrugada. Había un pequeño bulto de sábanas a un costado de la cama matrimonial, consistía en una masa espesa de mantas y ropa, más específicamente se trataba de las sábanas de la cama y de la ropa de JungKook.

Así que cuando el conejito se levantó esa mañana, lo primero que notó fue un extraño escalofrío que le llegó desde las puntas de las nalgas hasta el cuello. No recordaba cuando fue la ultima vez que durmió desnudo y estaba seguro que él se había acostado con un pijama de primavera en una cama que también estaba vestida y amaneció en un colchón sin nada y sin ninguna prenda en el cuerpo.

Lo segundo que localizó fue la cola grisácea salir entre las arrugas de las sábanas azules en el suelo. Estaba posada y tranquila, lo que daba pie a pensar que el tigre seguía descansando.

Tenía el culo helado y un dolorcito en el cuello producto de la falta de almohada.

TaeHyung hacia muchos nidos en el departamento, no podía dar más de diez pasos sin antes toparse con un montoncito de ropa o edredones, también hacia espacios en el nido por si pillaba algo del Alfa a lo largo del día y lo añadía al nido. Por extraño que pareciera, TaeHyung no aceptaba a Jungkook en el nido.

Así que después de ponerse un par de calzoncillos y vestir una camiseta básica de andar por casa, hizo su rutina de mañana muy cuidadosamente tratando de hacer el menor ruido posible, siguió por el desayuno y tuvo un montón de dudas. ¿Sería buena idea hacerle tortitas o era mejor cortar trozos de fruta y congelarlos para que pudiese calmar el dolor de sus colmillos? No es que no conociese a su novio, pero últimamente sus cambios de gustos son como jugar a una ruleta rusa sabiendo que le acuchillará de todos modos.

Sin más, se da por vencido unos minutos más tarde y hace ambas opciones, vigilando de tanto en tanto el nido en la habitación.

Hasta que las tortitas están humeantes y calientes en la mesa de la cocina, JungKook prepara dos bebidas para que su Omega elija. TaeHyung no es un consentido, simplemente se lo merece.

—...huele a tortitas... —El olor a lavanda llegó al Alfa mucho antes de que el Omega atravesara la puerta de la habitación, así que preparó rápidamente la mesa.

—Buenos días, amor. —Saludó el pelinegro acercándose al tambaleante Omega, va vestido con su pijama y le va enorme, la cola gris cae al suelo y la arrastra todo el camino.

Es rutina de todos los días pero a TaeHyung le gusta pensar que todos los besos de los buenos días son diferentes y especiales. JungKook le toma de la nuca y él cierra los ojos, va trazando con suavidad un caminito de picos en su rostro hasta que siente cómo deja los labios posados sobre los suyos. No quiere reír pero las orejas del conejo se sacuden por la emoción y TaeHyung no puede evitar pensar que el Alfa se sigue sonrojando cuando le mima de esa forma.

—Buenos días, Kookie... —El abrazo es más empalagoso y pegajoso para el gusto del peligris, pero no le niega el contacto cuando sus ojos caen sobre el desayuno— Muero de hambre, me comería un jabalí entero...

La corta risa del Alfa acaba cuando se da cuenta que él sería un simple aperitivo.

—Lamento informarte que no tenemos carne en el desayuno.

—Ah pero que no falten las verduras a primera hora de la mañana. —Se queja saliendo de sus brazos para tomar su sitio, el vientre de ocho meses y medio le niega realizar muchos movimientos así que se resigna con aburrimiento volteando a ver al pelinegro— ¿Me das un vaso de leche?

tae's giggles | kooktaeWhere stories live. Discover now