Parte 17 Memorias oscuras

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CAMERON

Me echo otro chorro de agua encima queriendo espabilar los resquicios del maldito hechizo de esa cantinera—ahora estoy seguro que fue ella— el reflejo en el espejo mugriento en el baño del motel me asusta y alivia a la par.

Sigo siendo hermoso y atractivo, pero mi aspecto no es el mejor que he tenido en siglos. Tengo vagos recuerdos de lo qué pasó luego de que salimos del bar. Recuerdo haber encontrado a Kurth y creo que desde ahí las cosas se salen un poco de enfoque.

Me enjuago la boca de nuevo al mentalizar que es probable que halla besado a Kurt <<porque demonios haría eso>> maldita cantinera gótica y sus tragos mágicos de mierda.

—viejo—golpea Harold la puerta—¿está todo bien ahí dentro?

Me tallo la cara con las manos preparándome para afrontar la tosca realidad que envuelve a todo el grupo en este momento.

—he vuelto a ser el mismo, si eso es lo que te preocupa—abro la puerta—aunque creo que necesitare otra ducha para quitarme esta resaca que me cargo.
—¿resaca?—se burla—en tu vida has tenido una resaca ¿como puedes saber como se siente tener una?

Es verdad que un ángel—ya sea caído o no— no sufre de resacas. Lo más cercano que he estado de padecer una, es cuando despierto medio estupido luego de pasar una semana bebiendo whisky hasta por los poros, alternándolo con extasis y con pases de la mejor heroina del mercado. <<eran buenos tiempos>> noches de diversión sin restricciones en festivales, conciertos y uno que otro retiro al lado de los hippies que disfrute al lado de Silvestre y mi hermosa Zafiro.... Aunque esos días de caído libre ahora solo quedan en mis recuerdos.

—siglos de vivir entre humanos estupidos que se creen inmunes a los efectos secundarios de ingerir litros y más litros de alcohol desde su bendita creación.

Enarca la ceja haciéndose a un lado para dejarme salir del minúsculo cuarto de baño. Mi ropa apesta a tequila barato, neófito, cera y a esa mezcla de ramas e inciensos que Harold utilizo para desintoxicar mi sistema.

—desde su creación—repite escéptico—¿pues cuantos años tienes?
—los suficientes como para cocerte esos labios para que dejes de preguntar estupideces.

Necesito salir a comprar ropa limpia. Algo que me haga sentir más yo de vuelta y menos patético de lo que me veía hace unas horas.

—voy a salir...¿donde esta Caili?

No la seguiré perdiendo de vista. No mientras Khaled siga cerca y Kurt tenga una sed descontrolada.

—bueno—me giro en redondo al captar la duda en su voz
—¿donde está Caili?
—está en su habitación....no ha salido de ahí desde que llegamos con el antídoto.
—¿está dormida?
—no lo sé—se cruza de brazos— llámame loco, pero sospecho que algo le pasa.

Me pongo los zapatos lo más rápido que puedo. Malditos tragos de tequila que me dejaron inservible por horas. En las condiciones en las que estaba no le fui de mucha ayuda a nadie, sobre todo a ella.

—¿porque lo dices?...cuéntame todo lo que no me hallas dicho aun.
—es que ya te lo dije todo—me pasa el saco—pero la noto distraída desde que estuvimos en la clínica psiquiátrica.

Remonto la conversación que tuvimos hace una hora, en la que me puso al tanto de lo que me perdí. El temblor es lo que más me hace ruido. No es normal que una ciudad tiemble justo cuando ella esta de visita, investigando la desaparición de alguien.

—dices que el terremoto que sacudió la ciudad fue...
—todo indica que fue natural—me ayuda a ponérmelo—estoy seguro que ella no tuvo nada que ver con eso. El lugar, la caseta de vigilancia, todo quedó hecho un montón de escombros. Los videos se perdieron pero logramos ver lo suficiente como para dejarnos fríos...son dos Cameron, dos niños, y su madre era....dios, debiste verla, ni siquiera tengo palabras para describírtela.

La rebelión de los caídos 2  El ángel de la muerteWhere stories live. Discover now