(Especial de navidad) Blue Christmas - Simón

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—¡Simón, ya empezaron a llegar los invitados!— gritó Juana desde la cocina de la casa

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—¡Simón, ya empezaron a llegar los invitados!— gritó Juana desde la cocina de la casa.

El chico de gafas soltó un pequeño quejido sobre su almohada, y aunque su cuerpo le rogaba no levantarse de su cómoda cama, terminó por sentarse en el borde de esta antes de bostezar como si hubiera dormido todo el día.

El mayor de los hermanos Vargas tenía todo menos espíritu navideño ese año. Hace poco menos de un mes había terminado con su novia de cuatro años, Nathalia, y desde entonces Simón ha sido lo que sé llama un grinch.

Le mostraban un árbol navideño y tenía que controlar sus impulsos por empujarlo, escuchaba un villancico y le daban ganas de vomitar, le daban un buñuelo y solo quería quemarlo. No era que Simón fuera así todos los años, pero cada pequeña cosa le recordaba a Nathalia, y su corazón se rompía un poco más.

Pasó la cena navideña victorioso sin levantarse de su cuarto, pero lastimosamente, hoy era año nuevo.

Su mamá estaba planeando la tradicional cena de fin de año, y aunque el chico de gafas siempre era el primero en ayudarla, esta vez solo decidió quedarse recostado en su cama. Lastimosamente, no podía escapar mucho más, ya que todos sus amigos se reunirían esa noche, y ni de locos lo dejarían quedarse en el cuarto llorando.

Por eso Simón se levantó de su cama, y se cambió su ropa para estar un poco más presentable en su cena familiar. Salió lentamente de su habitación, y bajó a la sala de su casa.

Todas las personas presentes lo comenzaron a saludar, incluso, sus compañeros de banda estaban bastante sorprendidos por verlo en la reunión. Parecía un milagro de navidad.

El chico de gafas tomó una copa de vino, y terminó por sentarse en el sofá más alejado de la humanidad; así podía evadir a cualquiera con intensiones de acercarse.

Pero claro, la humanidad es incapaz de dejarlo en paz.

—¿cómo vamos, Monchito?— Villa rodeó su brazo por el hombro de su mejor amigo, ganándose una mirada de odio de su parte.

—estaba bien hasta que llegaste— bufó, pero el ojiverde sólo soltó una pequeña carcajada. ¿Siempre era así de insoportable?

—deberías intentar pasarla bien— se encogió de hombros —incluso, si quieres, te dejo emborracharte hasta no recordar tu nombre, y más el de Nathalia—.

Simón negó su cabeza mientras miraba la casi vacía copa de vino; incluso borracho él sabía que sería imposible olvidarla a ella.

—no intentes animarme, Villa, es un caso perdido— el ojiverde abrió su boca para hablar, pero su amigo lo interrumpió rápidamente —pásenla bien ustedes, yo voy a estar bien— soltó una pequeña sonrisa.

Juan Pablo dudó un poco ante el gesto de su amigo, pero terminó por soltar un suspiro y levantarse del lado de Simón.

—no estás solo, Moncho, recuerdalo— dijo para luego unirse a la animada conversación de los invitados.

One shots ~ canciones de MoratWhere stories live. Discover now