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-Camilo no viene ya tan seguido, amiga.

Bruno jugaba con una de sus ratas en su regazo sentado en su sillón.

-¿Le habrá incomodado mi historia con Mariano?

Bruno no se sentía particularmente mal por haberle contado la historia a Camilo, aunque sí estaba un poco triste por la reducción de las visitas de su sobrino. Se sintió sincerado, era la primera vez que le contaba a alguien y hubo cosas que no consideró necesarias contarle a su sobrino, como los detalles de más sesiones de masturbación mutua o como, aunque Mariano insistió, nunca llegaron a consumar un acto realmente.

-Tío?

- ¡Camilo!

Bruno se levantó de golpe ahuyentando a su pequeña amiga. No pudo ocultar su alegría de ver a su sobrino, corrió hacia él y lo intentó abrazar.

- !Con cuidado, tío!

Bruno desaceleró al ver el plato que traía Camilo en una mano, así que lo abrazó con cuidado. Para su sorpresa y alegría, Camilo le devolvió el gesto.

- Mi tía Julieta preparó hoy bandeja paisa. Te he traído un plato.

Bruno aceptó el plato y lo puso en su mesa. sin decir nada volvió a abrazar a Camilo, ahora sin ningún impedimento. Trató de acercarlo lo más posible a su cuerpo y, para su alivio, Camilo le devolvió el gesto rodeándolo con sus brazos.

Camilo inhaló el aroma de Bruno. No entendía cómo era posible que el aroma de Bruno que vivía rodeado de ratas, fuera tan varonil y lo hiciera sentir tan bien. Se dejó embriagar por el aroma de su tío y sin pensarlo le dió un beso y con una pequeña lamida en el cuello.

Bruno lo sintió, pero no estaba seguro realmente de si había sentido la lamida de Camilo. Pensó que tal vez era sólo el beso en el cuello, y aunque eso le sorprendió por ser la primera vez que Camilo le besaba el cuello; tampoco le extrañó pues Bruno y Camilo ya se besaban en la mejilla.

Bruno se separó un poco sin soltar la cadera y el brazo de su sobrino.

- ¿Por qué no habías venido a verme?

-He estado un poco ocupado. Han habido muchas tareas en el pueblo. Pero no creas que no quiero verte o algo así.

Bruno soltó a Camilo y suspiró.

-Camilo, sé cuando mientes. Por qué ya no quieres venir a verme?

Camilo suspiró también.

-Perdón, tío. Te juro que no es que no quiera verte. Es que te veo y no puedo evitar imaginarte con Mariano. No me malentiendas. No te juzgo por su diferencia de edad o algo así. Pero me causa cierta... ansia, creo, no lo sé, imaginarte con Mariano haciendo... esas cosas...

-¿Son celos?

-¡No, claro que no! ¿Por qué tendría celos de que estuvieron juntos? No sé, es la verdad. Perdón, tío. Pero no te sientas mal. Tú no hiciste nada. Come. Te prometo que regreso esta noche.

Entonces, Camilo tomó a Bruno por sorpresa. Tomó entre sus manos el rostro de su tío entre sus manos y lo besó en la comisura de los labios.

No le dió tiempo a Bruno de reaccionar. Salió tras la puerta, y dejó a su tío perplejo.

Camilo recorrió los pasillos oscuros mientras se tocaba los labios. No podía creer que sus instintos lo hubieran hecho casi besar a su tío. Todos esos pensamientos que había tenido de Bruno y Mariano le estaban afectando. Sin embargo, el casi tacto con los labios de Bruno se había sentido muy bien.

Cruzó el agujero en la pared y lo tapó con la pintura como siempre. Después de verificar que no había moros en la costa, bajó la escalera y salió de la Casa Madrigal. No era tan tarde, pero el sol ya comenzaba a bajar tras las montañas del Encanto. Camilo se encaminó al centro del pueblo para dar una última vuelta y ver si alguien necesitaba de uno más de sí mismo.

Café con aroma a Madrigal - Brumilo - Resubidoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن