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Como llegué tarde a casa otra vez mi mamá me regañó, así que no podré ir a verte después de cenar. Pero aún así necesito hablar contigo sobre ya sabes qué. ¿Crees poder ir a mi habitación más entrada la noche? Te esperaré.

Cami

Bruno leyó de nuevo la nota un par de veces más. Esperaba poder ver a Camilo esa noche, pero no esperaba tener que ir él mismo en persona al cuarto de su sobrino. Esperaba ya no tener que salir de su escondite ahora que al fin había podido desviar una tubería para poder tener ducha propia.

Escuchó los ruidos de los platos y los cubiertos y la amena charla de su familia. Asomó la vista por la pequeña rendija que había en la pintura del árbol genealógico para poder verlos. Vio a Camilo sonreír y hablar con su hermanos y primos. Le impresionó cuánto había llegado a conocerlo, pues se dio cuenta que las sonrisas que hacía en la mesa con los demás, no eran todo sinceras. Notaba que Camilo en ese momento tenía algo más en la cabeza que sólo la cena, y él sabía qué era. En ese momento Camilo volteó a ver el árbol genealógico y sonrió. Esa sí era la sonrisa real de Camilo Madrigal, traviesa y alegre. Bruno sabía que le sonreía a él y sonrió él también.

Estuvo alrededor de un par de horas en su hamaca hojeando las cartas de Mariano. Estaba tranquilo de que Camilo no le fuera a decir malas noticias; estaba seguro de eso por la sonrisa que le había dedicado Camilo. Pero eso no le impedía pensar en todo lo que tenía que hablar con Mariano. Se preguntó qué tan molesto estaría con él o si las cosas saldrían bien.

Cuando se dio cuenta, el silencio lo había regresado a la realidad de sus pensamientos. Silencio total. Se asomó por la rendija. Oscuridad total. Checó al hora, pasada la media noche. Tal vez ya era hora.

Salió de su escondite, atravesó los pasillos interiores de la casa, y al salir del cuadro se dirigió a su izquierda y caminó lento y de puntillas frente a la puerta de Dolores. Sabía que su habitación estaba insonorizada, pero prefería no correr riesgos con ella. Y la siguiente puerta después de la de Dolores era la de Camilo.

Contempló por un momento la figura grabada de la puerta. Acarició con las llamas de sus dedos la figura tallada de Camilo. Pensó en cómo su relación había llegado a un punto en el que pasaron de ser sólo tío y sobrino a tener una tensión sexual evidente de la cuál Bruno trataba de negar.

Tragó saliva, se acomodó el cuello y la ruana, y giró el picaporte lentamente.

- ¿Camilo?

La habitación parecía estar en penumbra. Camilo, su habitación y sus misterios. Pero entonces lo pudo ver. estaba acostado en la cama leyendo un libro. La luz de la lámpara sobre el buró sólo iluminaba el pedacito de cama en el que Camilo leía. Apartó su vista de la página cuando oyó la voz de su tío.

- ¡Tío! - reaccionó en voz baja. - ¡Rápido, cierra la puerta!

Con un grácil y rápido movimiento, Camilo ya estaba a lado de su tío cerrando la puerta de su cuarto con el mayor silencio posible. Una vez que sintió la puerta cerrada, volteó a ver a Bruno, que tenía una expresión perpleja.

- Recuerda que al lado duerme la de la súper audición.

Camilo cerró la puerta de su habitación y le dió un beso en los labios a su tío. Bruno tenía escrita la expresión en su cara de "No entiendo un carajo". Mientras se dejaba llevar por su sobrino de la mano a la cama de la habitación.

Bruno se sintió bastante cómodo en la cama de Camilo. Era una cama bien acolchada y suave, no como la suya que ya estaba bastante desgastada, dio un par de brinco sentado a la orilla del colchón mientras Camilo se sentaba tranquilamente a su lado sin dejar de sonreír.

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⏰ Last updated: Jan 10, 2023 ⏰

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Café con aroma a Madrigal - Brumilo - ResubidoWhere stories live. Discover now