Sonrío con malicia, luego hago una sonrisa más calma y comienzo mi actuación.
—Llénense de paz, confíen en su alma, denle las sensaciones que necesita. Cierren los ojos y sientan el poder que fluye dentro de ustedes, entonces entenderán que amarse es lo primordial.
Termino el sermón a los pupilos que me creen todo, incluso aunque ando de traje y luego me voy por el sendero que da al lago. Steph me sigue, pero antes de hablar, termina riéndose.
—Casi me engañas —bromea y sonríe—. Debiste haberte puesto la bata ceremonial.
—Yo cumplí, ahora no me molestes.
Sigo avanzando, pero él continúa persiguiéndome.
—Hay algo que no entiendo, si odias a Zem, ¿por qué lo ayudaste?
Me detengo, así que él hace lo mismo.
—¿Tú qué sabes?
—Soy su amigo —dice sin importancia.
—No lo ayudo, me ayudo a mí mismo, por mí que se pudra.
—¿Por qué lo odias? —Enarca una ceja.
—Me abandonó, me dejó con la loca estricta de mi madre.
—Hum, conozco una historia diferente.
—¿Qué me importa lo que te haya dicho Zem? Obvio, ustedes se relacionan en algo, así que es seguro que lo vas a defender.
Se ríe.
—¿Zem y yo? Creo que te equivocaste.
—Ah, pensé que eras gay —expreso sin importancia.
Se carcajea.
—Sí, soy gay, el que no lo es, ni por asomo, es tu hermano, pues es el hombre más hetero que he conocido.
—No digas bobadas, escapó de casa con su noviecito, así pasó.
—No considero que eso haya ocurrido —se burla—. No me imagino a Zem ni de por casualidad con un chico. Puede que a veces tenga comportamientos algo raros, pero te aseguro que no persigue nada como lo que tengo entre mis piernas.
—Demasiada información.
Vuelve a reír.
—Perdón, pero es cierto.
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