[12] - Steph

108 15 3
                                    

Steph

El príncipe vino a buscarme. Bueno, no, solo nos cruzamos en el camino del lago, pero quiero fantasear. Además, dijo que no está enojado conmigo, así que no puedo parar de sonreír.

Observo que se abraza a sí mismo, se nota que se está helando aquí afuera. Quisiera abrazarlo, pero me mataría.

—¿Quieres mi chaqueta? —le consulto.

—No —responde y mantiene su mirada fría, sin corazón hacia mí, aunque eso no evita que me ría—. ¿Qué es gracioso? —se queja.

—Ven, vamos a la cabaña, así no te congelas.

—Nos va a ver alguien —acota.

—No creo, están todos durmiendo, y aunque fuera así, ¿cuál es el problema?

—¿Qué te importa? —Avanza en dirección a la cabaña, entonces lo sigo—. Caminas lento. —Refunfuña.

No sé si se burla o se está quejando, yo solo me río de nuevo.

—¡Ah, mucho mejor! —digo cuando entramos.

—Baja la voz —me reprende—. Van a oírte.

—Un discípulo con su maestro, nada raro pasa aquí.

—No, la verdad que no.

Me muerdo el labio.

—Te besaría, pero sé que terminaría golpeado. —Se forma un silencio, porque no me contesta, entonces me le acerco—. Ya pégame, ¿no?

—Qué masoquista, te gusta que te griten y te peguen.

Vuelvo a reír.

—Bien tóxico.

Se gira y me observa fijamente, sus ojos grises quedan impregnados en mí, con esa mirada tan penetrante. Cualquiera pensaría que es un asesino capaz de matar en todo momento. Por mi parte a mí solo me mueve la estantería.

—¿Ya no tienes frío? —pregunto.

—¿Tú qué crees?

—Que puedo calentarte cuando quieras.

¡Mierda, se me escapó, va a odiarme!

Me sorprendo cuando me empuja hacia la pared y mi espalda choca con esta. Es tan bajito, pero eso no evita que pueda acercarse a mi boca. Puedo sentir su respiración a tan solo centímetros. Hay tan poco espacio entre nuestros rostros, siento rozar su nariz con la mía.

—Caliéntame —confiesa y me paralizo.

Me sonrojo rápido, estoy ardiendo.

—¿Q...? ¿Qué? —No reacciono.

Se carcajea y se aleja.

—Es broma, estúpido.

Acaba de manipularme, y me gustó. Se me paró... el corazón, como la canción de Enrique Iglesias. Si existe alguien que pueda escuchar mis pensamientos, espero que sea un malpensado. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Hans y ZemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora