23 - Zem

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Zem

Mierda, la lluvia sigue en aumento. Dejo de observar a la ventana y miro que mi hermano se levanta del sillón, tambaleándose. Quiero ayudarlo, pero él alza la mano, en señal para que no me le acerque. Lo veo subir las escaleras, se nota borracho. Por suerte llega sano y salvo hasta arriba.

Tocan el timbre, entonces me dirijo a abrir. Seguro es Steph, y en efecto lo es. Se está cubriendo con un cartón, así que me río.

—Por poco y el micro no me frenaba por acá —aclara mi amigo—. Ya cortaron todos los pasos. —Bufa—. Top momentos en que las bromas se hacen realidad. —Deja el cartón y avanza.

—¿Lo dices por lo que te conté al teléfono? —consulto y río otra vez—. Se veía venir, aunque nunca pensé que fuera para tanto.

—¡¿Qué?! —chilla Delilah—. ¡¿En serio estamos encerrados en la mansión del diablo?!

—Mi hermano no es un diablo —lo defiendo.

—Lo sé, lo sé —repite—. Me pidió disculpas, solo tengo malos recuerdos de estar aquí, no quise decir eso —expresa avergonzada.

—No pasa nada. —Le doy dos palmaditas en el hombro.

—Se ve que ustedes tienen cosas de que hablar —opina Steph—. Yo iré a buscar a mi príncipe.

—¿Príncipe? —Enarca una ceja Delilah.

—Sí, el príncipe se escapó porque nos besamos, pero estoy seguro de que fue un malentendido.

—¿Te besaste con mi hermano? —expreso un poco sorprendido—. Eso no lo vi venir.

—Hans no es gay —acota la cobriza—. Que yo sepa. —Se lo piensa—. Aunque si lo fuera, te romperá el corazón, mejor aléjate de él —aconseja.

—Deja de estar en contra de mi hermano —me quejo.

—¡No puedo, me sale el odio de adentro! —chilla.

Steph escucha de forma atenta, hasta que en un momento entra en la conversación:

—¿Ustedes tienen algo que ver? Perdona, no pregunté tu nombre, soy Steph.

—Delilah —se presenta algo molesta—. Podría decirse que fui su amante, aunque más bien me manipuló para darle celos a mi hermana. —Se cruza de brazos.

—Bueno, si dices que se disculpó, deberías dejar ese odio atrás e ir para adelante. Sentirse bien con uno mismo es muy importante. Deberías preguntarte si realmente quieres ese rencor dentro de ti, seguro encontrarás la respuesta. Nadie quiere vivir así, los hace infelices.

La chica hace una pausa, luego me observa.

—Ay, no —chilla preocupada—. Tu amigo también es sanador.

Me río porque se dio cuenta rápido. Lo que me hace pensar, que es bueno que hable con un guía que no esté relacionado de manera sentimental con ella. Sería bueno para que reaccionara. Ojalá siga su consejo. El odio es una emoción que hay que dejarla ser, pero también hay que dejarla ir, quema al corazón y solo lo hace sentirse mal, si le permites crecer. 

 

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Hans y ZemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora