Cuento 4 - 1

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Los caminos son cambios a veces buenos otras con un entorno diferente, pero todos nos llevan al mismo destino combinado.

Noche multicolor 1: desconocidos a conocidos

Nada como empezar el año con metas nuevas, esperanzas nuevas y llenarse de energías positivas algo de la cual Natalia no poseía.

Siempre estaba despeinada, sus lentes se resbalaban por el puente de su nariz, sus pecas debajo de sus ojos le daban un semblante de adolescente y ni que decir de su vestimenta toda holgada que se notaba no era su talla de ropa.

Lo gracioso de todo esto era que ella trabajaba de barista en un bar que siempre estaba lleno de hombres súper guapos, los cuales la ignoraban hasta para mantener una simple conversación pues no era la linda o sexy típica chica por esos lugares.

Aquella noche tan iluminada por todos lados, era víspera de año nuevo por todos lados estaba repleto de personas y ni qué decir del bar donde trabajaba que había agotado todas las reservaciones y el trabajo en la barra era algo agitado por suerte tenía una compañero para aligerar las labores de servir las bebidas simples pues las más elaboradas estaban a su cargo y a la orden de la noche.

No había nadie en el bar que no disfrutara de la música, el buffet algo improvisado para los privados y las bebidas, Natalia estaba tan cansada solo deseaba un pequeño descanso de unos pocos minutos y poder pedir sus deseos de medianoche.

Ya eran cerca de las cuatro de la madrugada cuando por fin pudo sentarse en una de las sillas de la barra, poner a descansar sus piernas, por suerte no le tocaba el turno de limpieza solo terminar el inventario del día y poder ser libre.

Se despidió de sus compañeros antes de retirarse a casa, ingreso a su famoso edificio que tenía acceso libre subiendo hasta el piso más alto, le gustaba estar allí y mirar la ciudad aunque en esta ocasión todas las casas y calles se observaban muy coloridas, apoyándose en la baranda subió al pequeño muro para observar mejor la ciudad, tomando su teléfono de su bolsillo y fotografías aquella vista para agregarla a su álbum de fotos inspiradoras pero por una mala maniobra casi resbala y caería sentada al suelo y por estabilizarse su teléfono cayó al vacío, estirando sus brazos para recuperarlo.

Muy cerca de allí un hombre fumaba en la oscuridad pensando sobre sus posibilidades de conservar su puesto en la familia y la empresa que fundo con mucho esfuerzo ya que no entendía como aun existían personas comedias arcaicas sobre el matrimonio y tonterías como el las consideraba ya que en esta época nadie lo tomaba de esa manera.

Su familia les exigía a gritos que se casara y les diera nietos, sobrinos para corretear en casa y la firma donde trabajaba y por supuesto era el amo y señor supremo, necesitaba alguien que dé el ejemplo de estabilidad lo absurdo era ser estable con un matrimonio.

Su cigarrillo se había consumido entre sus dedos cuando noto desde la oscuridad donde se aparentemente escondía una voz, seguido de algunos ruidos, asomándose sigilosamente hasta notar a una joven trepada en el balcón de aquella terraza, moviendo sus brazos y solo atino a correr y jalarla hacia él, sosteniéndola por la cintura fuerte, aunque ella se quisiera soltar.

- Suéltame, demente

- Tu eres la demente, que pensabas hacer, el suicidio es malo

- Demente yo no quería suicidarme se cayó mi teléfono

- Eso no parecía, llamare a la policía

- Llámala a ver si te arrestan, pareces un acosador, como subiste aquí

- Lo mismo te pregunto

Natalia no comprendía que pasaba por la cabeza de aquel hombre que se notaba extraño, lo observo por un largo rato notando su imperdible aroma a canela y cigarrillo, vestía un traje caro lo noto pues muchos en el bar lo lucían en la zona VIP.

Natalia decidió mejor regresar a casa que seguir con aquel hombre en la terraza y solo pensar en cómo conseguir un nuevo teléfono, aun presentaba gastos como pagar la renta y otros, tendría que trabajar más horas extras para comprarse un teléfono nuevo.

De solo recordar la vida caprichosa que tenía antes, le causaba algo de nostalgia, pero no estaba para pensar en ello por ahora, ya se había propuesto vivir en la ignorancia y ser feliz, algo que antes no lo valoro mucho.

Habían transcurrido unos días cuando aquel día se celebraba un cumpleaños en el bar, se notaba que muchos era personas importantes, resaltaban por su caros trajes y aquellos bellos rostros esculpidos por los dioses, no negar que algunos no tanto pero que se podía hacer, Natalia muy bien lo sabía, ella la mayoría del tiempo estaba despeinada y se le salía el fondo con la ropa que vestía, aunque a ella no le importaba tanto.

Se paso gran parte de la noche, sirviendo tragos sin parar y aún no había podido averiguar de quien era la fiesta, el bar estaba reservado todo el segundo piso, teniendo algunos clientes habituales en el primer piso, sus compañeros se encontraban ocupados como ella, necesitaba un respiro y por suerte llego Pablo su compañero que la cubría a veces, le dejo encargada su zona de la barra para poder ir a los servicios pues sino mojaría sus pantalones, ingreso a toda prisa al baño de damas sin percatarse si habían más personas allí, al salir del cubículo, noto a un hombre apoyado sobre el lavabo fumando un cigarrillo.

- Sabes que es un baño de damas

- ¿Así? bueno lo siento, no me fije

- Con permiso y tiene que retirarse

Ya era pasada la medianoche que la celebración ya estaba terminando, mientras los clientes se retiraban y terminaba sus quehaceres noto a un hombre fumando un cigarrillo con el característico olor a canela, se acercó para informarle del cierre del lugar volteo a mirarlo, pero ambos se quedaron de piedra al darse cuenta quien era cada uno.

La sorpresa fue mayor para Natalie cuando apareció un joven de cabellos café, buscando a si amigo que resultaba ser el hombre con fragancia a canela, llamándolo por el nombre de Darío.

Natalia solo atino a dar media vuelta antes que el amigo y acompañante la reconozca, de espaldas les comunico del próximo cierre del bar por la hora y se retiró, solo esperaba que no la haya visto o reconocido y así poder continuar con su vida hasta ahora sin tener que sufrir las consecuencias de nada.

Lo que si no pasó desapercibido a los ojos de Darío era el asombro y el susto de ver a su amigo Manuel, lo cual le causo algo de curiosidad y ello le daba demasiada, sabía que Manuel vivía en los ángeles, pero en muchas ocasiones viajaba a Manhattan para verlo por trabajo y asuntos de amistad.

Darío entendía que si ya se le había cruzado en su camino dos veces era por una razón además de creer que las cosas suceden por algo, necesitaba pensar además tenía un caso que no podía resolver, las piezas o mejor dicho las evidencias no cuadraban, tenía que solucionarlo pronto.

Subió al piso más alto de aquel edificio que frecuentaba normalmente y mientras fumaba su segundo cigarrillo noto una voz, asomándose a mirar notando un joven de cabellos algo despeinados y ropa ancha caminando de un lado a otro mirando hacia el cielo en todo momento.

Noto que la joven hablaba sola en murmullos, decidió salir de su escondite por así decirlo y retirarse, pero fue interceptado por la joven que reconoció así que decidió no perder la oportunidad de averiguar algo si podía.

- Tú, acaso me estas siguiendo

- Jajaja, está loca, aparte llegue antes que tu (mostrando su cigarrillo)

- Si, como digas, bueno te aviso que este lugar es reservado

- Quien dice, esto es público, muéstrame que esto te pertenece

- Jajaja ni que fueras abogado

- Lo soy

UNA HISTORIA ENTRE NOS ©Where stories live. Discover now