• Los personajes narrados son jóvenes preadolescentes.
• No se aceptarán malos comentarios debido a las edades de los personajes ficticios o sobre la trama del relato.
• Queridos lectores, recuerden que éste libro intenta ser lo más raro posible.
⟨⟨ 𝐃𝐫𝐚𝐰𝐦𝐲𝐬𝐨𝐮𝐥, 𝐝𝐫𝐚𝐰𝐦𝐲𝐩𝐞𝐫𝐯𝐞𝐫𝐬𝐢𝐭𝐲 ⟩⟩
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Entre la frondosa profundidad de un pintoresco bosque, llamativas flores amarillentas danzando al ritmo de las dulces melodías que entonaban tiernas avecillas, un impecable sendero guiando camino hacía una cierta localización, podía vislumbrarse una encantadora cabaña rodeaba por un simple pero atractivo vallado.
Cercanos a esa opaca valla de madera, pintando de color blancuzco las tablas que formaban aquel extendido obstáculo, se lograban apreciar las desganadas figuras de unos jóvenes hermanos gemelos que poseían la curiosa apariencia de sencillas tazas.
—Que tontería… —bufó con cierta molestia uno de esos hermanos. Tratándose del indignado jovenzuelo que portaba cortos pantalones rojizos.
—Desearía que no tuviéramos que cumplir el castigo de Don Tetera… —pintando de blanco la vieja madera, el hermano restante se lamentó. Aquel menor usaba unos shorts azulados.
—¡Es ridículo! —con un gruñido de frustración, el impetuoso muchacho de rojo terminó arrojando la manchada brocha contra el rústico suelo— ¿¡Por qué tenemos que soportar éste castigo!? —profirió agraviado mientras se cruzaba de brazos.
—Porque ignoraron los deberes que les había encomendado Don Tetera y se fugaron para disfrutar del nuevo parque de atracciones que recientemente abrió sus puertas en la ciudad. —una voz femenina surgió desde una cierta distancia.
Tomando asiento sobre un caído tronco hueco, un atisbo de notoria diversión reluciendo en sus grisáceos orbes, estaba una relajada jovencita de infantil aspecto humano. En sus pequeñas manos llevaba lápices especiales para el dibujo y un deslucido cuaderno.
—No estás ayudando, (Nombre). —echando un vistazo por encima del hombro, aquel jovenzuelo de diminuta nariz roja frunció sus oscuras cejas con molestia.
—Pero tiene razón, Cuphead… —suspiró con pesar el menor de los hermanos gemelos.
—¡Vamos, Mugman! ¡Fue divertido y lo sabes! —el mayor terminó profundizando el fruncimiento de sus cejas negruzcas.
