|| Capítulo 44 ||

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Mensaje recibido.

 Kassia.

Apagué la cinta de correr y me pasé una toalla por mi sudado rostro, agotada. Era sábado y había decidido quedarme en el penthouse, ejercitándome un poco. Tenía cita para ir al médico en una hora, así que subí para darme una ducha de agua fría.

Ayer casi muero del susto en todo el día en la casa presidencial, menos mal mis teorías locas solo quedaron en eso y nada más. Me gustaría tener hijos, pero no en este momento de mi vida, pero el maldito que tenía como marido no colaboraba con ello, y luego no lo quería ver jodiéndome para que aborte.

Dejé que el agua fría cayera por mi cuerpo, lavé mi cabello y luego enjaboné mi cuerpo, relajándome.

Aún pensaba en Lilly colgada en ese calabozo en la casa presidencial, cuando Niko me llevó ahí quedé algo sorprendida, Khan como siempre había hecho de su lugar de trabajo un lugar sangriento para la tortura.

Política y mafia.

Mezclaba los dos trabajos en uno solo.

Y me encantaba como Khan le arrancó la lengua, vengando a Daniel.

Salí con una bata y busqué que ponerme, Khan se había ido en la madrugada, creo que al club y aún no llegaba. Alguien normal sospecharía que se iba a altas horas de la noche para engañarme, pero no éramos la pareja "normal" como quisiera.

Además, podrá ser un imbécil troglodita, pero sé que jamás me engañaría. Nunca se fijaba en las mujeres por más de unos segundos, pero a mí me miraba más que solo segundos y eso me confortaba. Él no era un hombre de muchas mujeres, solo de mí.

Tomé un vestido negro, corto, de mangas largas, tenía un cinturón blanco con pequeños diamantes hermosos alrededor. Me puse botas acordonadas hasta las rodillas y me maquillé lo justo y necesario, tenía unas leves ojeras debajo de mis ojos.

Puse mi móvil y otras cosas en uno de mis bolsos, tomé una gabardina y salí. En cuarenta minutos debía estar en el hospital.

—¿Señora, va a desayunar?

—No, Eleonor, debo hacerme unos análisis de sangre y debo ir sin comer nada —sonreí.

—Disculpe la pregunta, ¿se siente mal?

—No, tranquila, es solo análisis de rutina —acaricié su hombro y ella asintió, más tranquila. Sé que ella se preocupaba más que los demás por mí, creía que Khan me hacía algo, quizá me golpeaba o algo, con su temperamento cualquiera le teme.

—¿A dónde la llevo? —Niko se acercó a mí y lo miré.

—Al hospital. ¿Khan aún no llega?

—No, señora, él sigue en el club —respondió.

Asentí y me metí en la camioneta. Moví la pierna, nerviosa, en todo el camino. Odiaba las ajugas y sacarme sangre era un miedo que tengo desde niña.

—¿Se siente bien, señora Wagner? —preguntó Niko una vez me abrió la puerta.

—Perfecta —respondí. Entré al hospital y me fui al consultorio del doctor que me atendería.

—¿Señora Wagner? —preguntó una enfermera, asentí —. Pase por aquí, el doctor la espera.

La seguí hacia un consultorio y vi al doctor en su escritorio, se puso de pie apenas me vio y la enfermera se retiró.

—Buenos días —saludé.

—Buenos días, es un placer tenerla aquí, señora Wagner —dijo y sonreí de lado —. Siéntese aquí, solo le sacaré sangre —obedecí y apreté los labios al ver la aguja, sí, era un miedo estúpido, tenía veinticuatro años, pero me aterraba igualmente —. ¿No le gustan las agujas?

Dulce Castigo [+21] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora