Capítulo 61

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Bloody Love

Capítulo 61
Esperanza

KALEY

No recuerdo las veces que me vi en este espejo, sobre el lavabo de este práctico baño sin nada más que lo necesario. No es como si alguna vez hubiera querido llevar la cuenta, entraba aquí a diario, para asearme o solo comprobar mi apariencia, así que hubiera sido tan inútil como pararme a pensar cuántas veces al día me rascaba o realizaba cualquier otra acción elemental.

Aun con eso, no necesito recordar detalladamente nada de eso para notar lo diferente que me percibo al verme aquí, dibujada en el cuadro reflector. Me da la impresión de que el disímil que percibo va mucho más profundo que eso, pero incluso en lo físico luzco diferente.

Dos cosas son las que resaltan. La más llamativa es mi cabello, que ahora conserva el tinte azul neón solo de la mitad hacia abajo; al menos no se ve maltratado ni nada por el estilo. Paso mi mano por la zona castaña, aprovechando para peinarlo un poco.

Tal vez solo deje que se vaya el tinte. Cuando lo teñí por primera vez, mi mente de catorce años creía que era aburrido el hecho de que tanto mis ojos como mi cabello fueran del mismo color. Era una tontería, pero así me parecía. Luego lo seguí pintando solo porque me gustaba mi apariencia así. Ahora, sin embargo, siento la necesidad de... cambiar, y me gusta el caoba de mi cabello natural, así que muy probablemente no vaya a retocarlo más.

La otra marcada diferencia, aunque no presente en todo momento, para mí, es más pesada. Justo ahora es muy distinguible, y llamativa, cualquiera que me viera seguramente se quedaría mirando por lo desacostumbrado que luce. Y es que incluso yo lo hago, no puedo prestar atención a otra cosa que no sean mis ojos, devolviéndome la mirada a través del espejo, fulgurando en rojo.

Ayer, tras la conversación con el tío Philip para ultimar algunos detalles en cuanto a mi ascenso, se hizo la juramentación. No fue como la Ceremonia de Nombramiento por la que estuve esperando durante los últimos cinco años, sobre todo porque había muchos menos lobos de los que jamás pensé y una de las ausencias era la de la persona que se suponía debía hacerme jurar: mi madre, en su calidad de Alfa provisional. De hecho, fue mucho menos ceremonioso de lo que jamás habría pensado, aunque bastante emotivo, si soy sincera.

Como dijo el tío Philip, nunca dejé de ser en realidad parte de la manada, y todos los miembros –o los sobrevivientes, más bien– estaban felices de tenerme de regreso y dispuestos a darme toda su Lealtad, por lo que todo fue simple. Todavía es un poco difícil de creer, pero llegué a la conclusión de que eso no es algo en lo que deba derrochar mi energía.

En resumen, con todos los supervivientes presentes en la cámara principal del refugio –siendo que los heridos estaban descansando ahí–, Darius, que también tiene esa autoridad como abad de la Luna, me hizo jurar ante ellos que pondría alma, vida y corazón en guiarlos, que usaría mi fuerza, poder y sabiduría para protegerlos, y que en mi mente siempre estarían primero mis hermanos al momento de tomar una decisión.

Tras eso, me correspondió arrodillarme, en genuflexión, y aguardar por la respuesta de la manada. Es el único otro momento –aparte de en la boda con su Mate– en el que está bien visto que un Alfa se ponga de rodillas.

Luego, Darius preguntó a Moon si me aceptaba, si ponían su confianza en mis decisiones, sus vidas en mis manos y su seguridad en mi poder, si estaban dispuestos a comprometer sus vidas a ayudarme a proteger a nuestros hermanos y a rendirme su Lealtad para reconocerme como la Alfa que los guiaría por una buena vida para ellos y la protección del territorio donde nuestras familias vivirían como un gran todo.

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