Capítulo Veintiocho

288 32 7
                                    

—Solo es una contusión leve en la cabeza, pronto se podrá bien y podrá volver a casa— nos explica el doctor, en cuando sale al pasillo después de haber visto los resultados de las pruebas que le hicieron a Janice. Billy y yo llevábamos unas dos horas esperando impacientes en la sala de espera a que nos dieran noticias de ella.

—¿Va a despertar?— pregunto, ansiosa.

—Dentro de un par de horas abrirá los ojos y podrán hablar con ella.

Billy estruja mi mano con fuerza, mucho más nervioso y angustiado que yo.

—Lo siento mucho, debería haberte avisado— susurro, sentada junto a él. Billy baja la mirada y me retira el flequillo de los ojos con cariño.

—Hiciste lo que debías para protegerte a ti y a Janice, Gwen— me consuela —. No tienes nada de qué disculparte.

Abrazo a Billy sollozando y él me estrecha entre sus brazos, como hacía cuando era pequeña y me despertaba gritando por las terribles pesadillas que tenía.

—Tenía muchísimo miendo— confieso, temblando como una niña pequeña.

—Ya lo sé, cariño— asiente, cerrando los ojos y acariciando mi cabello —. Ya pasó, ya estás a salvo— murmura, hablándome como si todo hubiese sido un mal suelo —, ese hombre no va a volver a hacerte daño; todo estará bien.

   

Cuando Janice finalmente despierta, nosotros ya estamos dentro de la habitación, sentados en dos sillas de plástico frente a la camilla. Billy y yo nos lanzamos a sus brazos, llorando y gritando cosas sin sentido mientras ella nos acaricia lo mejor que puede desde su posición.

—Lo siento muchísimo, Janice— repito una y otra vez, aumentando mi llanto cada vez que me fijo en las vendas que rodean su cabeza para cubrir la herida de su frente. Me recordó a mamá, cuando la vi en el suelo, sin moverse, sin respirar, y con una herida que sangraba en su frente.

Sé que no habría soportado volver a pasar lo mismo.

—Estoy a salvo gracias a ti, Gwen— objeta ella, con voz dulce y algo ronca. Se notaba cansada, exhausta, a pesar de que había estado inconsciente mucho tiempo —. Nos has salvado de ese psicópata.

Pestañeo para que mis ojos dejen de ver borroso, pero no puedo dejar de llorar. Solo asiento, agradecida de que ella esté bien, de que estemos bien.

Billy se acerca y le da un beso en la frente. Yo simplemente me quedo donde estoy, agarrando la mano de Janice con fuerza, sollozando y con el miedo de que, si suelto su mano en algún momento, si mis dedos dejan de tocar los suyos por unos instantes, no vuelva a verla jamás.

—Me alegro tanto de que estés bien— le susurra Billy. Janice sonríe con los ojos cerrados y alza su otra mano para acariciarle la mejilla —. No sé qué habría sido de mí si te hubiera llegado a perder.

Parpadeo y alzó la mirada ligeramente.

—No me vas a perder nunca— murmura Janice y le da un beso casto en los labios.

Nunca me había parado a pensar en lo mucho que se aman Billy y Janice, porque nunca antes los había visto tan juntos. Ambos eran una pareja que ya rondaba los cuarenta, llevaban casi veinte años casados y nunca habían podido tener hijos por muchas veces que lo hubieran intentado. Por eso me adoptaron a mí; sin importarles el hecho de que yo tuviera tantos problemas y traumas. A pesar de todo, a pesar de los años que habían pasado, ambos me habían admitido que se seguían amando como el primer día.

Jamás pensé que sería testigo de un amor tan puro y sincero.

No puedo evitar pensar en Masky.

Ha estado todo este tiempo buscándome. Al menos, eso fue lo que dijo Hoddie.

Me está buscando.

Trago saliva y se me resbala otra lágrima.

Pensé que estaría feliz cuando llegara a casa, cuando lograra escapar de aquella pesadilla y volviera a tener la misma vida que tenía antes, pero lo único que siento es que me falta algo; alguien.

Falta él.

Quería verle, quería volver a verle. Decirle que sabía quién era, su nombre, quería preguntarle si podía llamarlo por su nombre, si podía ver su rostro al fin; quería decirle que sabía quién era el culpable de la muerte de su familia. Quería decirle tantas cosas... probablemente me quedaría sin aliento si tuviera que citarlas una por una. Pero, sobre todo, quería decirle que no había dejado de pensar en él, que nunca habría escapar de haber podido.

  

Nos quedamos con Janice un poco más hasta que el médico nos pidió salir de la habitación y nos dijo que tendría que quedarse en observación un día más para que los puntos se asentaran bien. En cuanto vieran que sanaría sin problema, volvería a casa con nosotros.

Antes de marcharnos, un par de policías nos cortaron el paso en el pasillo para tomarme declaración de lo que había sucedido para su informe, así que les conté todo lo que había sucedido, omitiendo la parte en la que Hoddie aparecía, alegando que fui yo la que consiguió dejar inconsciente a mi padre de un golpe en la cabeza con una de mis muletas cuando intentó atraparme.

El viaje en coche de vuelta a casa con Billy fue silencioso y sin música en la radio, ambos estábamos devastados y conmocionados por todo lo que había pasado y no éramos capaces de articular palabra.

Cuando llegamos a casa, ni siquiera tenemos ganas de cenar. Lo único que somos capaces de hacer es ir cada uno a su habitación. Billy no dice nada, se limita a subir las escaleras arrastrando los pies y aguantando el llanto mientras yo lo observo desde el umbral de la puerta de mi habitación.

Quiero decirle algo, intentar consolarle, pero no me salen las palabras.

Cuando cierra la puerta, yo hago lo mismo y me dejo caer sentada en la cama.

Lloro otra vez.

Un llanto sinecioso, sin ruido, hasta que me canso y me recuesto en la cama en posición fetal y cierro los ojos para intentar dormir.

Schizophrenic[Masky]© Book 2Where stories live. Discover now