Capítulo Cinco

1.1K 160 43
                                    

¡No eres más que otra miserable puta! ¡¡Abre la maldita puerta!!

—¡No la abras, Gwen, escóndete!

—¡Cállate, zorra!

—¡¡Aaaaaahh!!

Abro los ojos de golpe y doy un respingo, pero un terrible dolor de cabeza y estómago me impiden levantarme del todo. Gruño y me llevo la mano a la cabeza para masajearme la frente. No recuerdo muy bien lo que ha pasado. Tengo la mente en blanco, aunque sí me acuerdo de que llegué a casa... y me salté las clases. 

¡Mierda! ¡Me va a caer una buena cuando llegue a casa!

Espera.

Alzo la mirada y examino bien el lugar en el que me encuentro. Estoy rodeada de madera oscura, no hay ventanas en la sala, está todo lleno de pasillos extraños y puertas cerradas. Diviso unas escaleras, también de madera, que ascienden hasta un segundo piso. Yo estoy sentada en un sofá rígido de color rojo al que se le notan los muelles y hay un cubo de metal abollado a mi lado. Esto no se parece en nada a mi casa. 

¿Dónde estoy? ¿Cómo he llegado hasta aquí? Tengo que salir de aquí y volver a casa.

Me levanta apresuradamente del sofá, pero me tambaleo y caigo al suelo hincando una rodilla. Algo se me revuelve en el estómago y agarro el cubo de metal para vomitar dentro. Noto el sabor metálico de la sangre y grito al ver que eso es lo que ha llenado el cubo. 

—¡Dios mío!— me echo hacia atrás y gateo por el suelo hasta estar alejada del cubo. ¿Qué me pasa?

Sollozo, sintiendo el pánico apoderarse de mí como paredes que me aprietan cada vez más hasta asfixiarme y aplastarme. 

Necesito ir al médico. 

Hago otro intento por levantarme y me muevo hacia las puertas que rodean la sala, evitando pasillos que no sé hacia dónde conducen. Todas están bloqueadas y no tengo fuerzas para abrirlas a golpes. En ese momento, escucho pasos que se aproximan descendiendo las escaleras y el ansia de escapar aumenta en mi interior, junto con el miedo y el malestar. 

La temperatura de mi cuerpo asciende drásticamente y comienzo a sudar. Mis manos ya ni siquiera pueden sostener el pomo de la puerta que estoy tratando de abrir. Jadeo con fuerza, fatigada. Mi frente choca contra la puerta, me doy la vuelta para apoyar la espalda, exhausta y me empiezo a escurrir hasta que acabo sentada en el suelo. Los pasos se acercan cada vez más, ya han bajado las escaleras y ahora caminan hacia mí. 

Veo unas botas negras manchadas de barro. 

—Por favor...— murmuro, temblando. Siento frío. Estoy congelada y no dejo de sudar. No puedo llevarme la mano a la frente para saber si tengo fiebre o no —por favor...— repito, sin parar. La persona delante de mí se queda parada, mirándome, aunque no puedo ver su rostro, sé que me está observando. 

Mis jadeos se vuelven irregulares y más agitados, mi pecho sube y baja y mi corazón parece estar a punto de estallar.

—A-ayúdame... por favor...— susurro, con un hilo de voz. Intentando ir hacia delante, caigo al suelo y me coloco en posición fetal, temblando con violencia. 

—¡Toby!— una voz masculina llama a otra persona que, al parecer, también está en esta casa. Mis ojos comienzan a cerrarse cuando escucho pasos de varias personas venir. 

—¿Qué es esto?— pregunta una voz masculina, más aguda e irritada.

—Hay que llevarla arriba antes de que él venga. 

¿Él? ¿Quién es él? ¿Qué me va a pasar? 

Cojo el aire para hablar, pero no me salen las palabras. Los ojos se me terminan cerrando y ya no puedo escuchar las voces a mi alrededor. 

   

Estoy incómoda. Empiezo a sentir mi cuerpo y me doy media vuelta, quedando boca abajo. Suelto un suspiro y noto una presión en el estómago. Abro los ojos lentamente, con los párpados pesados, como si hubiera estado durmiendo por semanas. Me apoyo en mis brazos y me incorporo con dificultad para volver a darme la vuelta y quedar completamente de lado, provocando que se oiga un chirrido. Ahora no estoy tumbada en un sofá, ni en una sala con pasillos, puertas y escaleras, sino en una cama vieja y en una habitación pequeña y cerrada. Esta sí tiene ventanas, pero están protegidas por barrotes de metal. Sin embargo, todo sigue lleno de madera. 

Me llevo una mano a la frente y compruebo que ya no tengo la temperatura tan alta. A mi lado está el mismo cubo que me encontré cuando desperté en el sofá, pero ahora está vacío, no hay sangre. ¿Significa eso que lo he imaginado?

—La has cagado a base de bien, Masky— escucho una voz masculina que me resulta familiar, lejana. Procede de la puerta de la habitación -Más —. Sabes que esto está prohibido. 

¿Prohibido?

—Tienes que librarte de ella— dice otra voz —. De todas formas, sus órganos han quedado destrozados por la sobredosis, ya no hay nada que puedas hacer por ella.

—No quiero hacer nada por ella. 

—Entonces, ¿por qué la has salvado?

Se me forma un nudo en la garganta y siento náuseas. No fue una alucinación, después de todo. Me desperté en un sofá, vomité sangre y luego me desmayé en medio de un ataque de ansiedad y miedo. La fiebre, el dolor de estómago, la fatiga, la falta de fuerzas... todo eso ocurrió de verdad. 

Y otra vez vuelvo a tener un ataque de pánico. Me incorporo en la cama y saco una pierna después de la otra. Tengo los pies descalzos, pero eso no me impide ponerme en pie y buscar algún sitio en el que esconderme. 

—Si vuelve y la encuentra aquí, la matará. Y luego a ti— vuelve a decir la primera voz —¿De verdad quieres correr ese riesgo?

Oh, Dios mío, Dios mío, ¡Dios mío! Tengo... tengo que salir de aquí, ¡tengo que salir de aquí!

Mis ojos buscan desesperadamente un sitio donde esconderme hasta que encuentro otra puerta. En medio de una de las paredes de la habitación hay una puerta de madera, justo frente a mí. Puedo esconderme ahí hasta que se alejen de la salida, entonces escaparé. 

—Ya basta de juegos, yo mismo...— doy un paso al frente y mi pie choca contra el cubo de metal, tirándolo al suelo y haciendo un estruendo que me hiela la sangre. Me tapo la boca para evitar gritar por el dolor. Me fuerzo a mí misma a caminar hacia la puerta. Justo cuando mis manos atrapan el picaporte, la de la entrada del cuarto se abre, y yo me quedo quieta, inmóvil.

Schizophrenic[Masky]© Book 2Where stories live. Discover now